1- Julián Álvarez

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Sofía y Julián


Era un pensamiento que pasaba constantemente por su mente.

O más bien un deseo.

Tal vez incluso una necesidad.

Sofía adoraba lo bueno que podía ser su novio Julián con ella, pero no podía evitar sentirse frustrada cuando la llevaba a la cama y la trataba como si fuera de vidrio, como algo que se rompería al menor toque.

Capaz que fue una queja tonta. Al menos eso es lo que sus amigas le dirían, la cagarían a pedos por odiar lo cariñoso y diligente que era su novio durante el sexo, porque ¿por qué querría a alguien que la tratara mal durante el sexo? ¿Alguien que tomó lo que quería cuando lo quería? No tenía sentido, especialmente para una chica como ella, alguien que nunca tomaba riesgos y nunca se ponía en peligro.

Pero hubo momentos, días que pasó imaginando cómo se sentiría su mano alrededor de su garganta, enredada en su pelo mientras la tomaba por detrás, las caderas golpeando con tanta fuerza las suyas que seguramente dejaría una marca al día siguiente.
El deseo de que su Juli perdiera el control se volvió tan fuerte que comenzó a interponerse en su vida diaria y no pasó mucho tiempo antes de que fuera todo en lo que pudiera pensar.

Así que no fue realmente un shock (al menos para ella) cuando finalmente habló y dijo algo.

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En lugar del final de Antropología que tenía que rendir el martes, toda la atención de Sofi estaba en el jugador: la forma en que su codo descansaba contra el brazo del sofá, un pie apoyado en el sofá mientras el otro colgaba en el suelo y, finalmente, la forma en que sostenía un porro arrastrándolo perezosamente a sus labios. Su pie rozó su muslo y él murmuró una disculpa por lo bajo, a lo que ella solo pudo responder con un pequeño asentimiento.
En un intento por al menos tratar de concentrarse, se había sentado en el otro extremo del sofá cuando se unió a él y a su perrito Coco para su noche de cine diaria, pero no le sirvió de mucho ya que él era todo en lo que podía concentrarse.

Con un chasquido de dientes, pasó al siguiente párrafo, ahogando con éxito los disparos que fluían ruidosamente de la tele. Por un tiempo, fue capaz de leer un par de apuntes, con el pecho lleno de orgullo por el hecho de que finalmente estaba empezando a entenderlo. Hasta que un gemido sensual y femenino se disparó por el aire, sobresaltándola de su ritmo concentrado.

Ya con la cara roja, miró hacia arriba, con los ojos muy abiertos ante la escena de sexo lascivo que se estaba desarrollando, y dio la casualidad de que el actor masculino estaba empujando a la mujer por detrás.

Con sus piernas cruzadas y los muslos apretados, cuando miró a su izquierda, encontró a su novio mirándola fijamente, con los ojos ligeramente entrecerrados pero aún atraídos por la vista.

-Está siendo un poco bruto con ella, ¿no? Murmuró, el extremo de su porro destelló rojo cuando se lo llevó a la boca una vez más.

Su cabeza se inclinó hacia un lado. -Suena como si le gustara.
Ella se encogió de hombros, presionando la punta de su lápiz en la página cuando sintió que él la miraba fijamente.

-Cómo le puede gustar eso gorda? Tirarle así del pelo, escupirla y esas cosas, tiene que doler.

La mina del lápiz se rompió.

-Que se yo, capaz se sienta bien. -con cuidado lo miró, tragando saliva cuando él levantó una ceja- A algunas personas les calienta eso, creo.

Juli gruñó suavemente, ajustando su posición para sentarse más derecho contra el brazo del sofá. -No sé Sof, yo nunca podría hacerte eso, lastimarte a propósito. Su dedo golpeó un poco de ceniza en la bandeja, apenas encontrándose con su mirada cuando sus mejillas se tiñeron de rosa.

Scaloneta One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora