Capítulo 2

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[YO]: esta noche te hago empanaditas caseras gordo

[YO]: en una hora y media maso ando por allá

[YO]: -sticker de Maradona tirando besos-

Con el changuito cargado, Licha aprieta el ícono de enviar en el celular y lo bloquea, guardándolo en el bolsillo de su jean. Juli tiene la casa bastante desabastecida, así que es obligatorio pasar por el super antes para conseguir todo lo necesario para armar el relleno y la masa. Harina de trigo, huevos, manteca, cebollas, ajo, morrón, comino, pimentón... sí, aceitunas, sal y azúcar debe tener en la casa. El entrerriano hace una mueca y sacude su cabeza, encaminándose para la góndola del azúcar por si las moscas.

Con el número en mano, espera su turno en la zona de carnicería. Beto sabe que al ex escort no lo puede joder con cualquier picada ya lista en la bandeja, ni aun comprando la 'especial.' En ese sentido, el joven es muy exquisito, sobre todo si la idea es agasajar a su pareja.

"Treinta y cuatro," llama el carnicero.

"¡Acá! Beto. Dame medio kilo de bola de lomo picada. Dos pasadas por la máquina," pide Licha, entregándole el número.

"Licha querido, sale bola de lomo nomás."

Lisandro se cruza de brazos y observa detenidamente cómo el carnicero saca el pedazo de bola de lomo para limpiar. Chairea el cuchillo y comienza su labor. Es bastante diestro, y sabe que al joven le gusta todo bien limpito de grasa, mientras más magro, mejor.

"Sacale un poquito del costado. Ahí," apunta Martínez.

"Dale," responde el carnicero, pasando el afilado cuchillo por las pequeñas zonas de grasa para retirarlas. "¿Qué vas a cocinar de rico?"

"Empanadas para mi novio," responde el muchacho orgulloso con una sonrisa de oreja a oreja. "Hay que consentirlo, está estudiando como un loco."

"Me parece perfecto," responde el cincuentón mientras trocea la bola de lomo antes de pasarla por la picadora.

Antes de llegar a la caja, manotea una lata de papas fritas de las que les gustan a Juli y se pone en la cola. En la tele, suspendida cerca del techo, muestran una noticia de fútbol. Lisandro inmediatamente piensa en su amigo y sonríe. Qué pegada fue esa relación que armaron Lionel y Aimar.

De camino al departamento de Julián, Licha carga las bolsas con dos gaseosas y todo el resto de los ingredientes para la cena mientras el sol se oculta detrás de los edificios dejándole lugar a una fresca noche de primavera. Perfecto para clavarse unas buenas birras con empanadas en el modesto balcón sobre Scalabrini Ortiz.

"¡Mi amor!" Álvarez se le cuelga del cuello apenas Lisandro abre la puerta con su propio juego de llaves.

"Gordo, pará," responde el entrerriano risueño, tratando de no dejar caer ninguna bolsa. "Dejame poner todo esto en la cocina y te saludo bien."

"Dale," responde el menor, no sin antes tomar el rostro de su pareja por ambas mejillas y dejar un sonoro beso en sus labios.

Lisandro acomoda las cosas en la heladera y comienza con la tarea de picar las cebollas y cortar el morrón para dorar en una de las sartenes con aceite. "¿Te tomás un descansito?"

"Obvio, mirá si me voy a perder verte cocinar," responde Julián, abrazándolo por detrás. "No sabés cómo te extrañé. Mucho, mucho, mucho, mucho," gimotea, como un nene.

"Sí, igual no te hagás el pistola porque son diez minutos y te volvés al apunte de Derecho Continental Europeo, ¿estamos?" responde el mayor, revolviendo las cebollas y el morrón, esperando a que se dore un poco. El joven gira su rostro apenas un poco para encontrar la boca de Julián y lo besa. "Yo también te extrañé, precioso."

Los dedos del menor se mueven debajo de la remera de Lisandro y comienza a acariciar los abdominales marcados mientras besa su cuello. Licha hace un pequeño sonido de aprobación con su garganta mientras la cuchara de madera sigue revolviendo el contenido de la sartén. Álvarez se aventura más al sur. Las yemas de sus dedos traspasan la cintura del jean de su pareja hasta deslizarse por debajo del elástico del slip negro que lleva puesto. Lisandro cierra los ojos un segundo.

"No empecés que ahora no puedo dejar de cocinar. Y vos tenés que volver a estudiar," advierte el mayor.

"¿Y si te la chupo mientras cocinás?" susurra Julián mordisqueando el lóbulo de su oído.

"No."

Las manos del otro inmediatamente sueltan el cuerpo ajeno y se cruza de brazos, con un tremendo puchero. "¡Malo!"

"Andá querés, que falta bastante para comer. Aprovechá para terminar de estudiar, en serio." La voz de Licha es casi normal, aunque si se presta un poco de atención, hay un pequeño quiebre ante el reciente ataque sensual de su novio. Es un ser humano, no puede con todo.

"Ufa, bueno," mordiéndose el labio inferior, Julián se encamina hasta el living para continuar con sus resúmenes y apuntes.

Solo en ese momento, Licha puede dejar escapar el aire que venía reteniendo en un dramático resoplo. Apenas fueron unos días sin verse, pero el cuerpo les pide a gritos piel, carne, pasión. Y llegará, pero les prometió a los padres de Julián que sería responsable y que lo ayudaría a mantenerse concentrado con el tema de la Facultad. Por ahora va todo viento en popa, pero para el joven de veinticinco años, la aprobación de la familia Álvarez es prioridad en este momento. Necesita exorcizar los demonios de su pasado.

Una vez que la carne picada se junta con la mezcla y comienza a cocinarse, Lisandro se toma un minuto para servir un vaso de gaseosa a su novio. No pueden arrancar tomando alcohol con el estómago vacío. Saca un bowl pequeño de la alacena alta y pone un par de papas fritas. Lleva todo junto al living y lo apoya sobre la mesa, junto a la montaña de apuntes. El menor se abalanza hacia las papitas y agradece, volviendo rápidamente a su lectura. Licha lo observa desde la puerta de la cocina con una suave sonrisa mientras el otro está concentrado, escribiendo en uno de sus cuadernos y pasando páginas.

Juró que lo cuidaría con su vida aquel martes caluroso de diciembre hace casi tres años atrás cuando le tiró la idea de hacerse escort, y así lo haría. Sin importar lo que suceda.

Julián estaba a la deriva con su vida. Peleado con sus padres y sin un lugar en donde dormir, cayó en el departamento de Licha desesperado y sin un mango, luego de conocerse en un bar de pura casualidad. Lisandro intentó por todos los medios no sentir nada por esa alma necesitada de amor real, y empujó su corazón hasta el rincón más alejado para poder sobrevivir. Cuando la situación no dio más, le propuso entrar como modelo a RentBaires con él. Luego de una recomendación, salió disparado en popularidad a los pocos días. Con su primer sueldo, Julián pudo alquilar su primer departamento, un sucucho barato y sin ventanas pero al menos, era un lugar para vivir. Con el tiempo, logró mudarse a algo mejor y ahora, finalmente se encuentra en el cómodo piso de Palermo que sus padres pagan para él.

Todo muy bonito, una historia de lucha, todo bien. Excepto por el hecho de que casi muere de la manera más triste y cruel debajo de un puente.

Esa noche del ataque, Licha estaba en una fiesta con unos empresarios. Cuando notó que la luz del celular brillaba constantemente, dejó de chuparle la pija al tipo que tenía debajo para atender. Al escuchar la noticia de parte de Walter, le importó una mierda la sanción de la agencia por abandonar al cliente. Agarró su ropa y salió corriendo para el Fernández con su amigo.

La liberación de Juli fue todo un cambio dentro suyo. Ya con la seguridad de que al chico no le iba a pasar nada y que comería y viviría mucho mejor ahora con la tutela de sus padres, la vida tomaba otro color. A pesar de seguir trabajando sin un sueldo para pagar el favor de Sampaoli, no podía concentrarse en su fachada frente a los clientes. Julián estaba en su mente todo el tiempo, lo necesitaba tanto que se hizo insostenible. Y fue así como después de que estallara todo el escándalo de la agencia, empezaron una larga charla por WhatsApp que terminó a las doce y se reanudó a las tres de la mañana con el mensaje de amor de Licha.

El joven retira del fuego la olla con la mezcla del relleno para las empanadas para que se enfríe. Mientras tanto va tamizando la harina con la sal y el azúcar para hacer la masa. Hace un huequito en el medio para poner los huevos junto a la manteca derretida, y comienza a amasar con cariño, sin demasiada fuerza porque seguro sale mal. En la cocina, las cosas que se hacen pensando en el otro, son las que mejor sabor tienen. Mientras deja descansar a la masa tapada con un repasador por media hora, aprovecha para lavar las cosas que fue usando y no dejarle un quilombo a Julián más tarde, sobre todo porque sabe que el chico es medio vago para lavar los platos.

