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La joven de cabellera larga y azabache se encontraba manejando en su auto que sus padres le regalaron por haberse graduado de la escuela, bien merecido, ahora se encontraba yendo de camino a la prestigiosa universidad en la cuál se ganó una beca por sus buenas calificaciones, pero ese no es el caso.

Después de un momento se encontraba en la peor parte de ir en auto a algún lugar, estacionar correctamente el auto. Esa era la parte más complicada de su rutina universitaria, pero de la cual de todas formas, estaba acostumbrada.

Una vez terminó de estacionarlo, salió de este y tomó su pequeña mochila en la cuál llevaba sus libros y cuadernos que necesitaba. Cerró la puerta, tomó sus llaves y se adentró en la universidad caminando en los extensos pasillos que tenía. No era una sorpresa terminar topándose con su amiga Sasha, la cuál como era de costumbre, la recibió con un fuerte abrazo.

- ¡Buenos días (N)! - Dice ya alejándose un poco para ponerse de su lado y empezar a caminar juntas, no están estudiando la misma carrera, pero al menos se ven en el receso.

- Buenos días para ti también, Sasha. - Responde la pelinegra mirándola con una pequeña sonrisa.

- ¿A qué hora empieza tu primera clase, (N)? -.

- Tengo entendido que a las ocho en punto, y son... - Dice alargando la palabra mientas busca su celular en su mochila para ver la hora. - Las siete y cincuenta. -.

- ¿Qué piensas hacer en esos 10 minutos? -.

- Según tú, ¿Qué debería de hacer? -.

- La verdad no sé, solo preguntaba. -.

- De acuerdo, y, ¿Desayunaste? - La castaña amaba cuando le preguntaban eso, porque sabía perfectamente que le comprarían algo para comer.

- Si, pero si tú invitas no. - Esa respuesta le provocó una risa sonora a la pelinegra, pero una vez que se le pasó, tomó la mano de la castaña para que fuesen a la cafetería que tenía la universidad.

- Oye -.

- ¿Qué sucede Sasha? -.

- Yo digo que es mejor que me des el dinero, y yo compro lo que quiera, se te hará tarde y sé que me culparás a mí. -. Dice la castaña soltándose rápidamente del agarre de la pelinegra.

- Tienes razón... - Ella toma su monedero y saca de él 5 dólares. - Toma, para que sobrevivas hoy -.

Sasha sin pensarlo dos veces se lo arrebata y se va corriendo, pero a mitad de camino se voltea y le lanza un beso y vuelve a lo que estaba, haciendo que la castaña niegue con la cabeza mientas se ríe.

Ella toma su celular y vé que todavía no son las ocho, son las 7 y cincuenta y cuatro, así que se sienta en uno de los bancos que queda cerca del aula de química, que es la asignatura que le tocaría primero.

Se sienta y toma su celular para revisar sus redes, no hay nada del otro mundo, y como siempre en las redes, pierde la noción del tiempo, y solo baja, baja y baja, hasta que siente que alguien se sienta al lado de ella, haciendo que volteé encontrándose con su compañero de carrera y gran amigo, Armin.

- Hola (N). -.

- Oh, hola Armin, ¿Acabas de llegar?-.

- No, de hecho, te estaba buscando para que entremos a la primera clase juntos. -. Dice Armin mostrando su hermosa sonrisa, cómo siempre irradiando sus buenas vibras.

- Oh, bien, ya casi suena el timbre. - Dice la de ojos celestes soltando su celular ya para dirigir la mirada a los hermosos ojos de Armin.

Cualquiera que los vé pensaría que son pareja o algo por el estilo, pero simplemente se tienen mucho cariño el uno al otro, no más de ahí.

Se dejan de mirar ya que el molesto ruido del timbre empieza a sonar fuertemente por todos lados, haciendo que algunas personas se dirijan a sus clases correspondientes, al igual que Armin y (N).

Una vez entran en el salón de química, cómo están acostumbrados, se sientan juntos a esperar que su maestra Yelena llegue.

De repente suena la puerta, todos guardan sus celulares ya que Yelena odia que utilicen los celulares en su clase. Es una mujer estricta, pero al fin y al cabo es buena persona. Pero esa que entró definitivamente no era Yelena.

Era una mujer de algunos 25 años que portaba unas gafas, su cabello desordenado recogido en una cola de caballo un poco suelta, una camisa azul claro y un bolso en el que suponía que lleva sus libros y objetos de pertenencia.

- ¡Buenos días queridos estudiantes! Sé perfectamente que todos esperaban ver a la amargada de Yelena, pero no, ahora yo seré su nueva maestra de química. - Dice adentrándose animadamente en el salón de clase dejando a la gran mayoría confundidos, pero a diferencia de (N) más bien se sentía hipnotizada por aquella mujer.

- Olvidé presentarme debidamente. - Carraspeó. - Mi nombre es Hange Zoe, y como les mencioné hace pocos segundos, seré su nueva maestra de química, ya que Yelena se retiró como maestra en esta universidad, ¿Un poco repentino? Sí, pero, ¿Qué vamos a hacer al respecto? - Dice Hange esperando una respuesta de alguien, pero al ver que no, vuelve a hablar - Exactamente mis queridos estudiante ¡Nada! -.

En el aula nunca había tanto silencio, ni siquiera cuando la maestra Yelena estaba, y no porque Hange haya causado una mala impresión, más bien, es por la repentina situación de la cual no estaban acostumbrados a pasar en clase.

- Noto que están un poco callados, y además que no conozco a ninguno, así que, ¿Por qué no se presentan todos uno por uno? Recuerden que seré su maestra por un largo tiempo, por ende, debo de conocerlos mejor. - Dice Hange y mira a todos con cara de curiosidad y elige a una persona al azar y hace que se presente, diciendo su nombre, edad y cosas que le gustan.

La pelinegra estaba tan concentrada en cada gesto que hacía Hange que ni se había dado cuenta de que Armin se había presentado, por ende, pronto sería su turno.

- Muy bien, puedes sentarte, Armin. Mmh, déjame ver... ¡Tú! - Dice señalando a la de de ojos celestes indicando que era su turno de presentarse como sus demás compañeros, así que se levanta y dice su presentación.

- Eh, bueno, mi nombre es (N) Clark, tengo 19 años, me gusta mucho la química y la música. - Dice esperando alguna respuesta de la maestra.

- ¿Te gusta mucho la química, (N)? -.

- Sí, siempre ha sido mi favorita -.

Inconscientemente Hange agranda más su sonrisa y rápidamente contesta.

- ¡Pues no cabe duda de que tú y yo nos llevaremos de maravilla! -.

No le queda más que sonreír y asentir ante esa situación que resultó un poco incómoda para la pelinegra.

- Bien, ya puedes tomar asiento, (N). - Dice Hange y rápidamente toma asiento y se queda procesando lo que acababa de suceder.

Pero en la máxima sinceridad, la pelinegra esperaba con ansias el momento en el que conozca mejor a su nueva y exótica maestra que de alguna manera, llamó toda su atención.

Me gusta la asignatura, y la maestra también. [Hange Zoe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora