"Tu novio te dejó eso"
Levanta la vista para ver a Marcos apoyado en la encimera de la cocina, a la mitad de un mate y hojeando su celular con la mano libre.
Su hermano parece desconectado de casi todo lo demás, incluido el hecho de que Zaira acaba de llegar de la casa de su novio, todavía usa su remera y le envió un whatsapp con una foto para probarlo.
Después de tres horas juntos, parece bastante improbable que cruzara la ciudad en auto y dejara una entrada para ver este tipo de espectáculos juntos, en la mesa del comedor de ella en el tiempo que ella tardó en ir al baño de su casa.
"Si no creo que la crítica de cine sea lo de Enzo" bromea, mientras Marcos revuelve la bombilla, el ruido resuena en la habitación contigua. "¿Quién lo mandó? ¿Fue mamá?"
Su hermano suspira suavemente, finalmente alzando la vista para encontrarse con su mirada con un rostro demasiado revelador para esta charla nocturna en la cocina. Hay un latido, como si estuviera esperando a ver si Zaira está captando lo que realmente se dice acá, antes de ofrecer alguna aclaración.
"No, tu otro novio", afirma, girándose para dejar caer una cuchara en la bacha, en un intento descarado de evitar la confusión que cruza su rostro. "Julián vino hace un rato".
Hay una presión instantánea en su pecho, un aumento repentino de adrenalina simplemente por el nombre, por el deber que otra persona le está asignando. Quiere quitárselo de encima, ofrecer un desvío casual, pero nunca ha sido muy buena mintiendole a Marcos.
Su hermano sale de la habitación sin decir una palabra más, y Zaira se va con un regalo sorpresa y un corazón acelerado, deseoso de confirmar y negar esa declaración.
Esto no es eso.
-
Ella le menciona el evento a Julián por primera vez, a principios de la pretemporada, ambos pasaban el rato en las butacas vacías del Monumental.
Dividieron un paquete de Doritos y gomitas agrias, hablaron de planes de verano y de lo mucho que Zaira tenía que estudiar. Enzo pasa entre otros jugadores, cuando llega a ellos deja besos en su cabeza y una pequeña y graciosa palmada en el hombro de Julián, la mano se demora demasiado antes de que él la retire.
Ella se pregunta si él se da cuenta, si es intencional. O si simplemente se siente rutinario, un instinto normal. La forma en que fue con ellos primero, cómo él agarraría su mano en cada momento, el deseo de mantener el contacto tan casual que ni siquiera parecía registrarlo para él. O si lo hizo, no hubo vergüenza, ni miedo. Sólo el querer algo tan tierno y verdadero. Tan inocente.
Julián si se da cuenta, eso es seguro. Nota la forma en que los ojos de Zaira se demoran en sus brazos, cómo a Enzo le gusta sentarse justo a su lado en el sillón de su casa, tan cerca que sus rodillas pueden chocar. Se da cuenta del cambio, cómo pasó de lo que era -sexo caliente, tan caliente, una fruta prohibida que no puede dejar de disfrutar- a algo que se siente... Dulce. Amable.
Aún seductoras, aún eléctricas, las noches que Julián pasa en su cama, las largas horas que se dedican el uno al otro. Pero la emoción ilícita se desvaneció y, en cambio, sus interacciones se sienten cómodas y familiares. Hay una sensación de terreno común, como si los tres estuvieran compartiendo una asociación igualitaria en esto. Todos compartiendo algo.
-
Comienza con el sexo.
Ella no espera nada más que algo único, un -Sólo por la anecdota- solo para decir que lo hizo. Lo intentaron, lo pasaron muy bien y ahora pueden volver a ser una pareja normal y cerrada. Cierra esa puerta para siempre. Es divertido mirar detrás de la cortina, pero nadie vive ahí para siempre.