Capítulo 2

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Defensa contra las artes oscuras, era probablemente la materia favorita de Aloïsia junto a Pociones, aunque le iba a ser completamente inútil para lo que quería dedicarse.

Dudaba que en una pastelería necesitara defenderse de magos tenebrosos, y mucho menos que en un hospital ameritaran que supiera lanzar "Maldiciones Imperdonables".

El profesor, Ojoloco Moody, era fácilmente de los mejores profesores que había tenido nunca, él había hecho lo que muchos otros no habían hecho en todos esos años: enseñarles las Maldiciones Imperdonables. El resto de profesores ni siquiera habían tocado el tema, hace un tiempo atrás, simplemente les habían dicho que quien las hiciera, iría directo a Azkaban, pero no mucho más.

Ojoloco tenía métodos de enseñanza algo extremos, pero dadas las circunstancias, en las que incluso una marca tenebrosa se había hecho presente en el cielo, era necesario.

Además, Moody hablaba desde la experiencia, cosa que muchos profesores no podían hacer.

La clase se había pasado volando, entre preguntas de los alumnos y las respuestas cuánto menos explícitas de Moody.

Aloïsia, como de costumbre, no pudo despegar la vista de cierta cabellera pelirroja, o, mejor dicho, del dueño de esta.

Mucha gente sostenía que Fred y George eran completamente imposibles de diferenciar, y ellos mismos se aprovechaban de esto, haciéndose pasar por el otro alguna que otra vez, o para jugar algún tipo de broma.

Pero a Aloïsia, era imposible engañarla con eso.

Había observado a George el suficiente tiempo como para reconocerlo al instante de su gemelo.

Fred solía dejar su cabello algo más voluminoso, además de tener la punta de la nariz ligeramente más alta, mientras George era lo contrario, su cabello solía estar más alaciado, con la punta de la nariz más baja que la de su hermano, y también tenía las líneas de expresión algo más marcadas.

Eran detalles pequeños, del tipo que no notarias a no ser que los vieras muy de cerca o que alguien te lo señalara.

De la nada, una mano se posó en el hombro de la rubia, haciendo que se sobresaltara y girara para ver de quién se trataba.

Por un breve momento, su corazón dio un vuelco, al creer que aquella persona se trataba de George, debido al parecido, pero no, era Fred.

—Hey, Williams, ¿Qué tal todo?

—¿Bien? –respondió extrañada la ojiazul–.

Los Weasley nunca le habían dirigido la palabra, principalmente porque ni siquiera estaban enterados de su existencia.

—Oye, supe de un pequeño rumor, te gusta mi hermano, ¿No es así? –inquirió el pelirrojo–.

Las mejillas de Aloïsia se calentaron a la velocidad de la luz, y antes de que el presunto Fred pudiera decir más, apretó su maletín contra su pecho, y casi corrió en dirección contraria.

No obstante, su brazo fue apretado con fuerza, y posteriormente, tirado a un lado de la misma forma, metiéndola a una habitación y haciéndola caer en el proceso.

La puerta se cerró de un portazo, y un pequeño click se escuchó.

La rubia se apresuró a lanzar a un lado su maletín, antes de comenzar a golpear la puerta con fuerza, mientras gritaba por ayuda.

El pasillo lucía desolado, no había ni rastro de algún tipo de sombra ni absolutamente ningún ruido, no había absolutamente nadie allí.

Un largo suspiro se oyó desde el fondo, haciendo temblar a la más baja.

Electric Love | George WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora