Capítulo 6

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—Quiero que me des la mejor maldita explicación de tu vida sobre porqué dejaste tirada a una chica tan linda y con el puchero más tierno que vi en mi vida –lo atacó su hermano en cuanto cerró las puertas de la biblioteca–.

El menor se mantuvo en silencio y completamente quieto, como si de una estatua se tratara.

—¡Tiene los ojos llorosos, maldito idiota! –exclamó Fred espiando a la pequeña Aloïsia através de la cerradura de la puerta–.

—Entré en pánico –murmuró el pelirrojo menor–.

Solo entonces, su hermano lo miró. Tenía las mejillas al rojo vivo, las manos temblorosas, el ceño fruncido y la mandíbula apretada; rasgos que a simple vista se veían de enojo, pero que en realidad eran de frustración.

Fred hizo lo que cualquier hermano haría.

¿Consolarlo, escucharlo, intentar entenderlo? No, claro que no, ¡Reírse en su cara es lo que hizo!

Una gran carcajada salió desde lo más profundo de la garganta de Fred y retumbó por las paredes del pasillo, burlándose completamente del sufrimiento de su hermano.

Williams era, muy probablemente, de las personas más hermosas y adorables que habían presentado interés en George desde que habían entrado a Hogwarts.

La forma en que las mejillas de Aloïsia se teñían de un suave color cerezo sin siquiera darse cuenta al ver a George, o la forma en que sus ojos brillaban, humillando hasta a las mismísimas estrellas, era ciertamente abrumadora si te tomaba desprevenido.

Pero que la mera presencia de Aloïsia te aturdiera como un shock eléctrico, no le daba derecho a su hermano para comportarse como un verdadero idiota.

Tenía la oportunidad frente a sus narices, Aloïsia ya estaba irremediablemente enamorada, el solo tenía que ponerse los pantalones y, como mínimo, enviar señales lo suficientemente obvias.

¡Pero su hermano era tan estúpido que ni siquiera algo tan simple podía hacer!

—Está claro quien se llevó los genes no defectuosos –bufó Fred caminando por los pasillos junto a su hermano, que lucía como un chihuahua traumatizado– oye, tranquilízate, tampoco es como si le hubieras escupido, solo la hiciste llorar.

—Si estás tratando de ayudarme, déjame decirte que no estás siendo para nada útil –se quejó George, sin conseguir bajar el color de su rostro–.

Era cierto que George era más reservado en comparación con el, pero nunca lo había visto ponerse así, mucho menos por una chica, pues, aunque sonara presuntuoso, pretendientes no les faltaban.

—Entrelazó sus manos atrás de su espalda y me miró con ojos brillosos, Fred, ¡¿Qué se suponía que iba a hacer?! –chilló George de la nada apoyando su cabeza con inusual fuerza contra la pared del pasillo– ¡Es tan pequeña que podría darle la vuelta como un calcetín y tiene que mirar hacia arriba para mirarme! –exclamó el pelirrojo, esta vez dándole golpes a la pared sin despegarse de la misma, una escena ridícula que Fred nunca habría creído que vería–.

Su hermano menor estaba ciertamente cautivado.

Escasas habían sido las veces en las que habían visto a Aloïsia, por más de que pertenecieran al mismo curso, durante aquellos extensos seis años, nunca la habían visto.

Angelina apareció de la nada al doblar por un pasillo, y, al ver la escena frente a ella, se frotó los ojos al creer que estaba alucinando.

George Weasley murmuraba incoherencias mientras golpeaba una pared y prácticamente gimoteaba cuan linda era una chica.

Electric Love | George WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora