Capítulo 7

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Llegar al tercer mes de embarazo sin que Jungkook se enterase no había sido tan difícil como esperaba.

Jungkook no se le acercaba, había días en los que ni siquiera lo miraba a la cara, y el invierno le daba la excusa suficiente a Taehyung para usar ropas anchas.

Pero, poco a poco, la urgencia de contarle sobre el embarazo se hacía más y más fuerte, escalando a la par de lo violento que se estaba volviendo su amado.
Taehyung se estaba esforzando por ser el esposo perfecto, siendo tan dulce y trabajador como podía, ignorando el cansancio que su cuerpo sufría.

Pero, en ese momento, él debió haberse echado para atrás.

Cuando Jungkook enfermó de una simple gripe, la empresa tembló al borde de la quiebra por el robo de una suma de dinero que era esencial para pagar los sueldos, y Jungkook ni siquiera estaba presente para hablar con sus trabajadores.
Se había internado en su estudio, el estrés y la presión haciendo estragos en lo poco que quedaba de empatía en él, y las horas de trabajo e investigación acabaron por cansarlo, empujándolo a sus propios límites.

Estaba aislado, ni siquiera se preocupaba por su propia higiene a menos que Taehyung se lo recordara. Incluso, por momentos, Jungkook llegaba a hacer y decir cosas que no tenían sentido alguno.

Jungkook estaba jodido, y Taehyung quería remediarlo. Quería ayudarlo en algo porque se veía genuinamente miserable.

—Lárgate— Escupió Jungkook mientras escribía en su computadora, en el estudio. Taehyung asintió cerrando la puerta del mismo y mordió su labio inferior, controlando las lágrimas traicioneras que amenazaban con salir.

Él lo quería, jamás se arrepentiría de haberse casado con el hombre exitoso que era Jungkook. No le importaba el dinero, ni su malhumor, ni sus arranques de rabia. O, al menos, no le importaba lo suficiente porque estaba orgulloso de él, de lo que Jungkook había logrado e iba a lograr y quería acompañarlo. Realmente anhelaba estar ahí en cada paso de su vida. Le gustaba verlo feliz.

Esa sonrisa satisfecha cuando un negocio salía bien, esa alegría que inundaba la casa cuando había buenas noticias e incluso esa energía que parecía atacarlo de repente y lo volvía un hombre normal con el que tratar. Había semanas donde no lo golpeaba y se sentía bien.

Taehyung sabía que era su culpa por haber cedido a sus padres de que los casaran, aún si Jungkook no pareciera muy entusiasmado con la idea. Y él, en el fondo, sabía que su esposo jamás se lo perdonaría, por mucho que él se esforzara por conseguir su corazón.
Él sabía que su esposo jamás lo amaría. Que era el culpable de todo. Que lo había condenado a un matrimonio con un inútil.

Suspiró tragando con fuerza y miró el reloj en la pared, si no hacía la cena rápido su esposo se molestaría. Y Taehyung no podía verlo molesto, o frustrado, o triste, o...
Él quería verlo bien.

Ya había pasado, la noche anterior se había atrasado por culpa de sus malestares y nada más entrar al estudio, Jungkook lo había recibido con un grito y un tirón en el brazo. Los moretones todavía dolían.

Así que preparó una sopa caliente, algo rápido pero saludable para que Jungkook se terminase de recuperar de la gripe que tenía y él pudiese tener algo de fuerza para tratar con las responsabilidades que aún no terminaba. Si Jungkook llegaba a ver el salón sin aspirar o los muebles...
Taehyung se encogió en su propio lugar, tocando su mejilla. Aún dolía como hacía unas horas.

En una bandeja llevó todo, con un pequeño sobre escondido bajo el plato. El mayor regalo que podía darle estaba allí dentro, por eso él tuvo mucho cuidado al llevarle la comida a su esposo.

Vida Mía (KookV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora