Capítulo 6

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La semana se pasa entre algunos mensajes casuales de aliento de parte de Lisandro a su novio y stickers de WhatsApp de Julián a modo de respuesta.

Normalmente Licha pensaría que el chico está estudiando demasiado como para distraerse, pero luego de las novedades que le tiró su amigo, las dudas comienzan a repiquetear en su cabeza. Tampoco olvida las sabias palabras de Walter quien, a modo de alto chamán, siempre la pega en sus predicciones. Aun así, no puede olvidar las lágrimas del otro chico. Tiene que dejar de desconfiar de todo el mundo. Su vida ya no es la misma de antes y adaptarse a nuevas reglas de socialización con la gente es para el entrerriano, una tarea titánica.

Confiar o no.

Decide indagar un poco con la propia fuente. El sábado arreglan para ir a visitar a Juli a su casa y Licha cae con unas ricas facturas para el mate. Piensa pedir una pizza a la noche porque sinceramente, está reventado de viajar entre la cocina y los comensales en su trabajo. Julián lo recibe con un abrazo fuerte como siempre, situación que logra recargar las energías del mayor en un nanosegundo.

"¿Seguís estudiando?" pregunta, dejando su mochila con un par de prendas propias limpias para cambiar las del ropero en la casa de Julián.

"No, hoy me lo tomo para mí. Para los dos," responde con su sonrisa natural de siempre.

Es literalmente imposible que el mayor pueda sospechar algo. Su novio se comporta como siempre y no quedan demasiadas dudas con respecto a lo que su corazón le dicta. Y su mente por otro lado le dice que se deje de joder y disfrute su estancia con su pareja. "Joya. Che, más allá del parcial ¿cómo vas con las demás materias?"

"Bien, el primer año te matan con lo teórico, pero todavía la cabeza no la tengo tan quemada," Julián se ríe y sirve el agua caliente de la pava eléctrica en el termo para comenzar la ronda de mates. "Hay gente mucho más grande que yo estudiando también primer año. Un re logro."

"Sobre todo si laburan," comenta Licha, agitando el mate en su mano cerrada. "Gente con una familia que mantener y todo. Muy groso."

"Sí. Yo la verdad no conozco demasiado a mis compañeros porque no son todos los mismos siempre, pero que se yo." Julián hace una seña con su mentón para que vayan al living.

"¿Y a este pibe Paulo? ¿Confiás en él?"

Tal vez la pregunta fue demasiado directa, pero necesita empezar a indagar en el tema que no lo deja dormir. Arrancando por el principal personaje de la trama que fue quien plantó la semilla de la duda en el entrerriano.

"Sí, qué se yo. Parece buen pibe, nos pasamos data y a veces viene a casa para que resumamos algún capítulo medio denso juntos. Por ahí podemos deducir algo que es medio jodido de entender." Juli comienza la ronda y se toma el primer mate antes de servirle uno a su novio.

"¿Y tus profesores? ¿Hay alguno muy forro que ya no te tragues?" pregunta el otro con una media sonrisa.

"¡AY DIOS, RIQUELME! Que tipo infumable por el amor de Dios," el cordobés se tapa los ojos con una mano y resopla. "Es el de Derechos Humanos y Garantías y es el viejo más forro que hay. No explica un choto y cuando le preguntás algo te manda a que leas el apunte que dejó en la fotocopiadora. Eso es lo peor, no te da bibliografía extra y tenés que adivinar qué mierda quiere decir."

"Eehhh, che, pero bueno. Algo bueno debe tener ¿no?" responde Licha riendo y aceptando el mate de su novio.

"No, nada. Nada de nada. Lo peor es que es hincha de Boca y cuando gana, se pone insoportable. Pierde al menos veinte minutos de la clase charlando con los otros bosteros pajeros. Que la atajada de Romero, que qué bien ataca Benedetto, que a Orsini no sé qué cosa, ah ¡Basta!" Juli se cruza de piernas sobre el sillón y niega con la cabeza. "Si me llego a poner así de denso algún día con River, cagame a cachetazos, porfis."

"¿Premio o castigo?" insinúa Lisandro con una ceja levantada.

El jovencito se muerde el labio inferior y se aproxima para bajar el mate y robarle un beso. Sus narices se acarician suavemente mientras sus miradas, entrecerradas, estudian al otro en la cercanía. Licha es quien lo besa nuevamente, esta vez profundizando el contacto de sus bocas. Quiere ir más lejos, pero no puede distraerse de su objetivo. Toma el termo de las manos de Álvarez y ceba un mate para su pareja. "Bueno, ¿y algún profe copado?"

