Capítulo 4: Tu juegas, yo juego

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Lisa volvió el mismo día en la madrugada, lo supe porque no podía dormir y al ir a la terraza pude ver el taxi dejándola a fuera del portón.

A pesar de que pensé que todo iría de maravilla el siguiente día no fue así, primeramente, porque Rosé no contestaba mis mensajes desde ayer ni marcaba como visto y era un poco frustrante después del momento que tuvimos.

— Es tan frustrante... —

Deje el lápiz en la mesa, retocaba uno de los proyectos ya que la construcción iniciaría pronto y se necesitaba el plano a detalle de casa zona, casi terminaba con uno, pase en ese toda la mañana para poder digitalizarlo luego.

— Puedo ayudar con eso —

— ¿Qué? —

Antes de mirar a su dirección la sentí detrás de mi dejando ir su aliento a mi oído para luego bajar sus manos por mi torso tocando mis pechos por sobre la camiseta, me tense, pero antes de poder quitármela tomo con fuerza mi pene por sobre la ropa lo cual me causó dolor.

—¡Ay! —

— Mira que grande y eso que aún no despierta... — Susurro en mi oído mientras apretaba una y otra vez el bulto haciéndolo crecer.

Su caliente aliento y sus obscenas palabras tan cerca de seguro me tiene las orejas rojas.

— Deja de tocarme — Trate de sonar seria y retirar su mano, pero apretó fuerte para generarme dolor

— No parece disgustarte...si hago esto... — Llevo su mano bajo de mi pijama y comenzó a tocar sobre el bóxer. — Puedo sentir lo dura que estas... —

— Ah... —

— Exacto...amas que juegue contigo... —

— No es así...te dije que no se repetiría así que suéltame —

Mierda...moría por callarla, pero de rodillas...

— Entonces... — Saco mi miembro y comenzó a tocarme sin pudor alguno. – Detenme —

Su mano agarraba deliciosamente mi pene y subía y bajaba dándome placer mientras su respiración en mi oído hacia esto más erótico.

— Te odio... —

— No me odias...en realidad piensas en lo bien que se sentiría que estuvieras dentro de mi —

Aumentó la velocidad del movimiento de su mano y me hizo hacer la cabeza hacia atrás.

— Dios...ah... —

Detuve su mano y le guíe un ritmo más lento...ya no había vuelta atrás.

— Ves...necesitas que te toque hasta que te corras... —

Es que...si lo hace muy bien...estaba dura y mi grande palpitaba como nunca, quería su boca donde la necesito o tomarla de nuevo en el escritorio para sentir aquella humedad dándome placer.

— Entonces hazlo bien... —

No admitiría que sus manos son mágicas.

— A ver...quiero ver que te corras... —

Su mano apretaba mi miembro con mucho más fuerza al final y la otra tocaba mis pecho y trataba de que mi vista estuviera siempre en la acción acompañada de sus insinuaciones.

— Vamos...quiero ver como sale —

— Mmm —

No podía más, aunque sus palabras me incomodaba un poco sentirla hablar con esa voz rasposa mientras su mano hace maravillas era mi final.

Old Ways - Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora