Capítulo VII: tonterías

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La época de exámenes estaba en la puerta y con eso mi habitual viaje a la biblioteca se volvió más frecuente, los proyectos aumentaban y hasta personas como yo que no destacamos del promedio sentíamos la presión encima.

Desde su viaje a México con su abuela Ari había vuelto algo rara, ni siquiera nos vimos para beber cómo lo habíamos prometido y apenas la veía entre clases, no respondía mis mensajes, pero sí los leía todos. Incluso en clase me invadía el pensamiento genuino de curiosidad e intriga, sobre qué pudo haber sucedido en aquel viaje.

Un trozo de papel me golpeó la cara y volví al mundo real:

" Hola ¿te sientes bien? -E"

Para mi sorpresa, no eran los garabatos endomorfos de la letra de alguno de mis amigos. Se trataba de la fina caligrafía de Eliot. Por instinto levanté la vista y busqué su rostro.  Nos encontramos y su mirada era con completa atención y mucha discreción, al parecer nadie nos veía.

"estoy bien, solo que el profesor Smith habla un poco rápido".

Le devolví el papel con un pase rápido, pero terminó en el suelo gracias a su completa falta de reflejos, provocándome tener que cubrir mi rostro para no reír ante la clase entera. Leyó el mensaje y volvió a escribir pero esta vez no me lanzó nada.

Terminó la clase y mientras guardaba mis cosas en la mochila pasó Eliot, dejándome una nota sobre el escritorio, lo miré, pero no se detuvo. Siguió su caminata hasta salir.

"Mejor para mí, así nos veremos más tiempo".

Al leerlo, no pude evitar sonreír, incluso mis amigos parecieron no darse cuenta de mi ánimo tan bajo, pero alguien sí.

Ese día me salté el almuerzo, ni siquiera tenía ánimos para pelear con Lou sobre su interrogatorio diario acerca de Eliot. Me perdí por los pasillos y sin querer fui a dar detrás del campo. Solo quería un poco de aire fresco, casi me siento a descansar, cuando unas risas escucharon por el otro lado.

—¿De verdad no tienes nada que ver con Margotte?— decía una voz femenina.

—Claro que no, solo estudiamos de vez en cuando— e inmediatamente reconocí la voz de Eliot y sentí un gancho directo, pero era cierto, nuestra relación se limitaba a hablar de matemáticas, pero incluso esas palabras dichas por él mismo sonaban diferentes.

—Sabes que seríamos una pareja perfecta— dijo la chica en tono meloso.

—Eres muy linda Melissa, pero sabes que estoy enfocado en conseguir entrar a medicina y si lo hago no tendré tiempo para citas—dijo Eliot y sí, me alegró escuchar eso.

—Pero seríamos los mejores, guapos, exitosos, mi padre podría conseguirte el mejor puesto en cualquier hospital, solo debe ser bueno conmigo—seguía suplicando Melissa.

—¿Qué haces?—preguntó ella.

—Me voy—dijo Elliot y al entender mi posición retrocedí, pero unas ramas crujieron cuando las pisé, apreté los ojos más diciendo en mil idiomas por mi pésima suerte y corr,í echándome la capucha arriba. No sabía exactamente la razón de por qué estaba corriendo o por qué me quedé a escuchar una conversación ajena, pero agradecí ser buena esquivando obstáculos.

—¡Cuidado!—gritó Jake al toparme contra su pecho en una vuelta a toda velocidad casi cayendo los dos.

—¡Tú! ¿q qué haces tú aquí?—dije tratando de recuperar el aliento.

—¿Yo? ¿ tú qué haces aquí?—preguntó mientras me ayudaba a ponerme de pie.

—y-yo estaba buscándote—mentí, pero era tarde para retractarme en la vida de una improvisada como yo, la regla número uno es: No acobardarte o los lobos te comerán.

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