Alexander
Abro los ojos. Estaba en un lugar iluminado, muy claro. El reflejo del cielo se veía claramente en la tierra, o más bien es como si no existiese división y fuesen uno solo. En frente mío veo una enorme balanza dorada. Esta ya no era la cueva.
-Ahora comenzará tu juicio- habló un perro negro con forma humana, vestido con una túnica blanca y accesorios dorados- Si el peso de la pluma es superior a tu corazón- hace un movimiento con su mano y mi corazón sale de mi pecho, era negro. Me deja sin aire por un momento, de rodillas en el suelo. Siento un ardor intenso en donde estaba mi corazón. Veo como en el medio de mi sangre roja hay tonos plateados, dorados, y del color de un diamante. El mismo se ve sorprendido aun así lo coloca sobre la balanza. Del otro lado de la misma habia una pluma negra.
Veo como al momento de apoyar la pluma en la balanza, esta misma baja y mi corazón queda elevado.
-Imposible- Un ser con forma de ave mira a Nicolas- ¡Dijiste que había matado!-.
-¡Es verdad Padre!- Nicolas me mira aturdido- tú, seguro hiciste algún truco-.
Estallo en una carcajada. Ahora entiendo que pasó. Genial, otro traidor.
-¿Qué hago aquí?- lo miro al peli blanco, el cual ya tenía otra apariencia, ahora un plumaje cubría su cuerpo. Este tiembla ante mi voz.
-No te asustes hijo, él consumió el fruto, no es más fuerte que un simple demonio inferior. Nosotros ahora somos más poderosos que él-.
Intento pararme pero vuelvo a caer.
-Pensé que eramos aliados, amigos. No te hice nada ¿por qué tu también?- mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas por la bronca, golpeo el suelo con un puño, no duele. Cada día descubro una nueva mentira, cada día alguien me traiciona, cada día mi vida peligra. ¿Cuándo acabará este sufrimiento?
-Lo siento pero necesitamos tu poder para seguir sobreviviendo-. Me mira apenado.
Cambia el panorama. Ahora estabamos en un desierto. El sol estaba en su punto más alto, el calor era como sentir fuego rodeándome.
De pronto mi cuerpo se eleva y quedo suspendido en el aire en la punta de una enorme pirámide. Veo como mi energía esta siendo absorbida por la punta de la misma.
-Con esto definitivamente despertarán todos, más fuertes que nunca-. Murmuró el ave.
Ahí comprendí todo, Dioses Egipcios.
Intento librarme pero no puedo. Pruebo decir de todo pero es en vano. Cada segundo me siento más debil.
Una idea cruza por mi mente. Intento que la sangre de mi cuerpo vaya subiendo hasta salir por mi boca. Poco a poco siento como va subiendo hasta empezar a salir de mis labios. Esa sangre con tonos de diferentes colores empieza a rodearme.
-Nadie más me va a quitar algo que es mío- mi sangre estalla manchando todo a su alrededor. Habian gotas de varios colores en todo el desierto. Me paro sobre la punta de la pirámide. Los veo aterrados. Atraigo mi corazón a mi cuerpo- Nadie más va a juzgarme - levanto a los 3 y les quito su corazón- ahora voy a ser yo quién juzgue-.
Pongo sus corazones sobre la balanza y del otro lado en vez de la pluma pongo mi corazón. Veo como los 3 corazones quedan del lado bajo de la balanza.
-Ven, no son más que basura-. Los 3 se ven aturdidos ante todo lo que estaba pasando.
-¡DEJA DE MANIPULARNOS!-
-Calla pájaro- me vuelvo a reír.
-¡NO LE HABLES ASÍ A MI PADRE!-.
Lo miro a los ojos, en algun momento llegué a pensar que era un posible amigo, pero no. Ya no más traiciones. Vuelvo a colocarme mi corazón, me sigo sintiendo débil.
-Muere-. Elevo su corazón y lo hago estallar. Veo como al instante comienza a agonizar.
-¡Hijo!-. Su padre va corriendo tratando de salvarlo.
Veo como el otro Dios intenta atacarme. Antes de que llegue a tocarme un pelo le pongo su corazón enfrente suyo.
-Sabes que tú también podrías morir-.
-Soy el Dios de la Muerte, yo controlo las almas, yo controlo quién muere. ¡inútil!- veo como con su enorme hoz negra intenta atacarme pero pongo su corazón en su lugar.
Escupe sangre pero su corazón pronto se convierte en cenizas.
-¿Crees que yo, Anubis, podría morir?- vuelve a atacarme y llega a cortarme. Aun sigo con los efectos de aquella fruta. No puedo sanar la herida.
Tendré que escapar.
Intento volar y abrir un portal pero es inútil. Veo como aquel Dios se estaba acercando. Intento correr con todas mis fuerzas mientras las gotas de mi sangre se convierten en lanzas intentando frenarlo.
-¡Lianas!- intento atraparlo pero este logra cortarlas como si nada.
-¡Los invoco demonios!- no apareció nadie ante mi llamado. Ya estaba a nada de alcanzarme, esto no esta bien.
El desierto parecía infinito pero yo ya no tenía más energía.
Volteo y justo cuando estaba a nada de atraparme veo como se queda congelado. Como si el tiempo parase.
Veo la sombra de unas alas enormes.
Mierda son los Ángeles.
Ya no puedo huir más, caigo de rodillas con los brazos al cielo.
-Me rindo-.
Levanto la cabeza y veo que en el cuerpo de las alas habia una cabeza de león.
-No vine a quitarte la vida y aunque quisiese he visto que no podría-. No comprendo lo que dice. Por más que me diga que no me matará, conociendo mi suerte, lo intentará tarde o temprano.
-¿Entonces qué quieres de mí?-.
-Soy Zurvan, Dios del tiempo y el destino. Por favor, ayudáme a salvar a mis hijos y te ayudaré a encontrar el alma de tu amado-. Abro los ojos de par en par. ¿Cómo sabía él sobre eso? - Tiempo y Destino - repite de nuevo.
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Pacto con el Diablo (Gay)
FantasyWilliam es un adolecente de 17 años, al cual podemos catalogar como el típico "gordo", "nerd", "tonto", "feo", "payaso de la clase", estos y muchos más adjetivos de los cuales nadie estaría orgulloso. Pero una noche, queriendo acabar con su miserabl...