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—¿Q-quién eres tú? —una mujer de mediana edad lo observaba inmóvil, como si estuviera a punto de salir corriendo por ayuda.

—A-ah- yo... yo solo- —el sudor brotó en un instante de su frente y su respiración se cortó.

—¿Quién te dejó entrar? ¿Qué le estás haciendo a mi Taehyung? —se acercó a pasos firmes, viendo que el chico no adoptaba una postura agresiva sino que más bien, se encogía en su lugar.

—P-puedo explicarlo, yo... yo soy amigo de Taehyung. —tragó duro el nudo que le impedía hablar.

—¿Su amigo? ¿Por qué nunca te he visto antes? —ella aún le miraba con recelo.

—Es que... estuve fuera varios años. Hace una semana me enteré de que él estaba en coma y... decidí venir. —explicó rápidamente, diciendo de otra forma lo que era la verdad. —Soy... Park Jimin. —le extendió la mano, que temblaba ligeramente, para intentar ganarse su confianza.

Ella lo miró mientras sus ojos se cristalizaban y segundos después le devolvió el saludo, sosteniendo su mano.

—Eres el primer amigo que lo visita en estos cuatro años... —murmuró sonriendo un poco y luego volviendo la vista al joven en la camilla.

Él volvió a respirar con calma, dejando de temer porque le echaran a patadas de ahí. —¿C-cómo sigue él? Lo único que sé es que... sufrió un accidente y no ha despertado más. —habló despacio, dándole un momento para que secara sus ojos y se repusiera del breve momento de emoción.

No podía imaginar lo que era para una madre el tener a un hijo cuatro años en coma, y le resultaba el doble de difícil por el factor de ser huérfano, pero ciertamente comprendía de algún modo su pesadumbre.

—Se recuperó bien de las lesiones en ese entonces. Nos sorprendió porque solía ser enfermizo y siempre le costaba un poco mejorar, pero se estabilizó realmente rápido así que pensamos que despertaría pronto. —le contó ella, sentándose a su lado. —Pero no fue así. Su cerebro... hay algo de él que todavía no regresa. Se mantiene sano, y estable. Pero aún no ha podido despertar. —se quedaron en silencio por un momento, observándolo. —Aunque... hace una semana mostró signos de actividad cerebral. —continuó ella. —Desde ese día pedí una licencia en el trabajo y comencé a venir porque creo que podría despertar en cualquier momento. —una débil risa cansada escapó de sus labios rojizos. —Los doctores no están seguros de que sea una señal. Podría ser simplemente un reflejo, no lo sé. Pero yo... realmente creo que él volverá pronto. —la esperanza era palpable en su voz, como si ella tuviera algún indicio.

—Yo también espero lo mismo. —él exhaló un suspiro, viendo su mano inmóvil reposar sobre las sábanas blancas y queriendo tomarla, preguntándose si sentiría mariposas igual que en los sueños.

—El que estés aquí tampoco es una coincidencia.

Jimin volteó a verla, saliendo de sus pensamientos de golpe. —... ¿Qué quiere decir? —se miraron.

—... Has estado en el limbo, ¿no es así?

Los ojos de Jimin se abrieron de par en par, reflejando lo atónito y sorprendido que estaba de pronto. ¿Acaso escuchó mal? ¿Cómo sabía ella algo así?

—... ¿Q-qué...? ¿C-cómo lo-?

—Jimin... Te contaré una historia. —ella le tomó las manos con delicadeza para verlo de frente.

Él no entendía nada de lo que estaba pasando, pero se quedó en silencio, escuchando atento e intentando no perder la calma ni entrar en pánico: de pronto, todo se sentía demasiado irreal.

Serendipia || 뷔민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora