Saber como es besarte

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Amaneció en la isla de Vaiana, la muchacha se estiró y percibió el otro lado de la cama frío y vacío. Maui no había dormido esa noche con ella.

¿Si no sentía atracción física porque no había dormido con ella? A ver, dormir con ella era mucho más cómodo que dormir sobre la hierva o posado en una rama de un árbol. En el lecho había suficiente espacio para ambos.

El sonido de los pájaros, la corriente del agua y el tenue sonido de la brisa chocar contra la cabaña le dieron una paz rara vez conseguida. Vaiana decidió que le apetecía un buen baño en las aguas termales que tenía a tan solo dos pasos de distancia.

Era muy temprano aún, no había rastro de Maui, así que pensó que él aún seguía descansando en algún sitio. Su amigo era bastante dormilón así que no le dio más vueltas y al salir de la cabaña se desnudó y se tiró de un salto al interior de la transparente y humeante agua caliente.

Estaba increíble. Nadó un poco de un lado a otro y chapoteó como una niña. Echaba de menos a Maui, pero aquello tampoco estaba mal.

Maui, por otro lado, convertido en un camaleón observaba la escena anonadado.

Si no estuviera locamente enamorado de Vaiana y si no quisiera besar con pasión desenfrenada a su esposa seguramente se tiraría desde la rama donde estaba directo a la laguna termal y le pegaría un buen susto. Después desnudos jugarían hasta que oscureciera pero de una manera mucho más inocente de la que su sucia mente pensaba en esos instantes.

La había podido ver desnuda de nuevo, y había observado con devoción que ya no quedaban vestigios de la infancia en ella, que era una bella mujer completamente, y cada poro de su esbelto y cuidado cuerpo femenino lo gritaba. Vaiana era un monumento que él quería visitar  tocar y hacer suyo, pero no podía.

La hubiera mirado eternamente, pero temía que ella finalmente se sintiera observada y lo pillase. Además era indeciso, Vaiana era su amiga, no podía seguir mirándola como un depredador, eso era una falta de respeto.

Se fue con su forma de camaleón a otra parte de la isla y trató de ocupar su mente cazando un rico desayuno para ambos, aunque la imagen de Vaiana desnuda jamas desaparecía del todo y siempre regresaba a su imaginación.

Sus tatuajes de maui y Vaiana ya habían consumado el matrimonio, estaban siempre besuqueandose y haciendo obscenidades,obviamente fuera de la visión de Vaiana. Y Maui les tenía envidia, porque era su luna de miel y su moralidad y conciencia le prohibian tocar a la Vaiana de carne y hueso. 

– Ni se os ocurra daros si quiera un simple beso delante de ella o os borraré- les amenazó, cuando regresaba a la cabaña, muy nervioso por verla.

Los mini Maui y Vaiana asintieron asustados.

Volvía con dos liebres y unos cuantos mangos.

Vaiana ya había salido del agua y estaba vestida con su atuendo habitual y tendida sobre el césped mirando la línea que separa el cielo del océano, se la veía feliz. Se le iluminó aún más el rostro cuando vio aparecer a Maui con la comida.

Se levantó del suelo como un resorte y corrió hacia él para abrazarlo. Maui enrojeció, pero intentó actuar con naturalidad.

– Maui, promete que no vas a dejarme otra vez - susurró Vaiana.
–Lo prometo, Jefa - confirmó él y le dio los mangos  separandola al instante de él, si seguían así de pegados se la iba a desayunar a ella y no el conejo.

– pela la fruta, yo despellejaré las liebres y las asaré, estoy hambriento- indicó el semidiós.

Vaiana asintió y se puso manos a la obra. Hicieron la comida juntos y la comieron en la roca plana junto a la laguna. Disfrutaron de la comida y de conversaciones banales entre ellos. Hasta que vaiana le dijo de repente y sin contexto:

El Semidiós Y La Princesa (Maui y Vaiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora