Capítulo 1

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La familia Kim era conocida por sus costumbres anticuadas, un linaje puro y sofisticado, además de incontables riquezas las cuales se multiplicaban con el pasar de las generaciones. Médicos, abogados, empresarios, nobles y burgueses habían formado parte de esa reconocida familia.
Una práctica habitual que había sido respetada sin importar quienes fueran los jóvenes en la familia era, y jamás cambiaría, el matrimonio por conveniencia.

Kim Hwasa y Leonardo habían decidido que, finalmente, sus tres hijos habían llegado a la edad suficiente de poder comportarse como buenos pretendientes y, con suerte, ser elegidos por el hijo de la familia Jeon, Jungkook.

La llegada del joven de 23 años a la casa fue una revolución entre los sirvientes del hogar. Los hijos fueron vestidos, arreglados y preparados para presentarse con sus mejores galas frente al muchacho y, gracias a su belleza, alguno causaría una mejor impresión que sus otros dos hermanos.

Taehyung, con sus ya 17 años, estaba particularmente nervioso. Su posición siendo el hijo del medio no era la más favorable ya que, aunque no lo quisiera, solía pasar desapercibido ante la mirada de los pretendientes de la familia.
Era ridículo, por ser hombre se suponía que él debía ser deseado por otras familias, pero su suerte no era tan buena y sus talentos eran menospreciados al punto de ser considerado únicamente como posibilidad.

Sus talentos y su maldición, la de ser un doncel.

Aquella sociedad donde él vivía le daba la bienvenida con los brazos abiertos a todo ser humano que fuese homosexual, se consideraba pecado el siquiera odiarlos.
Pero si eras hombre y, por azares del destino y de la genética, te veías con el don de poder engendrar un bebé en tu ser, dios, eras la humillación de tu familia.

Ese día en particular, la nieve se mostraba calma, el frío congelaba los huesos y no corría ni una ráfaga de viento. Era un día para dormir, estudiar y descansar. Sus hermanas así lo consideraban.

—Taehyung, de verdad que no confío en ese chico— Murmuró la menor, Taeyeon, acomodándole la camisa con ternura. Su hermano estaba emocionado, él realmente quería ser el elegido de la familia, su inocencia pura y aura sensible era algo que a muchos hombres podía llegar a gustarle. Taeyeon sabía y entendía la emoción de su hermano, él anhelaba sentirse especial al menos una vez en su vida, pero malos rumores habían llegado a los oídos de la muchacha y poco confiaba en el desconocido que bajaba del auto en frente de su hogar.

—Aún no has hablado con él— Se justificó el chico, mirándose al espejo con una sonrisa. Estaba preparado, había leído los suficientes libros de etiqueta y de romance como para actuar como era debido frente al pretendiente. Se había esforzado más que sus hermanas, ellas mismas habían demostrado su descontento ante aquel arreglo matrimonial, mas él había dado lo mejor de sí para que sus padres le permitiesen participar.

El timbre de la casa sonó y Taeyeon tomó distancia de su hermano, observándolo con ojos melancólicos. Tenía un terrible presentimiento, Sumi se había negado a convencer a Taehyung de no participar, y la actitud evasiva de sus padres no detuvo al chico de querer formar parte de aquella ceremonia.

Pasos se oyeron en el hall y voces bastante prepotentes resonaron en las paredes. Debían bajar.

Los dos hermanos bajaron tras la mayor a paso lento, Taehyung esperaba que Sumi quisiera llamar la atención del desconocido, mas su vestido al igual que el de Taeyeon parecía de lo más normal. Él quizás podría destacar.

—La mayor, Sumi, se encuentra estudiando contaduría mientras que la más pequeña, Taeyeon, aún está en el instituto, en el área de ciencias— Habló su padre, observándolos en silencio al verlos bajar. Taehyung lo miró, rogando que no lo avergonzara frente al pretendiente. Él estaba allí, él también era una opción.

Papá, yo también formo parte de esta familia, pensó.

—Taehyung finalizó los estudios el año pasado, se está dedicando al arte y a la música— Habló su madre, parándose a la par de su marido. Todos en la sala sintieron el desprecio, su voz denotaba asco y vergüenza, aquella que quisieron ocultar cuando trataron de convencerlo de no participar. Y aún así, en vez de simplemente ignorar su presencia, el joven lo miró.

El muchacho a los pies de la escalera era, a los ojos de Taehyung, el hombre más hermoso e imponente que había visto en su vida. Su mirada penetraba las barreras de lo cómodo, te obligaba a removerte en tu lugar por el temor y Taehyung podría comparar esos ojos negros con la noche más fría del invierno más cruel. Ese hombre a los pies de la escalera habría atemorizado a cualquier pretendiente.

Menos a él.

—Nuestro residente se llama, como ustedes ya sabrán, Jeon Jungkook. Estará un mes en nuestra casa, evaluando sus actitudes y modales, eligiendo a uno de ustedes para llevar a cabo el matrimonio— Finalizó su padre, haciendo un gesto con las manos indicándoles que podían retirarse. Sumi se acercó a Jungkook en silencio, analizándolo de arriba abajo con poca simpatía, y desde ese momento Taehyung supo que ella no estaba interesada.

Taehyung volvió a su cuarto cuando el nuevo residente se presentó ante Taeyeon, su hermana era hermosa y eso no se podía negar, así que dando por perdida aquella lucha por sentirse querido, entró a su dormitorio para encerrarse en paz. Los lienzos y pinceles estaban bien ocultos bajo una tela color carmesí en la esquina del cuarto, lo único llamativo en aquel dormitorio era, sin duda alguna, la muñeca de trapo que en su cama reposaba. Perfecta, algo sucia y aún así hermosa, esa muñeca lo definía como persona.

—Espero que no nos avergüences— La voz de su madre lo obligó a girarse. Sus tacones tras la puerta resonaron con fuerza y Taehyung negó, como si ella pudiese mirarlo — Jeon está interesado en tu hermana pero si por esas casualidades de la vida, se fija en ti, no lo arruines. Algo bien debes hacer en esta vida, Kim.

Su madre solía mantener su tono de voz al mismo volumen, pocas veces se permitía ser expresiva a su alrededor, y el hecho de que despreciara a su único hijo era el reflejo del rechazo que su mismo padre tenía hacia él.

Estaba acostumbrado.

Miró a través de la ventana como Taeyeon escuchaba a Jungkook en silencio, bajo el techo de una mesa en el jardín. Jungkook era su única esperanza de sentir cariño alguna vez en su vida, de sentirse especial y amado. Jungkook era el príncipe azul que lo sacaría de esa torre custodiada por dragones, él lo liberaría de ese encierro.

Pero Jungkook no era un príncipe azul, él era el peor de los dragones. 

Vida Mía (KookV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora