En ocasiones mi mente me da tregua,
me da paz y no pienso.
Me abstraigo, de la realidad
y consigo no pensar.
No pensar en ti,
en tus besos dulces,
en tus miradas y sonrisas.
No pensar en cómo disfrutaba
llevándote al cielo,
no pensar en cómo nos quemábamos
como si estuviéramos en el mismísimo infierno.
En ocasiones consigo no pensar,
en cómo no nos dimos tiempo para ser.
En cómo nos distanciamos, tristemente.
A veces incluso no pienso
en cómo me gustaría un último adiós.
En escuchar tus gemidos aclamandome, de nuevo.
Tu respiración agitada,
la mirada perdida,
el deseo palpitante,
las manos inquietas.
Quizá sea otra la que ahora bese tu piel,
quizá otra consiga darte placer.
Pero mientras ellas follen tu cuerpo,
yo me jactaré de que, por encima de eso,
follé tu mente.
Supe tentarte, enloquecerte,
jugar con tus sentidos,
como solo una loca malabarista,
tiene la destreza de hacer.
Podrás sustituirme,
pero mis besos ya están tatuados en tu piel,
en tu mente y en tus sueños más tentadores,
recordandome.
Y sí, a veces consigo no pensar
en cómo quiero invitarte de nuevo a jugar,
a conocernos de nuevo,
a darnos esa oportunidad.
