𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐥𝐲 𝐓𝐡𝐞𝐫𝐞

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Cuando la carroza paró, Minho supo que era momento de bajar

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Cuando la carroza paró, Minho supo que era momento de bajar. Arregló su traje y bajó de la carroza, caminando por la enorme alfombra roja escaleras arriba.

Llegó a la entrada y los guardias lo observaron, perplejos. Nunca habían visto alguien con tal belleza. El muchacho entró haciendo una reverencia hacia ambos guardias, perdiéndose en el fondo dorado del pasillo.

— ¿Lo has visto? —Dijo un chico, bajito pero de músculos fuertes—

— Es precioso.. —Susurró, un muchacho alto con ojos semejantes a los de un zorro— Su aura es...

— Impresionante —Terminó el otro muchacho—

Los dos hombres se habían quedado sorprendidos al ver a un chico tan bello como Minho. Mientras tanto, el chico miraba toda la decoración con sus preciosos ojos brillantes. La sala era enorme, había mesas repletas de comida, una orquesta, un palco para el rey y el príncipe y una fuente, dividiendo la zona de descanso de la pista para bailar.
Minho no podía estar más contento, había acudido finalmente a un baile. Era su momento de brillar.

Empezó a caminar, dándole vueltas al lugar con curiosidad, hasta que la fuerte voz del rey Bang resonó en sus oídos. Al levantar la mirada hacia el palco, vio que el príncipe también estaba allí.

Llevaba el traje tradicional de los príncipes, blanco con detalles dorados. Su cabello estaba peinado hacia ambos lados, muy atractivo a ojos de Minho.
Todos los presentes les prestaron atención, como se debía hacer.

— ¡Bienvenidos al baile! —Exclamó el rey—

Se escucharon gritis ilusionados por parte de la gente que atendió al baile.

— Creo que ya sabéis que mi hijo Bang Chan pronto será coronado —Siguió— Y eso significa que debe buscar una pareja con quien formalizar..

Minho sonreía levemente, pensando en lo afortunada que sería la persona que el príncipe Bang elegiría.

— Por eso mismo, voy a permitir que mi hijo baje y pueda bailar con quien él decida —Avisó—

El joven príncipe se levantó de su lugar y saludó, serio. Todos los presentes gritaron enamorados, incluso Minho, aunque él lo hacía desde la lejanía.

— ¡Que comience el baile! —Gritó con fiereza—

Nada más bajar el príncipe, una gran masa de gente fue hacia él. Minho no, porque sabía que eso debía ser agobiante para él. De mientras, volvió a dar una vuelta por toda la sala, llegando hasta la pista de baile. Un muchacho se acercó a él y le dijo si quería bailar, y él obviamente aceptó, feliz. Todo el mundo con pareja empezó a bailar, incluso Bang, pero Minho no podía prestarle atención, se divertía cuando cambiaban de pareja en los giros en medio del baile.

De repente, sintió una fuerte mano agarrar su cintura y otra su mano. Cuando miró a la persona frente a él, se dio cuenta de que era el propio príncipe, que lo miraba con una pequeña sonrisita. ¿Había sido casualidad? ¿Qué tanta suerte podía tener Minho? Se había quedado sin palabras.

𝐂𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑𝐄𝐋𝐋𝐀 ᯽ 𝐁𝐀𝐍𝐆𝐈𝐍𝐇𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora