—...es desagradable, ególatra, ¡Por dios Taehyung! ¡Hazme caso!— Chilló Taeyeon, empujando a su hermano con fuerza, intentando que este reaccionara. El chico suspiró, agobiado.
Ella había rechazado al residente de la casa, fue totalmente descarada y esa queja llegó a los oídos de sus padres, quienes habían castigado al trío de hermanos por su incompetencia.Y ahora, la chiquilla, parecía decidida a desanimar y a llenarle la cabeza al muchacho, quien no dejaba de leer su novela romántica frente a la ventana.
—Sumi, por favor, ayúdame— Rogó la más joven, mirando a su hermana casi con desespero. Ella ya no sabía qué hacer, con sólo pasar una hora en compañía de su pretendiente, pudo darse cuenta de que cada terrible rumor que había llegado a sus oídos era cierto.
—No me interesa lo que él haga— Espetó la mayor, continuando con su lectura.
Taehyung fingió, como siempre lo había hecho, que no le dolía la indiferencia de su hermana. Estaba acostumbrado, su relación había sido la misma desde que tenía memoria. Ella lo odiaba, él lo sabía, y aún así habían vivido 17 años en la misma casa sin discutir.
No había sido difícil, ella se alejaba, él había aprendido a hacerlo también, y sólo cuando era estrictamente necesario se dirigían la palabra.
—Es tu hermano, ¡Deja tu orgullo de lado y haz algo!— Gritó Taeyeon, al borde de una crisis de nervios, y eso fue suficiente para que la compostura de la más grande se fuese al garete, dejando el libro sobre la mesa con un fuerte golpe.
—No soy responsable de las estupideces que haga, puede matarse si quiere— Habló, firme, con el mismo tono que su misma madre tenía. Frío, eso fue todo lo que sintió Taehyung ante su voz, y tragando con fuerza aquel nudo en su garganta se giró, mirándola a los ojos.
—Te recuerdo, Sumi, que yo no pedí ser tu hermano— Él no iba a gritar, no valía la pena. Por mucho que quisiera hacerlo, explotar y mostrar su frustración, sabía que debía controlarse. Sumi utilizaría cada una de sus palabras a su favor, sólo para hacerle daño.
Al igual que lo hace mamá, pensó Taehyung.
—Nadie pidió que vengas al mundo. Nadie quería— Espetó la mayor, sentándose de nueva cuenta en el sofá, agarrando el libro que antes tenía en sus manos para volver a su lectura.
Pocas veces el silencio hería, muy pocas veces la mirada de Taeyeon se humedecía, y casi nunca Taehyung lloraba.
No lo hizo de todos modos, simplemente se giró retomando su lectura, ignorando algunas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. Taeyeon tampoco habló, se sentó frente a la chimenea mirando el fuego con cierta melancolía, y por un momento, deseó que su hogar tuviese la misma calidez que esa leña ardiendo tenía.[...]
Taehyung bajó las escaleras en silencio, mirando el tapizado que la decoraba. Era ya la tercer semana con Jungkook en su casa y él ya se había dado por vencido. Luego del escándalo en la biblioteca, el chico se había mostrado reacio a intentar nuevamente algo con sus hermanas, y lucía bastante desinteresado en Taehyung, lo cual no era sorpresa. Las ilusiones del muchacho se fueron al carajo al ver como Jungkook se encerraba en su cuarto casi todo el día, ni siquiera haciendo el más mínimo intento en acercarse al único hijo varón de los Kim.
Taehyung ya se daba por rechazado.
Pero cuando terminó de bajar las escaleras y, por suerte o desgracia, se encontró a Jungkook colocándose su chaqueta, sus pies se congelaron. Se ponía nervioso alrededor del huésped, aún si sólo quedaba una semana hasta que este se fuera de su hogar. Jungkook se giró en silencio, clavando su oscura mirada en el chico a los pies de la escalera.
Frío recorrió de pies a cabeza a Taehyung, provocándole un escalofrío, y lo extrañó. La mansión estaba muy bien calefaccionada.
—Hola— Habló Jungkook. Era la primera vez que Taehyung oía su voz, y estaba encantado. No terminaba de encajar con su mirada gélida, ni su postura rígida, pero fue suficiente para derretir al joven y convertirlo en un muy tímido adolescente avergonzado —¿Quieres tomar algo?— Lo invitó.
Taehyung no gritó de la emoción, se iba a reservar cualquier actitud vergonzosa frente al hombre mientras pudiera. Sólo asintió, tomando su abrigo, mientras salía tras él en silencio. Por fin, por primera vez, era reconocido como opción, como una posibilidad. Una verdadera posibilidad.
La cafetería en la que Jungkook decidió pasar la tarde era hermosa, sofisticada, cálida. Taehyung estuvo encantado de que Jungkook le pagase un café negro con medialunas, aunque no le preguntó a Taehyung si le gustaba. El joven estaba feliz, seguramente sus ojos inocentes lo reflejaban, porque Jungkook con el paso de los minutos pareció relajarse lo suficiente como para entablar una conversación con Taehyung.
—Entonces ya no estudias— Habló el morocho, clavando su mirada en los ojos de Taehyung, provocando un estremecimiento en el joven que lo recorrió de pies a cabeza. Esos ojos negros parecían inhumanos si no les prestabas la suficiente atención, pero Taehyung sí lo hacía, y pudo apreciar el verdadero tono avellana oscuro que los teñía. Se enorgulleció de no haberse intimidado.
—Me dedico al arte, a pintar en óleo y escribir poesía— Habló Taehyung, y la dicha lo recorrió entero cuando Jungkook sonrió mientras tomaba un trago de su propio café. Eso era suficiente, un hombre que no lo denigrase era más que suficiente para que él cayese a sus pies.
Por eso no se preocupó cuando Jungkook habló sobre sí mismo toda la tarde, cuando el hombre se centró únicamente en su éxito económico y nunca mencionó su vida privada. Eso no le importó, porque así pudo evitar avergonzarse frente a él, y así pudo notar cómo esos ojos oscuros brillaban de alegría cuando Jungkook hablaba sobre algo que le apasionaba, algo que amaba. Eso era suficiente para Taehyung.
Volvieron a la mansión cuando la noche ya estaba cayendo. Taehyung estaba que no podía con la alegría que lo llenaba por dentro. Jungkook había dicho que él era mejor que sus hermanas, lo había comparado y sólo para decirle cumplidos.
Es un ángel, pensó con una radiante sonrisa en sus labios cuando Jungkook lo invitó a salir a cenar al día siguiente. Él no creía que se sentiría así de bien el ser querido, el ser notado por alguien. Era hermoso, se sentía volar cuando Jungkook le sonreía. Él hubiese pagado hasta quedar en la ruina con tal de que esa sonrisa jamás se hubiese desvanecido de sus labios.
—Qué gusto nos da que hayas ido con Taehyung a tomar un café— Habló Hwasa, nada más ver a la pareja de chicos entrar a la casa. Taehyung no podía creer que su madre estuviese sonriendo, complacida, por algo que él había hecho. ¿Acaso ese día podía ser más perfecto?— ¿Te has decidido por él?— Cuestionó la mujer, presionando con suma tranquilidad en su rostro.
Jungkook miró a Taehyung en silencio, cómo si el rostro ilusionado del chico a su lado tuviese la respuesta.
Por favor, rogaron los ojos del joven.
—Si— Espetó el invitado, dejando su chaqueta sobre el sofá. Su madre asintió, por primera vez, orgullosa.
Finalmente estaba pasando. Por fin él era elegido, por fin él sería salvado.
Por fin él sería amado.
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Vida Mía (KookV)
FanfictionEl matrimonio no es una promesa de amor eterno. Taehyung, caído de la vista de sus seres queridos, descubrirá cómo el príncipe azul de sus sueños no es nada más, ni nada menos, que el peor de los monstruos. Un monstruo al que ama profundamente.