En los siguientes días ninguna de las chicas se volvió a ver con la otra, y eso le apenaba al menos a Kate, que pensaba en la ahora ex-asesina constantemente, había momentos en donde el nombre de Yelena venía a su mente y se preguntaba que podría estar haciendo y si su propuesta la había asustado.
Realmente no sabía porque le propuso ser su guardaespaldas, sabía que era necesario, su madre siempre tenía dos a su lado, pero al contrario de su madre, ella era fiel creyente de que podía cuidarse sola, que no necesitaba de nadie y al ser tan terca con lo que dice o hace se había mantenido firme a esa idea hasta que sorpresivamente le ofreció el trabajo a la rusa.
Le sorprendió muchísimo hacerlo pero no le sorprendió tanto el hecho de querer a la espía cerca, le importaba que Yelena este bien y que mejor al asegurarse de ello que teniéndola prácticamente pegada a ella todo el día siendo su guardaespaldas, eso fue de hecho, muy astuto pensó la pelinegra, mientras entraba a Bishop Security a reunirse con Jack.
Por otro lado tenemos a Yelena, la espía se había dedicado a tomar grandes cantidades de vodka en los últimos días...o mejor dicho en los últimos meses, era lo que mejor sabía hacer últimamente para no sentir tanto dolor, el hecho de querer matar al mejor amigo de su hermana por una supuesto venganza la carcomia en culpa y también le hacía recordar que Natasha ya no estaba más con ella, eso le destrozaba el alma.
Natasha era su única persona en el mundo, no su persona favorita ni su mejor amiga, porque de hecho la mayoría de su existencia ni siquiera la había visto, pero aún así saber que estaba viva y bien era lo que mantenía tranquila a Yelena.
Pero ahora que Natasha ya no estaba más, la rubia realmente no sabía como mantenerse cuerda, era como si le hubieran arrancado la mitad del corazón y dolía, dolía demasiado, más que los golpes o las sesiones de tortura que continuamente pasaban en la habitación roja.
Justo ahora, se encontraba preparando desayuno, no llevaba resaca como tal ya que el alcohol prácticamente ni le hacía efecto, pero aún así se sentía fatal, le preparo un platito de alimento a Funny- su perra- y siguió con su desayuno viendo a Funny comer con entusiasmo.
Ver a Funny y tenerla consigo le hacía bien, ella se había encargado que la mitad de corazón que le quedaba a Yelena no se pierda gracias al dolor emocional, le daba muy buenos momentos a la rubia, la había salvado prácticamente de morir de pena.
Retomando nuevamente a la pelinegra, que justo salía de una entretenida reunión con Jack por motivos de la compañía, iba caminando rápidamente al ascensor para no perderlo y poder bajar donde era el estacionamiento y por ende donde su deportivo estaba esperándola.
Al hacerlo, estaba a punto de abrir la puerta del piloto para entrar pero algo la distrajo, ella había subido la mirada por simple reflejo para mirar una de las cámaras de seguridad antes de marcharse, sin embargo se congelo cuando vio que claramente la cámara estaba tapada con una especie de parche, por instinto comenzó a buscar con la mirada el resto de cámaras del estacionamiento subterráneo pero las que alcanzó a divisar se encontraban en la misma situación, la confusión mezclado con el miedo que empezaba a generarse dentro de ella le costó lo siguiente que paso.
Una mano por detrás de ella le tapo la boca y nariz con un pañuelo, por más que ella forcejeo e intento aplicar sus diversos conocimientos en artes marciales mixtas, le fue totalmente en vano, pues solo bastaron unos segundos para que su mundo empezará a nublarse dejando todo en completa oscuridad.
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Déjame enseñarte lo que es el amor - Katelena
Teen FictionUna historia de dos grandes corazones que logran complementarse en lo absoluto.