Yūgen - Matsuno Chifuyu/Ryusei Sato X OC

2.

—Creo que ya entiendes de donde heredó Kei su fuerza bruta.— Le dije, me sonrojé un poco después.

—¿Kei?— Preguntó confundido.

—Así es cómo ella me llama. Ya sabes, cosas de hermanas menores.— Contestó. ¿Acaso no le gustaba como le decía? Le hice una mueca. —Calma, solo lo dije por molestarte.— Rio.

—No volveré a llamarte así, entonces.— Me crucé de brazos. Sí solo quería bromear, le seguiré el juego.

—Hey, no te pongas así, fue solo una broma.— Me abrazó.

—Baji-san...— Chifuyu veía la escena algo incomodo. Pensaba en lo tierno y cariñoso que era hacia su hermana. Ambos volteamos a verlo.

—Hey. No le digas a nadie...— dijo Keisuke. <<¿debería sentirme ofendida?>>

Claro que lo tenía, pero Keisuke era, es y será tan reservado con sus sentimientos que nadie había visto cierta faceta de él. Podía hablar muy lindo de su familia tan libremente pero este tipo de gestos nunca los podrían ver fuera de estas cuatro paredes.

—No. Ya enserio, Chifuyu, lo siento. Por favor no le digas nadie sobre esto que acabas de ver.— Sonrió. —Ella es mi hermana Miname.— Dijo mientras buscaba algo por toda su habitación.

—Oh, pues e-es un gusto conocerte... Baji-san— Nervioso, extendió su mano hacia mi.

Ahora lo recuerdo. Fue hace poco.

El inicio de mi primer año de secundaria... no fue lo que había estado pensando. Lleno de aquello que había prometido alguna vez alejarme por ciertas razones.

Aquel peinado raro estaba muy de moda en esos días, principalmente por rufianes y delincuentes. El uso excesivo de gel de varios alumnos para lograr que su cabello estuviera en su lugar era notorio.

Sin embargo, al único que parecía quedarle bien ese look era a aquel rubio teñido, con una perforación en su oreja izquierda.

No voy a negarlo, sus ojos siempre me llamaron la atención. No era muy común ver ojos celestes, por lo menos para mí. Y el rubio le daba un toque muy estético y bonito.

Si, Matsuno me atraía de cierta manera... Nada romántico, solo era pura atracción física.

No me atrevía a hablarle, y cuando finalmente me decidí a hacerlo, vi como este golpeaba a unos alumnos de mayor grado. Al parecer estos se encargaban de molestar y agredir a los de menor curso. Lo admito, se lo merecían, pero por eso había terminado herido hoy mismo.

Y en este momento, ese mismo chico estaba frente a mi, en la habitación de Keisuke. Sin ningún indicio de recordarme.

—Es un gusto también Matsuno.— Correspondí a su saludo.

—Puedes llamarme Chifuyu, Baji-san.—

—¡De acuerdo! Entonces, es un gusto Chifuyu.— Sonreí. —Tu puedes llamarme Miname o Mina.—

Nadie sabía que estaba pasando dentro de aquel muchacho, pero él estaba tan emocionado y nervioso, pues era la primera vez que hablaba con una chica, y sobre todo, que está misma le había sonreído. Supo disimular muy bien.

El rubio miraba atento a las diferentes fotos y cuadros, algunos colgados en la pared y otros postrados en un librero, justo donde estaba la foto más preciada para ambos, más para Keisuke. Los fundadores de la ToMan.