"¡El Pupi! Que tipo del bien que es ese por favor." Los ojos de Julián se iluminan y su sonrisa se expande hasta mostrar su perfecta dentadura. "Le decimos así y a él no le molesta, mientras le participemos en clase con preguntas inteligentes, no pelotudeces. Es, por lejos, mi preferido."

Es el profesor Zanetti. Todo el mundo le dice Pupi.

Las palabras de Paulo regresan a su mente y Licha asiente con una media sonrisa. Toma una de las bolitas de fraile rellenas de dulce de leche y se la ofrece a su novio. Juli sigue hablando, entusiasmado. "Es un amor de tipo. Conmigo tiene debilidad porque le contesto todo lo que pregunta, soy re cargoso, ¡ja ja!"

"Ah, pero tan bueno iba a ser. Exagerado," comenta Lisandro, cruzándose de piernas.

"No, lo tenés que conocer. No sabés lo que es. Un caballero, un señor, una presencia tiene. Divino."

El ojo izquierdo comienza a temblarle. Probablemente sea presión arterial pero no es hora de preocuparse por eso en este momento. Parte de sus sospechas se confirman con los dichos de su compañero en cuanto a la admiración que su novio tiene por el veterano. Pero de ahí a darle pelota, hay un largo trecho. Si realmente le gustase, no sería esta la manera de hablar de él. Tal vez se comportaría un tanto vergonzoso y cambiaría el tema. O tal vez al revés, se llenaría la boca de palabras de aprecio.

Como lo está haciendo ahora.

"La vez pasada uno se quiso hacer el machirulo con un comentario hacia otra compañera y le frenó el carro ¡No sabés! Te daban ganas de comértelo a besos. Onda, todos nos quedamos así," comenta Julián, dejando el mate en la mesa y poniendo los cantos de sus palmas bajo su barbilla, mirando hacia arriba con ojos soñadores. "No, te digo que el tipo es un ganador."

"Bueno, pará que me voy a poner celoso," dice en broma el entrerriano, tomando el mate y sirviéndose uno.

Julián deja de reírse y lo mira con una chispa especial en sus ojos. Se aproxima, le quita el mate y el termo de las manos de su novio y mueve sus piernas para sentarse sobre su falda, enfrentándolo. El cordobés toma su rostro entre sus manos y lo observa fijamente. "¿Te pasa algo?"

Licha despliega su piloto automático de emergencia sobre su fachada a fin de evitar problemas. No es lo más sano ni lo que corresponde con el hombre que sinceramente ama, pero es lo mejor que le sale en el momento para evitar una catástrofe. "No, gordo ¿por qué?"

"Tas raro," murmura aproximándose a sus labios.

"Soy raro," responde el mayor riendo, mientras una mano se desliza debajo del jogging de su pareja para encontrar piel.

"Pero sos mi raro. Mío, mío, mío."

...

La tarde entera se pasa en la cama entre sesiones de amor y series viejas en la tele. Hacen un corte para disfrutar un pedazo de pizza que piden a través de una app y se acarician en la oscuridad de la habitación, tan solo iluminada por el resplandor del televisor. Los pensamientos de Lisandro se apaciguan un poco y logra centrarse en lo que realmente importa: Julián, aquí y ahora.

Su celular se ilumina sobre la mesa de luz y Licha se aproxima para mirar qué puede ser. Es un mensaje.

[PAULO]: Hola, como estás? Pudiste averiguar algo de lo que te conté?

Antes de que su pareja pueda ver algo, aprieta el botón del costado y apaga el celular totalmente. No necesita ese tipo de cosas en este momento ni tampoco darle explicaciones a Juli de lo que está sucediendo, o el por qué su amigo le está mandando mensajes a su novio un sábado por la noche.

"¿Quién era?" pregunta Julián, girando sobre la cama para enfrentarlo.

"Una propaganda de un plan para el celu. Lo apagué porque no quiero que me rompan las bolas." Es una mentira, y odia mentirle a la persona con quien comparte algo tan fuerte, pero es preferible a que su novio se ponga mal por una estupidez de algo que, tal vez, ni siquiera sea verdad.

El cordobés eleva una mano para acariciar las mechas rubias teñidas sobre el negro manto de pelo corto de Licha y le sonríe. "Tengo hambre," murmura con un puchero.

"Gordo, recién nos comimos una pizza entera entre los dos," responde el mayor, risueño.

"¿Y si pedimos un kilito de helado?" reacciona Julián, sentándose en la cama y manoteando el celular de Licha.

Lisandro lo toma rápidamente y lo deja en su lugar. "No, no, no, dejá. Usá el tuyo. No tengo ganas de abrir mil mails y pelotudeces ahora si lo prendo de nuevo."

Álvarez toma su propio teléfono y empieza a elegir gustos en la aplicación. "Bueno, a ver... chocolate suizo, cerezas a la crema, banana split... algún otro gusto que quieras?"

"Maracuyá," responde su novio, acariciando uno de los glúteos de su pareja mientras dirige su atención a la tele.

Julián mira hacia la mano con vida propia y se ríe. "Parece que el que tiene hambre sos vos, vida. Ya pasó hace bastante Navidad."

"Y bueno, por ahí nos abrimos un champusito y me como un rico pan dulce," responde el mayor, sus ojos entrecerrados y sus labios estirados en una amplia sonrisa. Sus miradas nuevamente se encuentran y Julián logra apretar el botón de pago del helado para iniciar el trámite del envío, antes de abalanzarse hacia su pareja nuevamente. Los besos se suceden y las caricias calientan el ambiente. La poca ropa con la que contaban, se va alejando de sus cuerpos.

Es el entrerriano quien toma la delantera y abre las piernas de su pareja, enterrando su rostro hacia al sur. Su lengua comienza a lamer el sexo de Julián mientras el más joven se arquea en su propia cama de placer. Licha sabe perfectamente qué rincón del cuerpo de su novio tocar para hacerlo estallar en un orgasmo, pero se toma su tiempo. Necesita disfrutar de cada quejido que escapa de sus labios y mirarlo a los ojos mientras el generoso miembro de Álvarez se desliza entre sus labios.

Lisandro aumenta la velocidad y mueve su lengua hasta la base, pasando por sus testículos hasta llegar a su entrada. El más joven puede entregarse, pero no tan rápido. De repente, se sienta, toma de sus hombros a su pareja y rueda con él hasta dejarlo recostado sobre su espalda. Dispuesto a darle placer, Julián toma el pomo apretujado de lubricante de la mesa de luz y comienza a prepararse él mismo, en cuatro, mientras besa a su pareja y sus miembros se acarician, aún húmedos por la saliva del entrerriano. Cuando ya considera que fue suficiente, el cordobés esparce un poco más de lubricante sobre el sexo erecto de Licha y se posiciona sobre él, insertándose lentamente. Julián cierra los ojos y deja que su cuerpo se adapte a Martínez, quien se va introduciendo suavemente para no lastimarlo. Una vez que llega hasta la base, comienza a moverse sobre el entrerriano. Con sus manos sobre los fibrosos muslos de Licha para no perder el equilibrio, Julián comienza a cabalgarlo disfrutando de la sensación única de ser tomado por el hombre que ama.

El mayor por su lado toma las piernas del más chico para ayudarlo en el acto de penetración, alivianando un poco la fuerza que debe hacer. Julián ya está en otro mundo, moviendo sus caderas arriba y abajo para sentir otra vez la sensación más única del mundo. Lisandro observa desde su lugar hasta que su deseo gana y el fuego corriendo por sus venas lo posee, comenzando sus embestidas hacia arriba. Julián deja de moverse, tan solo permite que su pareja lo tome como guste. Su cuerpo entero comienza a temblar, el aire sale despedido a golpes de sus pulmones con cada ataque a su próstata y sus gritos seguramente lograrán que los vecinos mañana le golpeen la puerta para quejarse. De nuevo. Pero no le importa, ambos se sienten más vivos que nunca.

El mayor tensa todo su cuerpo y llega al clímax dentro del cuerpo de su novio. Deja que todo su ser impregne las cavidades de Julián y apenas llega a un punto medio de realidad, toma el sexo del más chico para bombearlo rápidamente. Álvarez cierra los ojos con todas sus fuerzas y acaba al fin, cubriendo el vientre de Lisandro.

El timbre del portero del departamento suena dos veces.

Los amantes se miran y se largan a reír juntos. Con cuidado, Licha extrae su miembro del interior de Julián y lo abraza, sin importarle el enchastre. Luego de un tercer y un cuarto timbrazo, Lisandro deja la cama con un beso final a su novio y atiende. "Si, ya bajo. Dame un segundo que estaba en la ducha."

Desde la cama se escuchan las carcajadas del dueño de casa.

Confidencia y Veredicto (Licha x Julián)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora