Efectos secundarios.

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La semana transcurrió lenta, llegó el jueves y con él mi primer día de trabajo. No podía sentir emoción alguna porque mis emociones se habían apagado tras el rechazo de Hunter.

Entramos al bar, después llegó Perla, me miró y sonrió.

—¿Y tú? —pregunta con una mano en la cintura.

—Trabajo aquí.

Suelta una carcajada y niega con la cabeza, es realmente bella pero insoportable de igual modo.

—Sophi está perdiendo la cabeza, en fin ¿Dónde están las demás?

—Allí vienen —señalo con la barbilla.

Ella se da la vuelta y camina como si fuese una diva, volteo los ojos y camino hacía el cuarto de servicio.

Sin ganas tomo una escoba y recogedor. Me coloco un mandil y salgo de ahí y comienzo a barrer el lugar, ida y sin fuerzas.

La verdad era que todo el asunto con Hunter me había puesto muy mal aunque no lo quisiera, en parte yo tenía la culpa por haber hecho esa pregunta cuando ya sabía que la respuesta no sería la que tal vez yo quería escuchar.

Distraída y aturdida regreso al cuarto de servicio, lleno una cubeta con agua, regreso y ellas ya están preparando sus coreografías.

Sophi se mueve muy bien, de hecho es muy joven y bella.

Suspiro y limpio las mesas para después fregar los pisos. No sabía mucho de eso pero lo intentaba, Sophi me ve y sonríe.

—Déjalo ya, lo has dejado todo muy limpio.

Me encojo de hombros y le regalo una sonrisa.

—¿Te pasa algo? Te vez apagada y triste.

—Todo esto con mi familia, me tiene mal eso es todo.

—Entiendo, deberías regresar a tu casa si te sientes mal.

—No, lo prefiero así. Me acostumbrare lo sé.

Y así tenía que acostumbrarme, aunque estaba triste por lo de Hunter también me afectaba la situación con mis padres.

Extraño mi cuarto, mis cosas, mi cama. Todo aquí era maravilloso porque vivir con ellas era divertido y me hacían reír hasta cuando no tenía ganas. Sobre todo Rubí, ella era la más loca de las tres.

—Muero de hambre —dijo Zafiro.

Se sentó en un taburete de la barra y cogió una botella de agua.

—¿Encargamos comida china? —dice Esmeralda mientras Rubí la sigue para tomar agua.

Miro el reloj, me sorprendo ya que son las tres de la tarde y la mañana se me fue volando.

Adam llegó, me miró y sonrió, le respondí con una sonrisa leve y fui a dejar las cosas de limpieza a su lugar.

—¿Te pasa algo? —pregunta detrás de mí. Salto y me llevo una mano al pecho, jadeo y después suspiro.

—Me asustaste.

—Lo noté, también me di cuenta que algo te pasa.

Lo miro, sé que no tengo porqué contarle mis cosas pero, me inspira confianza. Para evitar malos entendidos salgo a donde están las chicas, él viene tras de mi casi pisandome los talones.

—Puedes confiar en mí, no diré nada.

—¿Algo malo pasó para que la hermana desconocida de Hunter no viva aquí? Porque le pregunté y se puso furioso.

Mi precioso problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora