Capítulo II: Yo también te quiero.

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Por fin el caos de las primeras semanas cesó, debo admitir que los primeros días no fueron fáciles, en ese tiempo me enfoqué en mi papel de invisible, llegaba temprano y salía corriendo del aula apenas terminaba la clase, ni yo misma tenía una explicación para tal comportamiento, pero pronto lo dejé, ahora formo parte de un pequeño grupo de chicos, en contexto, nadie nos conocemos, parece que teníamos eso en común y fue la cláusula para juntarnos, todos parecíamos ansiosos por ser amables, esa podría ser nuestra principal característica.

Dentro de este grupo está Mayte, presume una larga cabellera color caramelo y quiso saber mi promedio académico antes que mi propio nombre, tiene una relación de años con un chico de un internado, casi no se ven, nos contó que es buenísimo para las Matemáticas y que gracias a él esa asignatura no le preocupa en absoluto.

Thanya, otra de las chicas de nuestra mesa, estuvo en un colegio dónde no permitían varones, el Colegio de Señoritas de Santa Mónica, a cargo de las hermanas de la luz, un recinto donde le enseñaron a bordar a mano y dónde aprendió a ser discreta para usar la tecnología e incluso beber. Es hija única y sus padres son pastores de una iglesia evangelista. A diferencia del resto de nosotros a ella si le apasionaba todo lo relacionado al Cálculo a eso se quiere dedicar.

Andrea es la última chica de este grupo, le encanta ir de fiesta cada fin de semana y creció en el seno de una familia adinerada igual que Thanya, pero su fortuna no se formó gracias a las jugosas donaciones de creyentes o por rezar, pero si tuvo que ver la comunicación. Su madre es manager de una diputada que se estaba haciendo de un nombre en la política. De hecho nos confesó, que por dicho trabajo de su madre su familia ha recibido amenazas de muerte, incluso un intento de secuestro y que por eso es escoltada al colegio todos los días, aún así se escapa siempre que hay un festival o cualquier fiesta.

A nuestra mesa se unieron un par de chicos, Rob, un chico de mediana estatura y una melena irregular, viste pantalones holgados y la mayoría de su ropa parece de dos tallas extras. Apreciaba uno de sus dibujos el día que nos preguntó por un sitio vacío de nuestro lado, ya que en la mesa dónde habitualmente se sentaban solo hombres, había mucho ruido y no se podía concentrar.

Vamos en la tercera semana de nuestro inicio del semestre y Rob ya tiene un romance con una de las chicas del grupo de a lado, impresionante, ellos hacen ver la relaciones amorosas cómo la cosa más absurda, bastó una pregunta para que pasaran de ser extraños a llamarse "amor" mutuamente. Que horror.

Por último, está Louis, o Lou, como le decimos todos; juega fútbol y le es fiel a un solo equipo, el Real Madrid, dice que es lo mejor de su vida, incluso lleva con orgullo sus jerseys a diario. Dice que le traen suerte con los chicos. No está todo el tiempo en el grupo, pero aparece con algún comentario que nos hace reír todo el día, aparece cada que la conversación le parece interesante y agrega metáforas deportivas  o chistes de la cultura pop que solo dos en la mesa aparte de él entendemos. Le atrae todo lo que es bonito.

Los días van pasando y las tareas se van acumulando, ahora en lugar de cancelar asientos, me dispongo a esperar y ver cómo se desaparecen uno a uno los espacios vacíos junto a mí. Primero el sitio a mi lado, ocupado por Mayte, ambas nos gusta trabajar en silencio y de vez en cuando disfrutar de un par de golosinas aprovechando el punto ciego que concede ser de la última fila.

—Para el siguiente proyecto trabajarán en equipo...dijo el profesor provocando un resoplo nuestro como respuesta...Por supuesto que yo los organizaré—. Ahora sí todos estábamos inconformes desde nuestros asientos. Los nombres fueron apareciendo en orden alfabético según la lista de asistencia y los bufidos y murmullos colectivos no paraban.

Por suerte nuestro equipo quedó casi intacto, sólo Rob tuvo que irse y también Lou, ambos en equipos diferentes. Nos dió la rúbrica de evaluación, explicó las dudas que iban surgiendo y dejó los últimos minutos de la clase para la distribución de las partes del trabajo entre los equipos. Casi nos vence el fastidio cuando el sonido de los altavoces dió un anuncio.

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