Capítulo 9

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Al despertar tan tarde el sábado a la noche en casa de Aimar, no pudo hacer otra cosa que regresar a su casa luego de agradecerle a Lionel y a Pablo por haberlo contenido en un momento de debilidad.

A la mañana siguiente, se mentaliza para enfrentarlo y terminar con los malentendidos de una vez por todas. Si algo está pasando, quiere escucharlo de su propia voz y no dejarse llevar por una suposición.

Julián se toma el bondi en la parada para llegar a la casa de Licha y no toca el timbre. Sube directamente hasta el departamento con su copia de la llave y se detiene en la puerta. Tal vez fue demasiado lejos y su novio puede tomarse a mal el hecho de que entre en su casa sin su permiso, a pesar de que tienen una relación ya consolidada. Toca timbre y espera, guardando su llave en el bolsillo. Una tenue luz se filtra por la mirilla y luego se apaga, confirmándole que Lisandro acaba de verlo parado en el palier. Un ruido de llaves se sucede y la puerta se abre.

"Hola." Licha mira a un lado y al otro, un tanto nervioso.

"Hola amor, quería charlar con vos porque-"

Su línea visual mueve un poco detrás de la figura de Martínez y allí, sentado en uno de los sillones del living del departamento, la persona que no quería encontrar esta mañana.

"¿Qué hacés vos acá?" pregunta Julián directamente a Paulo, apoltronado cual reina del lugar.

Dybala se cruza de piernas y sonríe. "Hola primero ¿no?"

"Juli, pará." Licha se la ve venir y trata de contener a su pareja quien ingresa al departamento por la fuerza, empujándolo.

"Te pregunté qué hacés acá, Paulo." La voz de Julián intenta mantener un cierto grado de dignidad, pero tan solo puede ver rojo por todos lados. La furia se apodera de su cuerpo, así como también el dolor que empieza a crepitar por su espalda. Su poca capacidad para mantener la calma se evapora. "¡Contestame, carajo!"

"Epa ¿así tratás vos a un compañero? ¿Viniste con la loca encima o sos así siempre?" El más joven ríe y mueve su cuello de un lado al otro, relajándose.

"¿Qué hace acá?" Álvarez finalmente enfrenta al dueño de casa. Necesita una explicación que, aunque sea lógica, obviamente no podrá procesar tan neutralmente. La presencia de Paulo en el departamento de su novio a tan tempranas horas de la mañana solo significa una cosa: durmieron juntos.

"Juli, escuchame. Respirá y mirame a los ojos," responde Licha tomándolo por los hombros. El chico se zafa del agarre y lo empuja.

"¡No respiro una mierda! ¡Decime qué hace acá!" vocifera el cordobés.

"Hago lo que vos no hacés, querido. Contenerlo a tu novio. Estar con él cuando te necesita," responde Dybala con total desfachatez.

"¿A vos quién te habló, hijo de puta? ¿Eh? ¡Cerrá el orto!" grita Julián, al borde de las lágrimas.

Dybala levanta ambas manos, atajándose. "Yo solo digo la verdad. Pero vos preferís chuparle las medias al Pupi. U otra cosa, no sé."

"¿Qué decís, pedazo de forro?"

Julián se va a las manos y es Lisandro quien debe contenerlo para no trompearlo al otro. Paulo se da cuenta que en cualquier momento el chico se puede zafar y lo puede desfigurar a golpes. Finalmente, el mayor lo empuja fuera del alcance del de ojos claros y lo sostiene con ambas manos. "¡Te calmás ahora, Julián! Vino a visitarme. Y eso es todo lo que tenés que saber."

¿Todo lo que tiene que saber? El joven aprieta los dientes y lanza una mirada de furia a los dos antes de girar y salir apresuradamente del departamento. Necesita huir de esa realidad que no puede tolerar. Sus sospechas de Paulo levantándose a su novio son reales y lo peor es que Licha no hace absolutamente nada para detenerlo. Se siente como un estúpido. De pronto, escucha gritos a sus espaldas. Es Lisandro, corriendo tras él.

Confidencia y Veredicto (Licha x Julián)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora