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—Entonces, Jimin... ¿por qué estás tan enojado con tu ángel? ¿Qué te sucedió? —ambos muchachos se tendieron en la camilla viendo hacia el cielo, aunque, técnicamente, estaban en él.

—Es una larga historia... —él jugaba con sus dedos reposados sobre su abdomen mientras buscaba formas en las nubes.

—No creo que sea más larga que los cuatro años que llevo aquí. —soltó una corta carcajada, viéndolo con la cabeza apoyada en su brazo, que estaba doblado a modo de almohada.

—¿Llevas cuatro años aquí?

—Ajam.

—Es el mismo tiempo que ha pasado desde mi accidente... —murmuró con la mirada perdida, ya ignorando las nubes sobre sus cabezas.

Él nunca había hablado sobre eso con nadie antes. Nunca tuvo oportunidad. Pero, como ya habían pasado años desde entonces, igualmente se sentía lo suficientemente preparado, así que no dudó mucho en comenzar a relatar.

—Yo era bailarín. —explicó con voz apagada, casi monótona. —Era trainee en una buena empresa y líder de un grupo recién formado. Éramos cuatro. —recordó con una leve sonrisa que no era ni la décima parte de la que esbozaba en aquellos dulces momentos. —Todo era perfecto pero... el día del debut, unas luces cayeron sobre el escenario. Aplastaron mis piernas por completo... y sufrí tantas fracturas que, incluso después de mi recuperación... no pude bailar nunca más. —susurró, e incluso sin que lo notara, una pequeña lágrima resbaló hasta perderse entre sus cabellos dorados.

—Amabas bailar... ¿por eso lo hiciste? —le preguntó Taehyung muy bajito, mientras su dedo borraba el rastro húmedo de su piel. El dolor en su voz era palpable, así que podía dimensionar lo mucho que le apasionaba y eso le hacía sentir casi igual de triste.

Él asintió lento. —Cuando me di cuenta de que no podía hacerlo más, me encerré en mi casa y no volví a salir. No podía trabajar y... no había nada más que quisiera hacer. Ya no me quedaba nada.

—¿No saliste de tu casa en cuatro años?

—No. Recibí una compensación de la empresa y un bono para discapacitados del gobierno, así que con ese dinero subsistí y fui capaz de pagar las cuentas y comer una vez que me dieron el alta. Estoy encerrado desde ese día. —explicó cerrando los ojos. —Compraba todo por internet y ordenaba a domicilio, así que nunca necesité salir de casa para nada. Aunque, claro... tampoco es que mis piernas fueran capaces de caminar demasiado. —se rió sin ganas.

—Debiste sentirte tan solo como yo... —susurró, y los ojos de ambos se encontraron.

El chico asintió. —Eres la primera persona con la que hablo de verdad en casi cuatro años. —esbozó una débil sonrisa, bastante triste.

Se perdieron un corto instante en los ojos del otro y entonces Jimin decidió preguntar también.

—¿Qué te sucedió a ti?

Taehyung volvió la vista a las nubes. —La verdad es que no estoy muy seguro de qué tengo exactamente. —se aferró a una almohada. —Yo... tuve un accidente en auto y... no recuerdo mucho de ese día. —confesó balanceando sus piernas por el borde de la cama. —Es borroso, pero... sé que estoy en coma. —dio palmadas a la camilla sobre la que estaban. Claro, Taehyung estaba "conectado" a la cama. Tenía sentido. —Aunque... siempre me he preguntado si podré despertar o simplemente estoy en un estado vegetal que mis padres no han querido aceptar.

Unos cortos ladridos bastante agudos se oyeron desde debajo de la cama. El de cabellos rizados se asomó, y volvió a erguirse entre risas con un pomeranian entre los brazos.

Serendipia || 뷔민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora