“Esperaré tu mensaje”
Megumi era un chico humilde que vivía en una vecindad como el chavo del ocho. Había pasado por muchas dificultades en su vida que le hacían decir "No nací ni por natural ni por cesárea, yo nací por desgracia". Mientras maldecía a los dos pendejos que pudieron haber cogido con condón hace ya unos quince años.
¿Pero qué lo hacía tan miserable? Quizás porque el dinero nunca le hizo feliz, le hizo falta.
No tenía madre, tampoco padre. Todo lo que había tenido en la vida era su hermana, una mujer más que admirable que lo había dado todo para criarlo y poner un pan en la mesa cada día. Sin embargo, ahora le tocaba a Megumi sacrificar todo lo que tenía por ella.
Su hermana estaba enferma. No sabía que tenía pero era obvio cuando con el esfuerzo más simple empezaba a jadear como perro en la azotea bajo el sol. Despertaba en las mañanas con una horrible tos, se mareaba de la nada y por ratos incluso arrugaba el ceño cómo si sufriera de un terrible dolor.
Cuando Megumi quería preguntar, la preocupación en la cara de su hermana se borraba mientras le decía: "Estoy bien, es que el aire está bien seco". Dibujaba una sonrisa apacible en su rostro y con eso acababa el tema.
No podía insistir más porque ya sabía la respuesta.
"¡Al rato se me va a quitar! No le eches mente. Mejor usa esa cabeza tan buena que andas para estudiar".
Pero bajo la preocupación constante que sentía ni eso hacía. Le costaba concentrarse en las clases.
Un día mientras salía, el mismo pendejo de todos los días le vino por detrás y le picó las costillas. Megumi gritó, acto seguido le agarró más manos para que dejara de estar molestando.
"Ya te dije que no me gusta que me piquen las costillas".
Yuji, quién tenía esas mañas todas raras se echó a reír a carcajadas: "¡Pero si ni te toqué! ¡Ja, ja!"
Yuji era un caprichoso y Megumi lo sabía de sobra, por más que le dijese que no hiciera esas cosas le valía y no se detendría hasta el día que lo agarrara de malas y, le soltara un putazo.
"Ah, pendejo", suspiró. "¿Es que no tienes más amigos a los que molestar o qué?".
Yuji apartó las manos del torso del amargado, llevándose una al mentón de forma dubitativa. Pues el círculo social de Yuji era bien extraño: Yuji no era bueno para pensar pero sí para el fútbol, pero no se juntaba con los otros deportistas. Tal vez no le interesaba…Uno de sus amigos era un wey grandote al que le decían el Regresón por repetidor, el otro era un emo, y estaba la morra que se creía instagrammer
Seguramente Yuji pensó en todos estos personajes antes de dar su respuesta.
"No. Hoy es el día de molestarte a ti, Megumi". Pícaro y aventado, se le colgó del brazo. "¿Y sabes qué? Hoy no quiero irme temprano a mí casa. ¡Vámonos al Cinepolis!".
Megumi se sorprendió, hasta el punto de ruborizarse levemente. Yuji, invadiendo su espacio personal, insistía e insistía con ir a ver una película de la que todo el mundo hablaba. Pero no podía ser, lastimosamente, Megumi nunca iba dónde no tuviera para pagar su parte y ese día no traía más que su pasaje de ida y vuelta a su casa.
No quería decírselo directamente. Era pobre. Pero con un orgullo que se rehusaba a que le invitaran ni el vaso de agua.
"No puedo, estoy ocupado con algo en mi casa", le dijo intentando excusarse con algo creíble.
Yuji se detuvo, atenuando su semblante de sonrisa brillante. "Megumi, siempre andas ocupado".
Era que nunca traía más que su pasaje y si acaso, cambio para las copias.
![](https://img.wattpad.com/cover/336778814-288-k718094.jpg)
ESTÁS LEYENDO
A MÍ NO ME IMPORTA QUE USTED SEA MAYOR QUE YO
FanfictionTener dinero no es sinónimo de tener la vida comprada, Yuji, a su edad lo comprende de alguna manera. Una mala rutina y la falta de atención por parte de tus cuidadores y tu crush pueden enviar a un niño a los peores lugares, está es una historia d...