[Capítulo 1]

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Woodstock, Vermont.

Era un frío 2 de noviembre de 1969 por la mañana, eran las 7 a.m. para ser exactos, pero Min Yoongi. Estaba despierto desde las 5 a.m. cuestionándose si debía ir o no al colegio, es decir, ¿valía la pena tanto esfuerzo? Siempre terminaba solo y sucio.

¿Quién le aseguraba un excelente futuro solo por estudiar? Nadie.

Min se veía todas las mañanas en el espejo con y sin camisa, cada vez se recriminaba por verse más delgado y ser tan débil, pero, ¿Qué podía hacer él si no había comida todos los días?, iba camino al colegio y veía a los demás estudiantes de último año, sabiendo que en pocos meses el sería uno de ellos.

<<Vaya mierda>> pensó Yoongi.

A veces pensaba que hubiera pasado si su madre nunca hubiera fallecido, ¿eso hubiera cambiado el rumbo de su vida?

Yoongi se quedó parado en medio de la calle y giró su mirar hacia la derecha viendo como ya iba aclareciendo el cielo y que nuevamente, solo se encontraba él solo. No había nadie, los demás estaban con su gente y él siempre estuvo...

Solo.

Se arrodilló, aferrándose a sus delgadas piernas y cubría su cara en medio de sus brazos para que nadie le viera quebrantarse, no había nadie, pero no quería que igual le vieran. No quería sentirse débil o al menos mas de lo que ya se sentía.


[...]


Ya había finalizado la segunda clase del día, Yoongi solo estaba sentado mientras su mente estaba en otro lado o ni siquiera eso, solo en blanco. Todo marchaba normal hasta que de nuevo fue el ojo de aquellos que se encargaron de desgraciarle gran parte de su adolescencia. Uno de los principales era aquel chico alto de cabello negro con notable ausencia de atención paternal, llamado: Dom.

Empezó a patearle la silla, lanzarle pequeños papeles en la nuca y Yoongi no aguantaba un año más esa humillación, esas burlas, esas risas, ese abuso. Ya no más.

Se paró lentamente, salió de su asiento y nadie estaba listo para lo que verían a continuación.

Min se giró y pateó fuertemente al chico en todo el pecho haciendo que se cayera y se golpeara con los casilleros que se situaban atrás de él.

Ese sentimiento de poder haber realizado aquello que por miedo no lo hacías, tanto rechazo social, tantas críticas. Al fin, Min Yoongi, se sentía valiente después de tanto. Lamentablemente ese gusto no le duró mucho porque sin darse se encontraba acorralado detrás de las cortinas del salón.

Le escupían, golpeaban la cabeza, le daban cachetadas, tantas maneras de hacer sentir humillado a un ser humano, todo eso lo sintió él y nadie le ayudaba. Nunca le ayudaron, pero el no era la primera víctima.

- Así que muy valiente Min. Ahora soporta esto – los siguientes golpes en todo su cuerpo fueron detonante para que su delgado y delicado cuerpo no aguantara más y cayera al piso.

El profesor llegó y vio a Min tirado en el piso, así que pidió a Jung Ho-Seok que lo llevara a enfermería. Habían transcurrido 2 horas y Min Yoongi no reaccionaba y a Jung empezaba a preocuparle; aunque, debería volver al salón, no quería hacerlo.

Miedo.


[...]


Eran las 12 p.m. y por fin vieron los ojos de Min abrirse, la enfermera y Jung pudieron suspirar de alivio.

-Joven Min, pensé que no despertaría. Me alegra que despertara.

Mientras ellos se alegraban, Yoongi sufría y prefería no haber abierto los ojos nunca más. ¿De que servía abrirlos si su vida sería igual de mierda?

Yoongi se fue a la cancha trasera a sentarse detrás de unos bancos, tratando de que el dolor se alivie, pero el dolor físico no se comparaba con el dolor mental.

Todos esos pensamientos intrusivos fueron interrumpidos por una voz muy suave de alguien que se le acercó.

-Así que eres el famoso Min Yoongi, pensé que serías más guapo. Me siento honrado, soy Jimin-El chico de cabello naranja le tendió la mano con una sonrisa encantadora.

El chico solitario sentado detrás del banco en el patio trasero apenas visitado lo mira fijamente y susurra: No te lo pedí, vete a la mierda.

- ¿Cómo? Soy muy bueno contigo - Exclamó enojado el pobre muchacho.

-Te dije que salieras y fueras amable con otras personas, no con un perdedor como yo.

Min Yoongi se puso de pie, los dos se miraron, Jimin estaba a punto de decir algo, hasta que Min abandonó el lugar aún más rápido, dejando solo a Jimin. Pero evidentemente, eso no fue obstáculo para que el chico de cabello naranja se le acercara nuevamente.

-Oye tú – le agarró el brazo haciendo que Yoongi se detenga.

-No me dejes, soy nuevo aquí. Muchos pronunciaban tu nombre en los pasillos, supuse que eras popular por eso me tomé el atrevimiento de preguntar por ti.

Eso cautivó el corazón de Min, pero, ¿y si le estaba mintiendo?, no lo creía.

-Así que eres nuevo, no te metas en problemas de otros, mejor mantente al margen. – se soltó de su agarre, pero no le sirvió porque nuevamente fue tomado.

- Me llamo Park Jimin -fue interrumpido.

-Lo sé.

-No me interesa si ya lo sabes porque te lo dije, muchacho grosero, solo quiero ser tu amigo – decidió soltarlo, quizás no podía forzar una amistad con aquel chico.

Lo que Yoongi no sabía es que Jimin compartía la misma trayectoria que él.

Dos almas solitarias en un mundo egoísta.

Yoongi lo miró fijamente y cabe recalcar que, si la mirada de él era penetrante, la de ese chico era aún más, pero tenía ese toque coqueto.

-Por más que quieras ser mi amigo, no puedes, ni puedo. Así que ya déjame en paz.

- ¿Por qué?

Ese chico no se rendía.

-¿No me escuchaste lo que te dije hace unos minutos? ¡SOY UN PERDEDOR JIMIN! Así que ya lárgate.

Suavemente Park musitó. – entonces seríamos dos perdedores...

<<Deja de ser tan grosero, ábrete y acepta su amistad, Min>> pensó a sus adentros, pero era difícil para alguien quien fue lastimado toda su vida.

-Está bien – se volteó y Park lo miró confundido. -, podemos ser amigos.

Los ojos de Jimin brillaron como si la galaxia estuviera en su mirar y sonrió a tal punto que ni sus ojos podían verse, haciendo que aquel chico dolido, pudiera sonreír.

Pudo volver a sonreír y esa sonrisa la provocó solo una persona.

Park Jimin.

Park Jimin

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Ma Sérendipité [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora