Capítulo 3

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[4 meses más tarde]

Los preparativos de la boda fueron planeados única y exclusivamente por sus padres. Él no participó, no pudo hablar, y Jungkook lucía más interesado en sus negocios y la empresa que acababa de heredar que en decidir, como mínimo, el color de las decoraciones.

No había sido fácil tratar con Taeyeon tampoco. La niña estaba ofendida, y eso era decir poco, su decepción y furia se dejó ver nada más su madre dio el anuncio de la boda frente a la familia. Gritó, poco le importaban los castigos que su padre le impuso, y lo único que la hizo callar fue que Taehyung tomase su mano y le prometiese hablarlo más tarde.

Discutieron, como era de esperar, y el ambiente en esos 4 meses parecía empeorar más y más. La mansión estaba constantemente en silencio, quizás interrumpido por el murmullo ocasional de los sirvientes, pero entre familiares poco se hablaba.

Taehyung aún así estaba feliz. Su madre lo miraba a la cara, llegó a hablar de él con una sonrisa en el rostro y a alardear de las habilidades artísticas de su hijo. Aún si él no tuviese ni voz ni voto, estaba feliz de que su familia quisiese preparar una fiesta tan importante que cambiaría su vida.

Y, como en cada fiesta hecha por la familia de Taehyung, el ambiente no era alegre. Ya no nevaba, no tanto como lo hacía en un principio, pero el frío carcomía los huesos de los invitados.
El casamiento tenía pinta de ser igual de trágico que todos los matrimonios que hubieron en su familia, la sensación en el aire así lo mostraba. Taehyung estaba feliz, acomodándose una y otra vez su traje de gala blanco mientras miraba su muñeca tras él.

Lo bueno de casarse en su propia casa era eso, la comodidad, el sentirse familiarizado con ese vacío en el pecho y no preocuparse por el hecho de que apenas había pasado tiempo con su novio.

Novio, sonaba raro en su cabeza. Incorrecto.

No hubo propuesta como en las novelas románticas, ni un primer beso, ni una verdadera cita. Su relación con Jungkook no se parecía en nada a la que los libros le relataban.

En realidad, las cosas no habían cambiado tanto. Taeyeon seguía tratando, pero con más ímpetu, de llenarle la cabeza, mientras que Sumi ignoraba su existencia como lo había hecho siempre.
La única diferencia era el trato de sus padres hacia él. No lo trataban mejor, pero le hablaban, no le decían cosas bonitas, pero no lo ignoraban. Era un avance, cualquier avance era suficiente para Taehyung.

Jungkook, por su parte, no era muy afectivo. Taehyung tampoco esperaba una dramática demostración de amor, pero incluso las sonrisas provenientes de su rostro eran extrañas de ver. Jeon no sonreía, no se quejaba, no se enojaba. Ese hombre tenía un constante control de sus sentimientos que llegaba a asustar, a preocupar, porque Taehyung realmente no lo conocía.

Taehyung no tenía la más mínima idea de quién era realmente el hombre que estaba acercándose al altar.

No era la sensación más reconfortante del mundo, ese hombre ni siquiera había invitado a su propia familia a la boda. Supuestamente porque la familia erra pequeña y, al igual que él, muy ocupada. El único invitado por parte de Jungkook era su guardaespaldas, y Taehyung no sabía siquiera si eso contaba como invitado. Tampoco se había animado a acercarse a ese hombre alto, pelirrojo, cuyos ojos distaban mucho de ser fríos como los de Jungkook. No era suficiente, Taehyung quería preguntarle a alguien sobre el pasado de su prometido, Taehyung quería saber cómo era Jungkook en su casa, si era gruñón al despertar o si de pequeño había tenido amigos imaginarios.

Él, realmente, no tenía manera de saber quién era el hombre con el que se estaba casando.

Trató de que sus pensamientos no perturbaran su sonrisa, tenía la mirada de los invitados sobre él, no se podía equivocar.

Pero, por un momento, no pudo evitar temerle a esa mirada fría que su futuro esposo le mostraba. No debería tenerle miedo, ¿No? Pero ¿Era realmente normal que Jungkook matase con solo clavar sus oscuros ojos en alguien?

Jungkook no era el príncipe azul que los libros relataban, su caballero de brillante armadura. Jungkook no se parecía en nada a lo que esos libros que Taehyung tanto amaba le describían.

Taehyung se estaba olvidando de los antagonistas, de esos negros dragones con palabras dulces que acaban con la pureza de todo el que se le acercaba. Taehyung se estaba olvidando de los peligros de dejarse llevar por una sonrisa bonita y falsas promesas.

Por eso él agrandó aún más su sonrisa, no importaba qué tan fría era la mirada de ese hombre que tanto le gustaba. No mientras él lo alejase de esos monstruos que tanto lo lastimaban.

—Luces bien— Habló Jungkook, por primera vez en todo el día, sonriéndole levemente mientras tomaba su mano y la acariciaba con la yema de los dedos.

Taeyeon estaba equivocada, pensó Taehyung con un ligero rubor en sus mejillas. Ese hombre frente a él, cuyos ojos mataban, no podía ser tan malo si su sonrisa era encantadora y su voz le enamoraba. No podría ser realmente tan malo, si lo estaba salvando.

¿Qué clase de mal hombre, tendría en cuenta al hijo de en medio y aceptaría casarse con el menos agraciado de los tres hermanos? ¿Qué clase de mala persona, le diría un cumplido sobre su vestimenta y le sonreiría de aquella manera?

Era imposible que Jungkook fuese tan malo como Taeyeon decía.

Pero él se había olvidado, nuevamente, de lo que aquellos libros románticos tanto repetían.

De que los ojos eran las ventanas al alma. 

Vida Mía (KookV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora