Capítulo Final

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Cuando Park Bom quedó embarazada, se encontraba en la cima de su carrera como modelo. Jeon Bon Hwa era aún un famoso y reconocido empresario, joven y exitoso. Ambos, aún eran jóvenes.

Pero cuando Jungkook nació, su relación decayó notablemente. Jungkook tuvo suerte, sus problemas de salud fueron disminuyendo. En algún momento dejó de ser un niño frágil, malnutrido y herido por las medicaciones de su madre.
Ella había perdido la conexión con la realidad poco antes de su nacimiento. Las cámaras estaban en todas partes. Todo tenía que estar bien, todo tenía que ser perfecto.

La justicia le quitó la custodia para protegerlo. Su padre, sin embargo, nunca estaba.

Más de 20 niñera, jóvenes y ancianas, se pasearon por los pasillos de su casa, fingiendo que les preocupaba lo más mínimo lo que un simple niño malcriado les diría.

Jungkook aprendió rápidamente a que una mirada dulce sólo le serviría para que los desconocidos lo creyesen un idiota. O al menos así era con ellas. Porque, en realidad, nadie lo quería.

Sus ojos, oscuros como los de su padre, le sirvieron como amenaza ante cualquier mujer que quisiese sobrepasarse con el pobre niño.

Jungkook, sabía que era diferente. Que tenía todo lo que quería y que podía tener más si quisiera. Sabía que no tenía padres, que a las reuniones nadie iba a saber sobre él y que los juguetes los compraba el chofer porque Santa Claus o el Conejo de Pascuas eran las notas que dejaba su padre en el refrigerador. Él no creía en esas cosas. No tenía por qué hacerlo.

A él, en navidad, no lo abrazaban y llenaban de besos. A él, le daban un regalo, y lo enviaban a dormir temprano para no molestar.

Cuando Hoseok llegó, fue extraño. Era el nieto de una de las amas de llaves de la mansión, la mujer vivía en el cuarto de servicio, así que Hoseok también se quedó a vivir allí. Jungkook nunca le preguntó por qué no vivía con su familia, nunca se acercó.

Jungkook no acostumbraba a jugar en su tiempo libre, y Hoseok jugaba trabajando, así que ambos niños se mantuvieron alejados el uno del otro hasta que Jungkook aprendió los estragos que causaba el estrés y la presión.

No recordaba mucho de esa noche. Él quería que alguien le leyera un cuento.
Que alguien lo atendiera.
Pero su padre no estaba de buen humor, nunca lo estaba cuando estaba en casa. Así que para que Jungkook dejara de molestar porque era una pequeña mierdecilla exigente, algo le había puesto en la cena.
Algo que casi lo mata, contaba su niñera.

Sólo tiene algunos recuerdos de aquella época. De los hospitales, los abogados, la sucesión. La desaparición de su madre, las horas que pasaba con Hoseok, jugando desde la camilla.
La sensación de que su cabeza y su cuerpo no estaban en sintonía. No recuerda haber visto a su padre desde entonces.

—¿Brote psicótico?— Inquirió Hoseok, mirando la receta médica de Jungkook en sus manos. Él asintió, acostado en la cama del hotel, con una foto en su mano.

—Supuestamente— Murmuró Jungkook. Taehyung se veía bien en ella. Era la única que quedaba del casamiento. Las demás, seguramente, habían sido quemadas.

No recordaba haber visto los hoyuelos de Taehyung antes.

—Te dije que me caía mal tu secretaria.

Jungkook prefirió ignorarlo. No quería hablar de ella. Ni del dinero que le había robado, o el juicio, o las amenazas.

—¿Crees que podré ver a Taehyung otra vez? ¿Y a Jimin?— Jungkook no podía mentirse a sí mismo, mucho menos cuando en su cuello llevaba colgando el anillo de casamiento.

Había cosas que él ni siquiera se cuestionaba en hacer. El colgante había sido una de ellas.

—Tendrás que hacerte cargo de las consecuencias.

Jungkook asintió. Él quería hacerlo. Iba a hacerlo.
Acariciando su colgante, suspiró.
No le importaba cuánto tiempo le tomara.  

Vida Mía (KookV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora