3- Alexis Mac Allister

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Mia y Alexis

La mejor sensación que Mia ha conocido hasta ahora: la piel de Alexis contra la suya.

Su aliento, su calor contra su cuello.

Su creciente barba, frotándose áspera contra su pecho.

Su sonrisa, que se pliega en sus labios y que ella ni siquiera nota, demasiado ocupada mirándolo a los ojos.

Su mano, acariciando su rostro y luego su cabello, como si simplemente pudiera hacerlo para siempre y nunca dejar de obtener satisfacción.

Cierra los ojos bajo su toque con la cabeza apoyada en su pecho y bajo el paso de las yemas de sus dedos. 

"Me gusta cuando te quedas a la mañana". El afirma con sus brazos rodeándola. Su pulgar acariciando su espalda tan lentamente y se siente relajante. 

"¿Sí? ¿Y por qué?" Ella se ríe. 

Él se levanta de ella, flotando sobre su cuerpo debajo de él, soportando su peso y su rostro acercándose al de ella; dejando simples besos por su mandíbula, por el borde de su boca. Forma una sonrisa en su barbilla cuando habla de nuevo. 

"Para poder arrastrarte a la ducha conmigo". 

"Ah bueno pajerín". Ella juega el juego de la exasperación, asegurándose de que él la atrape alzando los ojos al cielo metafórico. Es una buena escritora pero una pésima actriz. La lengua se encontró con la suya después, los besos se volvieron húmedos, profundos y ardientes. Se saturan con un rosa bebé que se vuelve rojo. Los toques nutritivos y ligeros de su mano se vuelven mucho más profundos e intensos. Raspa contra el zumbido de su cabeza.

Es un tipo agradable de dolor punzante que siente cuando su labio inferior se pliega y se estira entre los dientes.

"Quiero más." ella murmura. Justo en su boca. Como cada beso que toma un vuelo de sus labios para morir en los de él. Él lo entiende, su pulgar ya no se apoya en su columna sino en su garganta, presionando contra ella, como para exigirle que estire el cuello y le dé más de sí misma. Más de sus besos. Más de esta lujuria llorosa despertando como un dragón en la mazmorra, más de esta necesidad por él que ella protege desde su garganta hasta sus muslos. Incendiario que es, enciende lo que no debe.

"Te amo." Ella dice sin aliento. Él quiere más de eso. Más. Más. 

"Te amo." Ella repite. Y otra vez, y otra vez. Por cuánto tiempo él desea.

Ella arde en sus manos. Ella es todo labios carnosos que quedan boquiabiertos y el más cálido de los ojos verdes. Piel que quema: todo sellos y enrojecimiento dejados por sus besos ásperos y la presión de sus manos, piel que se estira y deja un espacio en blanco para acomodar su toque. 

"Te amo." Ella dice.

Y a él también le encanta todo eso, todo lo que ella trajo consigo desde que la vio en la estancia de su tío en La Pampa. Desde que se convirtieron en mejores amigos, luego en amantes y finalmente en novios.
Le encanta este aroma de ella ahora impreso en sus sábanas y almohadas. Le encanta esta ropa que queda esparcida y tirada por el suelo. Su nombre en su historial de llamadas escrito de lado a lado en conversaciones de horas de duración. Las canciones que ella elige y que todavía estan en pausa en su celular. La sensación de ella, apretándose alrededor de su miembro, los párpados cayendo y las mejillas ardiendo, " Ale... " escapando de su boca una y otra vez como si fuera un grito de ayuda, no podría dejar de mirarla a la cara aunque su vida dependiera de ello. Solo que es demasiado para explicar, demasiado largo para envolverlo con palabras bonitas pero pasajeras.

Él sólo arrastra su pulgar debajo de su ojo, la almohadilla de piel mojada por un orgasmo. Y luego, hay palabras nuevas tan desconocidas para su boca y le acarician la oreja y luego, a veces, ella siente su palma contra su estómago, como acariciando algo que aún no está ahí pero que existe en sus sueños, y se ríe. de nuevo y susurra: "Ya sabes que yo también te amo, Mia".

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Cortito y tierno💜

Hoy andamos inspiradas parece

Scaloneta One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora