LA ESPÍA

Te encontré a ti

Se escuchaban los murmullos de todos los invitados en la parte de abajo. Hay desde jefes de agencias de gobiernos hasta presidentes de las naciones más grandes. Es imposible saber para quién trabajas a estas alturas.

Coloqué mi vestido color negro ajustado al cuerpo y  un labial rojo intenso en los labios. La mayoría del tiempo, debía ser alguien que no quería para encajar en este tipo de situaciones. Terminé de retocar mi cabello y luego de un gran suspiro, abrí la puerta encontrándome con el pasillo, bajé las escaleras y todos los rostros voltearon a verme. Era usual este tipo de reacción. La mayoría del tiempo, era yo la que ganaba la mayoría de las cazas y siempre era la numero uno en las tablas.
Saludé a varias personas que conocí alguna vez y que saludaba solo por cortesía, además, que a muchos de ellos les hice un trabajo por dinero. Estas fiestas eran en todas con el rostro cubierto, pero muchos de ellos eran amigos de casi una vida y cómplices de matanzas a gran escala.

Caminé un rato por entremedio de todos, estaba buscando información sobre qué querían hacer con Wanda, pero hasta ahora no había tenido éxito. Solo quería salir de aquí con ella y dejar esta vida atrás. Tenía el dinero del botín depositado en una cuenta en las Islas Canarias, y que pasó poco a poco a otra cuenta fuera del radar de todas las personas posibles.

Los Doce eran fanáticos de hacer fiestas grandes, así que una tarima en el centro del salón tomaba la mayor parte del espacio. No pasó mucho cuando apareció el cabecilla.

- Buenas noches -habló en el micrófono- Gracias a todos por venir -la sala se lleno de aplausos- No es raro que otra de nuestras celebraciones sea a una de las mejores espías que tiene Los Doce -algunas miradas se colaron a mirarme mientras yo sonreía de manera amplia, como acostumbraba hacer- Queremos anunciarles que....

Las alarmas comenzaron a sonar. Wanda ya se había escapado de la celda, acomodé el último dispositivo para poder controlar el sistema de seguridad y comencé a caminar por entremedio de las personas, a medio camino quité mis tacones, corriendo sin ellos.
Al llegar al pasillo que dirigía hacia las celdas, seis bodyguards vigilaban. Estiré mi cuello hacia un lado preparándome, y los seis cayeron al suelo sin explicación. Me quedé con las manos hechas puños, mirándolos.

- ¿Tan buena eres que no tuviste que tocarlos? -su voz dulce desde la obscuridad.

- En eso y muchas cosas más -bufé, mientras que ella salía de allí dejándome verla- ¿Lista para salir de aquí?

Asintió caminando a mi lado, fuimos a mi habitación buscando mis cosas, desestabilizé las cámaras del exterior y miré por la ventana para verificar si había llegado el escuadrón de rescate, aún teníamos algunos cinco minutos para salir sin ser vistas por ellos.

- ¿Recuerdas el plano de este lugar? El que te enseñé. -hablé mientras me cambiaba el vestido delante de ella, no quitó su mirada, pude notar como recorrió mi cuerpo en unos segundos devolviendo la mirada a mi rostro, no lo hice con esa intención, tenía prisa- Entra en los túneles, ¿recuerdas la dirección? - Ella asintió, aún mirándome mientras me colocaba la ropa- Te veo en el bosque, Wanda. Que nadie te vea.

Salí de la habitación corriendo, poniéndome la mochila. Intentando seguir con mi acto, de que mi único objetivo era cuidar a Los Doce. A lo lejos podía escuchar los helicópteros y carros del equipo de extracción en camino. Aceleré más el paso, hasta asegurarme que Los Doce ya no estaban en el perímetro. Solo quedaban guardias siguiendo instrucciones.

Me apoyé en una de las ventanas, desactivé las cámaras que cubrían los alrededores y me lancé por la ventana hasta llegar el suelo. Los perros rastreadores encontraron mi rastro, sentía que me pisaban los talones, pero tal y como lo habíamos planeado, Wanda había encontrado la salida. Hizo que los soldados quedaran dormidos en medio del bosque, mientras yo seguía corriendo en dirección contraria a donde se marchaba el equipo de extracción con Los Doce.