Como asombrarte a ti mismo.

13 1 0
                                    

CAPITULO 7

JAMIE

Me incorpore rápidamente, con la respiración acelerada. Solo podía rezar porque él no me hubiera visto bien, porque no me hubiera reconocido. Porque si ese chico de ojos caramelo me reconocía todo se iría al carajo.

Me puse mi capucha y baje la mirada.

Unos segundos después, él también se incorporó. Quizá esperaba a que lo ayudara a levantarse.

-¿Señorita? ¿Está usted bien?-me pregunto preocupado. Voltee a verlo de reojo. Su semblante era tan tranquilo...pero también emanaba cierto aire infantil, casi inocente.

Fruncí el ceño, tratando de verlo mejor. Era un joven, de mi edad o quizá un poco mayor. Era casi graciosa su postura, la manera en que su cuerpo estaba estructurado. Brazos fuertes y torso robusto. Pero ojos caramelo, derramando dulzura y cabello café claro, que me recordaba a la vainilla. Sus mejillas tenían pecas casi invisibles y se sonrojaban a la menor provocación.

Parecía un niño.

-Estoy bien-le espete y me apresure a rodearlo y seguir con mi camino sin rumbo.

-Pero, señorita-murmuro tomando mi brazo, deteniéndome. Me solté de un tirón y me voltee con él.

-¿Qué?

-Está lloviendo-indico al cielo.

Voltee y en efecto, tenía razón. Estaba tan trastornada que no me había dado cuenta de mi ropa empapada y la humedad de mi cabello. El muchacho también se estaba empapando. Unos truenos causaron que me asustara y los relámpagos me cegaron.

-No puede seguir con el tiempo así-corroboro- ¿Por qué no entra conmigo? Al menos hasta que deje de llover.

La amabilidad de este joven me desconcertaba. ¿Sabría quién soy? La gente solo se comportaba amable conmigo porque sabían quién era, porque querían agradarme. Querían ser amigos de la estrella del momento, porque eso les daría fama y reconocimiento.

Me cruce de brazos, tratando de cubrirme.

-No se preocupe-espete-no importa.

-Entre al menos a secarse-me respondió con preocupación.

Suspire. Decidí que a Robert lo menos que se le ocurriría seria encontrarme en una mugrienta cafetería a solo unos metros del estudio. No lo pensaría. Ni siquiera yo misma lo había pensado lo que me daba una cierta ventaja. Aparte el clima estaba que daba miedo.

El abrió la puerta y entre, temblando del frio.

Todo estaba a oscuras y las sillas estaban apiladas encima de las mesas. Percibí un tenue olor a café y a humedad, aunque quizá eso fuera por la lluvia. Detrás de mí, la puerta sonó con un estrepito y me volví, asustada.

-Lo siento, fue el viento-se disculpó sonriendo.

Activo el apagador y una a una, las luces se fueron encendiendo. Al parecer la cafetería ya había cerrado, pero él seguía aquí.

-Todos se fueron hace una media hora más o menos-se encogió de hombros.

-No quiero quitarte tu tiempo-me apresure a responder-ya debes irte.

-No te preocupes, de todas maneras con el tiempo así, ni yo puedo irme-contesto deprimido. Paso a mi lado y me bajo una silla de madera. Después se dio la vuelta y desapareció por la cocina.

Fui a sentarme y titirité del frio. Aliento blanco me salió de la boca. Ojala no me diera gripe.

Hice una mueca, pensando en cómo estarían las cosas en el estudio. Luke debería estar hablando con la policía, para que me encontrara, y quizá estaría pensando en varias formas de asesinarme. Robert estaría en el hospital, posiblemente por un ataque cardiaco del coraje por mi culpa, aunque viéndolo por otro lado, no me importaba. Maggie debería estar tratando de localizarme por su cuenta. A estas alturas seguramente se habrán dado cuenta que mi celular está apagado.

¿Como escapar de uno mismo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora