Parte 1

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"Amarte a la antigua" 

Yuji o ''Esperancito.'' Para su familia, un morrito de 14 primaveras de edad se levantó bien temprano aquél día, a las cinco de la mañana. Se lavó su carita con agua y con jabón, ni siquiera se desenredo el cabello y se puso lo primero que encontró, y metió todos los papeles que le iban a pedir en la oficina del Bienestar a su mochila.

Era un gran día: Después de tantos años de su padrino, Nanami, dándole tutorías de matemáticas y español, sin mencionar la cantidad de veces que hizo al pobre hombre chillar del coraje y la frustración al ver que apenas si llegaba a 6 en la escuela, lo logró, obtuvo el promedio mínimo de 8.5 para obtener la beca.

¡No, hombre! sus papás estaban tan orgullosos que lo llenaron de regalos, su poderosísimo padrastro le compró su colcha del cuchau y su papá le hizo un pozolazo con harto amor para celebrar el logro conjunto de su hijo y Mamamin; Porque madre no es la que engendra, madre es la que le partió a su padrastro, Santiago, cuando le explicó mal al niño la ley de los signos. Pero pese a la pendejez de las personas a cargo de su ahijado, por primera vez chilló, pero de alegría y orgullo mientras lo abrazaba con todas sus fuerzas.

Todos en su casa estaban felices con el logro del esperancito.

La verdad es que no esperaban nada de él en cuanto a lo académico. Y tenían sus razones puesto que no les había salido muy listo qué digamos, pero se defendía de alguna forma, el motivo por el que Yuji logró levantar el promedio fue gracias al chamaquito becado de su clase... ese al que se le pegaba como garrapata porque estaba bien bonito su compita pese a qué si era medio mamoncillo para ser de clase baja obrera.

Yuji bajó las escaleras de su casa privilegiada en Las Lomas. La verdad era qué no necesitaba ninguna beca, porque su familia estaba bien acomodada. Aunque su papá, Sergio, nada más era mantenido, su padrastro se la rifaba con la economía de la casa poniendo el dinero a trabajar para él. Solo que ninguno le soltaba varo porque le duraba más un pedo en el ano, que un billete en la mano.

En la cocina se encontró con su apá con el cabello medio recogido y cara de flojera tomando café mientras vigilaba que no se le fueran a quemar al Choso los huevitos con chorizo que iban a desayunar. Qué si se quemaron. Así que el adolescente vio de primera mano una escena cotidiana en su casa.

Su apá agarró un cucharón grande de hierro con toda la intención de ejercer la violencia contra su hijo mayor. Nunca había disimulado que ese pendejo le cagaba, pues no había hecho más que arruinarle la vida cuando lo tuvo a los dieciséis años. Pero esa es una historia para luego.

"Pinche mariguano bueno para nada." Le recriminaba mientras el desdichado hijo mayor hacía lo único que sabía hacer, ponerle oídos sordos a esas palabra dejando de prestarle atención para observar a su hermano más chico ahí parado. "Nada hacen bien, ni tú. Ni ese pinche morro que el pendejo de Santiago vino a acomodar— Ah, hola rayito de Sol."

Sergio detuvo el regaño cuando vió a su niño bonito.

"Hola." saludó Yuji un poco apenado con la situación.

Su papá siempre mantenía una amable sonrisa en el rostro cuando él estaba presente, pero esa expresión amigable y tono suave desapareció cuando volvió a dirigirse a su hijo mayor.

"Ponte a hacer los huevos de nuevo, ¿Qué no ves que tu hermano tiene hambre?"

"Ya déjelo apá. Mejor cómo cuándo termine el trámite, quiero ir a uno de esos puestos que me dijo mi amigo en la escuela. Dónde cocinan la comida frente a tí."

"Ay, pero mi niño.Se nota que no lo sabes, no quiero que te vayas a desmayar en la fila. Así que de aquí no me sales si no vas bien desayunado." dijo tomándolo de los hombros para acomodarlo en la mesa y con mucho cariño subió las manos tomando las mejillas de su retoño, de sus seis hijos Yuji no solo era el más pequeño, era el más bonito y su favorito.

A MÍ NO ME IMPORTA QUE USTED SEA MAYOR QUE YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora