Capítulo 5

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La foto con Julián en el restaurant se convierte en el nuevo fondo de pantalla de su celular. Hoy es su día de franco pero no quiere molestar a su novio porque sabe que se está preparando para los próximos parciales y se vienen bastante cargados de teoría que tiene que memorizar.

Esa mañana temprano aprovecha para ir al gimnasio y descargar un poco de tensión. Sus bíceps se tensan con cada movimiento de subida y bajada de todo el peso de su cuerpo sobre la barra suspendida del techo. Lisandro disfruta su tiempo ejercitándose porque puede limpiar su cabeza. Es un hábito que le quedó desde sus días de escort. Era parte de su trabajo, directamente relacionado con el mantenimiento de su elemento de trabajo pero al mismo tiempo, se convertía en una rutina que disfrutaba. Julián siempre fue más pajero para esto. Prefería salir a correr solo o acompañado de Lionel porque nunca tuvo la constancia de pagarse una membresía de gimnasio y completar todo el mes sin inasistencias.

Luego de su segunda repetición con la pesa de cincuenta kilos en el banco, Licha hace una pausa para revisar un mensaje que acaba de llegarle al celular. Luego de depositar la barra sobre los sostenes, se reincorpora y se sienta para desbloquear su teléfono. La desilusión se hace presente en su rostro cuando el remitente es el tal Paulo, el compañero de Juli.

[PAULO]: Hola! Soy Paulo, nos vimos el otro día en el restaurante.

[YO]: hola si qué haces

[PAULO]: Bien! Mirá, quería charlar con vos si es posible, personalmente.


[YO]: por?


[PAULO]: Es algo sobre Juli

Lisandro respira profundo y toma una toalla para secarse la transpiración de la frente. Realmente no quiere ver a este pendejo y menos solo, pero si se trata de su novio, es lógico que acepte. Tipea rápidamente un lugar y horario de encuentro ese mismo día y se vuelve a su casa para bañarse, ponerse lo primero que tiene a mano y salir al encuentro con el pendejo. En el camino intenta no presuponer ninguna cosa porque lo más fácil es entrar en pánico o paranoia con situaciones que obviamente no va a poder controlar.

Pequeñas cositas de traumas post liberación que aún pululan en su mente.

Cuando se enteró que el Gringo empezó terapia cuando se reconectó con sus hermanos, pensó en hacerlo él también. No solo por su propia salud mental sino también por su relación con Juli, para no cagarla. Porque si bien se siente seguro de sus intenciones con el más joven, tiene terror que algunas de sus actitudes puedan terminar en algo que perjudique el excelente diálogo que tienen, a pesar de todo lo vivido anteriormente.

Licha mira su celular. Faltan diez minutos para las siete de la tarde.

Llega al bar donde lo citó al pibito y el chico ya se encuentra en una mesa, levantando la mano para llamar su atención.

"Hola, qué tal," saluda escuetamente, sentándose en la silla frente al joven.

Paulo le sonríe. "Hola ¿hoy tenés libre? Pensé que estarías laburando en el restaurante hoy."

"No, tengo franco ¿De qué querías hablar?" pregunta Licha, un tanto impaciente, juntando sus manos sobre la mesa y tamborileando sus dedos sobre el laminado de madera.

"¿Podemos pedir algo antes? Me muero de sed..."

Martínez gira para buscar al mozo más cercano y mueve su mano para llamarlo. Pide una coca para él y espera a que el chico se termine decidiendo por un exprimido de naranja. El mayor juega con su celular entre sus manos esperando que el otro comience, una vez que llegan las bebidas.

"Bueno... esto es difícil. La verdad me siento re mal pero... el otro día vi lo de ustedes y pensé que no era justo para ninguno de los dos."

Las cejas de Lisandro se juntan al centro, intentando mantener la calma. Pero es difícil con el tipo de introducción que le acaba de dar. "¿Me explicas de qué estás hablando así me ahorrás el disgusto?" lanza sin medias tintas.

Confidencia y Veredicto (Licha x Julián)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora