Capítulo 07: Las Sombras del Héroe.

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Bueno, me he tardado demasiado esta vez, no me sorprendería que la mayoría ya incluso se olvidarán que está historia existe, y siendo muy sincero, la razón de tanta tardanza era simple pereza, tuve tiempo libre para trabajar en esto, pero no sé, simplemente no tenía ganas, escribía un rato y luego me la pasaba perdiendo el tiempo el internet, además que en lugar de centrarme en completar las que ya tengo publicadas, estuve pensando en nuevas historias y escribiendo otras, todo un maldito desorden, por lo que en verdad no puedo prometer que los siguientes saldrán más rápido, pero al menos si serán largos, aunque no estoy seguro de si su calidad sea buena, este en especial lo sentí meh, la información que di es medio relevante, pero como que la escritura no me convence, pero bueno, eso ya ustedes lo decidirán.

El cielo lentamente se iba oscureciendo, el sol se ocultaba en el horizonte, como si el océano se lo estuviera tragando, su luz era cada vez más débil, y los pocos que se tomaron la molestia de presenciar eso, sintieron una gran melancolía. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que algunos ni siquiera podían asimilarlo por completo, mucho de lo creado con tanto esfuerzo ahora se encontraba en ruinas, las batallas no se detenían, los miles de cadáveres de monstruos eran apilados, las piezas útiles eran recolectadas y lo demás incinerado, lo que hasta hace poco eran días hermosos, se estaban volviendo sombrías noches.

El asqueroso hedor de los cuerpos en descomposición asfixiaba a las personas, era distinto a la mazmorra, los monstruos simplemente no se convertían en cenizas al quitarles la piedra mágica, el mucho tiempo se perdía eliminando los restos, ya que estos al podrirse liberaban una esencia venenosa, que lentamente podría deteriorar el entorno. Aquel parecía un trabajo interminable, ya que las bestias no dejaban de aparecer, especialmente de la zona a noreste del reino, donde había un gran bosque, siendo parte de la familia Artemisa y Apolo los encargados de investigar aquella área y descubrir el origen. 

Cientos eran los heridos, tantas eran ya las tumbas que se tuvieron que cavar, e incontables las lágrimas que fueron derramadas, no había una sola persona en aquel reino, que no sintiera un gran pesar por lo que había sucedido. Aun podían escucharlo, como hace tan solo un par de meses atrás, la reina de Orario y aquel que llamaban héroe, proclamaban que muy pronto aquella nación, llegaría a ver su momento de mayor esplendor, pero como si fuera una mala broma, como si alguien lo estuviera esperando, cuando el momento de dar un paso hacia delante llegó, todo aquello comenzó y aún no había terminado.

Muchos eran los proyectos que se estaban realizando en cada rincón, lo que antes parecían propuestas ridículas de un niño demasiado soñador, lentamente estaban tomando forma en la realidad. Décadas atrás, cuando aquel joven apareció, muchas cosas desagradables se rumoraban, ya que había un retrato en el palacio de Vesta, donde la imponente figura de un hombre de cabellos blancos se alzaba, aquel era el primero de los Argonautas, el hombre al que la diosa amaba y nunca dejó de amar, razón por la que mucho se dijo sobre Bell Cranel, tan solo sedujo a Vesta con el gran parecido que tenía con Arcus Grandbell.

La diosa le ofrecía demasiado, le daba todo lo que quería y siempre estaba al pendiente de sus necesidades, pero aquel joven se negaba, aunque muchos lo vieron como una forma de engañarlos a todos, de hacerse pasar por una persona honesta y sencilla, como alguien desinteresado que no toma lo que ha ganado, y aquello se repetía ya que no conocían la verdad detrás de su origen, simplemente un día apareció y lo tuvo todo. No sé sabía quién era o que buscaba, la primera vez que lo vieron en Orario, fue estando en compañía de Vesta, y eso encendía las alarmas de todos los que alguna vez vieron el retrato de Arcus. 

Fue tomado por la diosa Hera bajo su cuidado, y estando siempre rodeado por mujeres, era la envidia de cualquier hombre. Había sido bendecido con un rostro tierno y delicado, con unas características muy marcadas que lo hacían parecer un inocente conejo blanco, algo que cautivó a muchas mujeres, pero también poseía un carácter fuerte y decidido, era imposible hacerlo cambiar de opinión sin tener un buen argumento, además de poseer un talento impresionante para el combate con cualquier tipo de arma, y sin contar con un intelecto que lo igualaba a los grandes genios de la ciudad, simplemente perfecto.

El último ArgonautaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora