Aldana y Nicolás
Aldana estaba en problemas, serios problemas.
Se encontraba en una fiesta a la que su padre, Alejandro, le había prohibido asistir. Estaba pasando un gran momento, cuando de repente lo vio.
Nicolás; compañero y gran amigo de su papá, sabía que en el momento en que la viese, saldría corriendo a contarselo a él.
Así que hizo lo que mejor sabía hacer. Creó una distracción.
Se acercó discretamente hacia él y le pidió que la lleve a su casa. Nicolás al principio dudó, pero cuando vio rastros de alcohol en sus ojos, decidió que era una buena idea.
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Al llegar al departamento que su papá había comprado para ella, lentamente, se puso de rodillas y se cernió sobre él, su mano agarrando su hombro cuando se inclinó cerca de su oído. "Sabes, no estaba jodiendo cuando dije que quería que me cachetearas el otro día". Ella mordisqueó delicadamente el lóbulo de su oreja y agarró su muñeca, tirando de ella hasta que descansó contra su cola.
Él la acarició allí, sus toques firmes y codiciosos, pero se apartó de ella en el siguiente minuto, murmurando sobre cómo se suponía que debía irse porque lo estaban esperando.
"No tenes que cogerme", dijo con descaro, colocando un beso caliente y deseoso en sus labios. “Solo quiero que me pegues, creo que me porté muy mal hoy".
Nicolás se estremeció debajo de ella, sus ojos buscando su rostro sonrojado mientras contemplaba su propuesta. Podía decir que él quería ceder, todo lo que tenía que hacer era presionar un poco más.
Impaciente, Aldana se puso de pie con las piernas temblorosas y se acostó sobre su regazo, sus pantalones cortos subieron cuando arqueó su cola en el aire. Sus dedos se extendieron contra los almohadones del sillón y su cabeza se inclinó hacia un lado, su respiración saliendo a borbotones.
Cuando pasaron unos momentos y él no le puso una mano encima, ella comenzó a dudar de sí misma, avergonzándose cada vez más por lo desesperada que parecía. Pero antes de que pudiera sentarse, sintió la palma de él contra su culo, la otra mano presionando su espalda. Se le puso la piel de gallina cuando sintió que su mirada la quemaba, y antes de que tuviera tiempo de registrarlo, él la golpeó con fuerza en la mejilla izquierda, apenas deteniéndose antes de cambiar a la derecha.
Ella no pudo evitar gemir cuando él aceleró el paso, golpeándola más y más fuerte con poco remordimiento. Se sentía hinchada entre los muslos con cada golpe y podía sentir su carne ardiendo, pequeños pinchazos de dolor acumulándose contra la superficie.
"¿Esto es lo que querías?" Se burló, respirando silenciosamente por la nariz mientras luchaba por contenerse. Lastimosamente, ella respondió con un manso 'sí' y se movió hacia atrás contra él, sus caderas rozaron contra su muslo mientras buscaba cualquier tipo de fricción.
“Por favor, más…” Empezó a tirar de sus pantalones cortos, intentando quitárselos sin siquiera desabrocharlos. Quería sentirlo sobre ella, debajo de ella, como pudiera conseguirlo.
"Aldi-" Protestó él, extrañando su calor al instante cuando ella se puso de pie para quitarse los pantalones cortos, su respiración pesada cuando cayeron alrededor de sus tobillos. Ella era hermosa. Incluso mientras estaba allí de pie con una bombacha arruinada, su maquillaje estaba ligeramente corrido y su pelo todavía reflejado por el humo de cigarrillo que había en la fiesta. Quería verla así para siempre, despertarla por la mañana y abrazarla libremente sin preocupaciones.