Desde la otra vereda, Julián ya se pone nervioso.
La intersección entre Las Heras y Callao fue el lugar que Walter eligió para su proyecto de restaurante. Un local justo en una clásica esquina porteña, de estilo arquitectónico art decó y con sus antiguos ventanales en los pisos superiores. Allí, una tarde de enero, se tomó un buen champagne con sus amigos más cercanos para festejar el cierre de contrato de alquiler del lugar en donde se emplazaría 'Glady,' su negocio gastronómico en honor a su madre. En su momento todos vivieron la ocasión con suma alegría porque supuso la liberación oficial de las cadenas del pasado del más grandote y de todo el grupo de amigos. Hoy, Julián junto a su amigo Paulo, observan el lugar antes de cruzar la calle.
"¿Pasa algo?" pregunta el otro jovencito.
"No, no, vamos. Estaba esperando un mensaje nomás."
El cordobés empuja una de las hojas de la puerta vaivén de vidrio y sonríe al hombre en la caja registradora. El dueño del local se aproxima a él con una sonrisa y un abrazo. "Pendejo, tanto tiempo," murmura Walter.
"Grandote, cómo se te extraña," responde Julián, abrazando fuerte a su excolega. "Vine a comer con un amigo ¿podemos agarrar cualquier mesa?"
"Obvio nene, elegí la que más te guste."
Julián y su amigo se encaminan para la tercera ventana por calle Las Heras y se sientan, esperando el menú. Sabe quién vendrá para atenderlos porque Walter no es ningún gil, y aún así, eso lo pone nervioso. Una cosa es ver a su novio afuera en su casa y otra es verlo en su lugar de trabajo. Finalmente, Licha se hace presente con su camisa blanca con un botón desprendido, pantalones de vestir, brillantes zapatos negros y delantal a tono, trayendo dos cartas para los comensales.
"Buenos días," saluda con una sonrisa.
Julián se muerde el labio inferior y le devuelve el gesto, guiñándole un ojo. "Que chicos lindos atienden acá ¿a qué hora salís?"
"Disculpame, pero tengo novio," responde Lisandro, pasando una mano por detrás de la espalda del más joven.
Las sutiles caricias hacen que Álvarez quiera acurrucarse contra su palma, pero están en su horario de trabajo y no puede ponerlo en una situación tan incómoda. "Amor, te presento a Paulo, un compañero de la Facu."
Licha gira para saludar al compañero y se encuentra con un jovencito de ojos claros y mirada penetrante y seductora, junto a una sutil y carismática sonrisa. El chico se pone de pie y se aproxima para darle un beso en la mejilla a modo de saludo, lo cual descoloca un poco a Lisandro. A pesar de vivir en Capital Federal tantos años, aún sigue siendo un entrerriano que no está acostumbrado al constante ataque a su espacio personal como los porteños. "Paulo Dybala, un gusto," se presenta susurrándole al oído.
"Lisandro, el gusto es mío. Bueno ¿saben qué van a pedir o los dejo eligiendo?" responde el mayor, queriendo salir de la escena.
"Miramos un ratito y te llamamos," responde Julián, sonriente como siempre. "Andá y seguí atendiendo tranquilo."
Martínez estira sus dedos para acariciar el rostro de su novio una última vez y regresa hacia la ventana que da a la cocina para esperar los demás pedidos. Los comentarios no se hacen esperar por parte del amigo del chico.
"¡Qué lindo es tu novio! Se nota que se re quieren."
"Es hermoso, sí." Julián mantiene su vista en la amplia espalda del mayor mientras habla con uno de los ayudantes de cocina.
"¿Y el señor de la caja también trabajaba con ustedes?" pregunta, curioso, a sabiendas del pasado de Julián y los demás.
"Sí, Walter es más grande, pero laburaba con nosotros en la agencia. Tiene un corazón de oro a pesar de que se quiere hace el duro todo el tiempo. Lionel siempre fue como mi segundo papá y Walter... como mi tío, digamos," agrega el cordobés con una pequeña risa.
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Confidencia y Veredicto (Licha x Julián)
Fanfic[SECUELA DE CONTRATO SINGULAR] Licha y Julián se adentran a una relación que conlleva a varias dudas acerca del futuro de ambos. Sus amigos harán lo posible para ayudarlos pero hay situaciones a las que los ex-escorts deberán someterse como pruebas...