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Un profundo mareo y un sabor amargo en la boca fueron las primeras sensaciones que le envolvieron cuando recobró la conciencia. Abrió los ojos con pesadez, y se dio cuenta de que el amanecer golpeaba las ventanas y que los rayos del sol intentaban colarse por entre las cortinas.

Un nuevo día comenzaba, y su cabeza no dejaba de doler.

¿Había soñado algo? Sintió una profunda sensación de vacío, pero no era el mismo sentimiento de siempre. Esta vez, algo más le faltaba.

Algo, pero no sabía qué.

Sus sentidos volvieron a su lugar a medida que pasaban los segundos y, entonces, pudo percatarse de que su cara estaba húmeda. ¿Había vomitado?

Y en ese instante recordó todo. Los pensamientos llegaron a su cabeza de golpe, revolviéndose y atropellándose como en un huracán:

"Anoche"

"Los preparativos"

"Las pastillas"

"El suicidio"

"¿Un sueño?"

"El limbo..."

"¿Estoy vivo?"

"... Estoy vivo..."

Tanteó su cuerpo para cerciorarse de la realidad. En verdad estaba vivo: su corazón latía y sus pulmones se hinchaban con cada inhalación. Y eso le dio una profunda sensación de alivio que en un primer momento no pudo comprender. ¿Por qué se sentía feliz? Por primera vez se sentía feliz de estar vivo en esos cuatro años. Era realmente extraño.

Seguro había más cosas que no recordaba bien, pero no quería hacer memoria ahora mismo. ¿Tendría té de hierbas para el dolor de cabeza? Tenía la esperanza de que sí, porque, después de lo que había hecho, no iba a volver a tomar pastillas jamás en su vida.

Sentía que sus extremidades eran de trapo pero, aun así, hizo el impulso para levantarse y entonces, al poner los pies en el suelo, pudo comprobar que, en efecto, había vomitado mucho: dejando de lado el horrible sabor de boca que tenía, una masa de bazofia blanquecina yacía en el suelo. Y las pastillas estaban allí, bastante deshechas entre el sándwich de huevo y la leche vencida, que habían sido los responsables de revolverle el estómago y hacer que devolviera todo incluso estando dormido.

Era una escena tranquilizadora tanto como desagradable, y tenía muchos malestares en el cuerpo también, pero sobre todo, seguía preocupándole mucho esa sensación en el pecho.

De verdad le faltaba algo importante.

Pensó en ello un buen rato apenas se sintió un poco mejor y pudo levantarse: mientras hervía el agua para el té, mientras abría las cortinas y las ventanas para ventilar como hace mucho tiempo no hacía, mientras limpiaba el piso y la cama... y entonces, el recuerdo llegó a su cabeza tan rápido como un disparo en la sien.

—¡Taehyung! —soltó de golpe, después de escupir el té cuando se quemó la boca. —T-Taehyung... ¿Fue un sueño? No, no, él está en coma en algún lugar, ¿cierto? ¡No puede ser un sueño! —se agarró la cabeza con ambas manos y comenzó a caminar alrededor. —¿Qué hago? ¿Qué debo hacer? ¿Qué tal si nada fue real?

Corrió a su teléfono tan rápido como sus piernas débiles le permitieron y tecleó el nombre en el buscador.

—Taehyung... Taehyung... —repetía haciendo memoria. —¡Kim Taehyung! Se llamaba Kim Taehyung. —escribió nombre y apellido y deslizó los resultados hasta dar con una fotografía proveniente de alguna red social.

Serendipia || 뷔민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora