Capítulo XI: Vampire

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De nuevo habíamos recibido otra carta del banco, no entendía porqué su insistencia. Supongo que era su sistema que aún no se actualizaba por completo.

Mamá aún no llegaba de su doble turno y me dispuse a dejar la carta junto con el resto de la correspondencia sobre la barra, para en cuanto llegara, la revisara de inmediato. También dejé un poco de estofado en la nevera, por si tenía hambre.

Luego de un trayecto algo ajetreado que ir al colegio. Ari me esperaba en la entrada, perdida en las páginas de su novela favorita, de un universo donde los hombres portaban colmillos pero parecían chicos normales. No lejos de la realidad a decir verdad. Sí mi padre me había enseñado algo, era que los hombres pueden amar tanto como pueden destruirte. Al menos así lo dejó claro con el trato que le dio a mamá.

Se despidió Ari y se marchó sin antes dejarme su marca de pintar labios en la mejilla. Éramos como el agua y el vapor, tan diferentes pero dependemos una de la otra, coexistíamos gracias una a la otra.

Fui a clase y cuando tomé asiento y unas manos delicadas y frías aparecieron cubriéndome la vista. Sonrí inmediatamente como una tonta y me deshice de ellas para ver su lindo rostro.

—¿Quién soy? —preguntó Elliot cubriéndome los ojos.

—¡Eres tú! —dije destapándome y así obteniendo contacto directo a sus labios.

—Tenías tenías que decir "el amor de tu vida" —  protestó mientras me acercaba para darme otro beso, hasta que unas voces me hicieron dar un brinco.

—¡No coman delante de los pobres! —gritó Andrea.

—Es pecado la lujuria —añadió Thanya mientras pasaba de la mano sin quitarnos la vista.

—Tan temprano y ya con hambre —dijo Lou por lo alto mientras se quitaba las gafas oscuras con su peculiar estilo, acercándose a nosotros. —Si quieren un trío estoy disponible este fin de semana—dijo guiñándome un ojo A Elliot que sorpresivamente le contestó.

—Yo te aviso— respondió con un guiño discreto. Dejándonos boquiabiertos tanto Lou como a mí. Louis dió un par de saltitos y me mandó una seña de corazón con las manos. Elliot  abandonó mi lado y se fue a su habitual al lugar, no sin antes darme un último beso.

Durante la clase me llovieron papelitos por todos lados. Los recolecté y los leí apenas el profesor se desocupó. El primero supe inmediatamente de quién era.

"Dile a Elliot que tengo disponible el fin de semana." Decía el inconfundible postick color rosa neón de la colección de Louis. Era de sus hobbies favoritos. Compraba paquetes cada que encontraba uno que le gustaba. Nunca lo usaba para cosas académicas, siempre era para poder hablar de los cotilleos sobre celebridades de la semana o para hablar sobre cómo estuvo el último partido del Real.

También solía usarlos para su "cazería", así lo llamaba, cuando dejaba su número telefónico o su Snap en los casilleros de chicos que se le hacían lindos o que según sus palabras estaban "buenos". Con perfecta caligrafía y un beso marcado con pintalabios que nos pedía prestado a las chicas, los dejaba en algún momento del día y se aseguraba de estar presente cuando los chicos lo encontrara,  para ver su reacción y hacer sus teorías.

Las clases pasaron sin contratiempos, excepto cuando tocó ir al almuerzo. No es que esperaba que Elliot estuviera 24/7 a mi lado, pero al terminar la clase no lo volví a ver.

—¿Dónde dejaste al enamorado?— preguntó Thanya.

—Tenía cosas que hacer— respondí tratando de sonar lo más normal posible. Aunque la verdad, no tenía idea de dónde se había metido. Me sacudí cualquier sentimiento de abandono, tal vez solo se estaba saltando el almuerzo como cualquier chico de nuestra edad.

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