Una vez armadas las empanadas y ya en el horno, Licha decide que fue suficiente abstinencia y va al encuentro de su novio. Lo que empieza por besos en la nuca, escala a mordiscos por parte de Lisandro hacia su pareja y Julián no aguanta un segundo más. Larga los apuntes para arrastrarlo hasta la cama.

El mayor toma la posición atacante, con el joven debajo suyo recostado sobre el colchón, observándolo embelesado mientras el entrerriano desabotona su propia camisa lentamente sin dejar de mirarlo. Una cosa es seducir a un cliente y otra muy distinta es hacerlo con la persona que amás. Sobre todo si él también sabe el reverso de la trama de todos los trucos que esconde la profesión porque, claro está, vivió dos años metido en el negocio haciendo de todo.

Una mano de Julián se mueve sobre las colinas de músculos de su pareja mientras éste se reclina a besar su pecho desnudo. Los besos en la boca ganan por sobre todo tipo de caricia que pueden propinarse. Generalmente los besos reales están prohibidos con un cliente y son reservados para la intimidad. Son esos momentos en donde se desnuda algo más que el cuerpo y en donde la vulnerabilidad llega su punto máximo.

La habitación se llena de gemidos y palabras susurradas al oído. La carne se funde y una vez más desde que empezaron a noviar, Julián deja caer lágrimas de felicidad al momento del clímax, con Lisandro dentro de su cuerpo. Se bañan juntos, principalmente para que el más chico pueda relajarse después de tantas horas y días de estudio continuo. Licha tiene ya un pequeño roperito en la casa de Julián con algunas prendas y ropa interior que usa para estar de entre casa, las cuales se pone para estar más fresco.

Abren el vino que compró Julián y dejan las cervezas para otro día. Lisandro lleva la bandeja con las empanadas calentitas a la mesa, seguido de un aplauso de su novio al grito de '¡Un aplauso para el empanadero!'

"¡Dios, lo que es esto!" gime el más chico, llevándose una mano a la boca. "Es lo más rico que probé en mi vida."

"Exagerate algo, pendejo," responde el cocinero con una sonrisa que achina sus ojos.

"¡Posta! Tenés una mano tremenda, amor," agrega Julián, terminándose la empanada en cinco bocados.

"Por dios, masticá Julián. Mierda, ya sueno como tu vieja." Licha le sirve una copa de vino a su pareja y otra para él.

"¿Sabés qué?"

"¿Hm?"

"Me encantaría tener esto todos los días. Esta... normalidad con vos," comenta Julián, sosteniendo la copa con ambas manos y una sonrisa tímida.

El corazón de Lisandro está por salir corriendo en cualquier momento y estallar en medio de la sala. Son las palabras justas que estuvo esperando para hacerle la gran pregunta de mudarse juntos. El joven respira profundo y sonríe, girando su copa antes de tomar un trago para envalentonarse. "Sí."

¿Eso es todo? Los nervios lo están carcomiendo por dentro. Es un paso demasiado importante y no quiere cagarla. Pero no puede tirarse atrás ahora. No después de tantas cosas que experimentaron. Además-

"Me encantaría que viviésemos juntos..." arranca el más joven.

Los labios de Licha se separan y sus ojos se abren a pleno, pronto a responderle, cuando su novio termina la frase.

"Pero ahora no se puede."

Todas las luces y la música del circo que Lisandro se estaba armando en su mente se apagan al instante. La decepción se hace presente en su rostro, más Julián no lo nota porque sigue concentrado en girar su propia copa de vino y observar el líquido mojar el cristal. El mayor toma su trago hasta el fondo y agarra otra empanada para comer.

"Claro," musita Martínez con la boca llena.

"Me voy a morfar toda la bandeja, están mortales," agrega el dueño de casa, tomando otra para deglutir.

El tema no vuelve a tocarse y para cambiar el ambiente, Licha comienza hablar sobre los comensales del restaurant de Walter. Ambos ríen por la diferencia de los clientes de su antigua profesión y la diferencia con estos, que en comparación son Carmelitas Descalzas. Aunque algún que otro retobado ha querido pelearle el precio al jefe. Lo único que encontró el susodicho, fue el semblante de hierro de Samuel quien, a cara de perro le pasó la tarjeta sin chistar.

Una vez guardadas las sobras y lavados los platos, se relajan en la cama para mirar una serie liviana mientras se hacen mimos. Pasar el tiempo con Julián es lo que más felicidad le genera, pero hoy, su ilusión se fue a pique. No quiso preguntar el porqué de la negativa de vivir juntos, pero tampoco quiso cargar otro problema más a su pareja estando tan ocupado con la carrera. Tal vez más adelante puedan charlarlo con más tranquilidad.

O no.

Confidencia y Veredicto (Licha x Julián)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora