"Alma enamorada"
[Hace tres semanas; Alguna calle desierta, localidad Tepito]
Dos morros estaban afuera de un motel una morrita sentada en un banquito en la acera sostenía un ramo de rosas blancas, y un morro se iba acercando a las parejas que entraban para venderles. Las ventas les estaban yendo relativamente bien.
Con un ligero mareó la morrita se levantó del banquito, dejando las rosas en su lugar.
"Tsumiki ¿Estás bien?" Preguntó su hermano preocupado, a la par que le sostenía el brazo.
"Si, estoy bien. Nada más me paré muy rápido", afirmó parándose derecha. "Nada más voy adentro a preguntar por el baño, no me tardo."
Aunque Tsumiki decía que estaba bien, últimamente le estaba costando moverse. Megumi se había traído el banquito de su casa porque su hermana se cansaba más rápido y las caminatas que siempre se hacían para vender le dejaban las piernas hinchadas. Si las ventas de hoy iban bien, el próximo lunes iban a empezar el tratamiento.
Mientras la esperaba, frente a la entrada paró un carro que reconocería en cualquier lado, era el lujoso auto del padrastro de Yuji. Se acercó al auto, el señor Gojo siempre venía seguido, pero con diferente ligue. Seguro le compraba algo.
Un señor alto y mamado se bajó de la puerta del pasajero. Era un chacal de pies a cabeza que iba con los gustos curiosos del Gojo, y como estaba usando una cazadora negra que ya se veía medio desgastada. Ese riquillo engreído tenía una filosofía bastante curiosa para vivir su vida: ''Entre más pesado el barrio, más buenas están las viejas.'' Y en general, con ver sus ligues saltaba a la vista que a él le gustaba el producto nacional. Pero ¿Quién sería Megumi para andar juzgando eso?
"Te espero adentro en lo que buscas estacionamiento." Dijo el hombre, cerrando la puerta de ese auto.
Megumi no perdió el chance para plantarse enfrente.
"Buenas noche señor, Oiga, ¿No le interesa llevarse comprarme unas rosas? Al señor Gojo le gustan mucho las rosas rojas."
El hombre negó con la mano rápidamente. "No morro, yo no le compro rosas a hombres." Siguió su camino de largo, a paso apurado para que no le estuvieran insistiendo.
"Cómo no va a comprar nada?" El morro se mantuvo terco, siguiéndolo adentro. "Tenemos la rosa individual a cincuenta pesos, doscientos sesenta pesos el arreglo. Cien la unidad de chocolates. ¿No le lleva ni aunque sea uno? Hay: Bombones, Kisses, gansitos, m&m. Y los condones los vendemos a 60 pesos la unidad.", le recitó el joven emprendedor.
"Qué no, verga. ¿Tengo cara de que ando encima un clavo?" El señor, medio enojado se paró con una pata ya en las escaleras del motel, se sacó los bolsillos del pantalón para demostrar que no traía nada. "Pregúntale a ese pendejo cuando venga, seguro él si anda. Pero a mí no me andes chingando."
"Ah bueno, hubiera empezado diciendo que está bien jodido. No hay pedo." Megumi desistió entonces y lo dejó en paz. Pero como ya se había metido, nada perdía por andar preguntando a la gente que estaba ahí.
Gojo iba entrando al motel unos diez minutos después, en la entrada se encontró con la morilla sentada en el banquito, junto a su puesto de rosas, y se paró en seco. Pensó por dónde podía darse la vuelta para que ella no lo viera, pero pensó muy tarde.
"Buenas señor Gojo." Le saludó la chica con cordialidad. "¿Otra vez viene sin su esposo?"
Como si supiera que va a ser asaltado, se saca la cartera del bolsillo de una. "Ay mija, por tu culpa me voy tener que cambiar de motel. ¿No tienes casa o por qué siempre que vengo te encuentro aquí?"
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A MÍ NO ME IMPORTA QUE USTED SEA MAYOR QUE YO
FanficTener dinero no es sinónimo de tener la vida comprada, Yuji, a su edad lo comprende de alguna manera. Una mala rutina y la falta de atención por parte de tus cuidadores y tu crush pueden enviar a un niño a los peores lugares, está es una historia d...