Capítulo 9

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Las tiendas de Hogsmeade estaban a reventar de gente debido al inminente acercamiento del baile de navidad.

Los jóvenes magos se apresuraban a comprar las mejores túnicas y trajes, y las brujas no perdían tiempo para comprar sus vestidos, o incluso, mandarlos a hacer.

Aloïsia, por otro lado, llevaba 3 horas recorriendo Hogsmeade de arriba a abajo en busca del vestido perfecto. Susan, quien ya había encontrado un precioso vestido color verde pistache, seguía a su amiga de forma perezosa, pues, en sus palabras "ya se le había quemado la retina de ver tanta tela".

—Aloi, tenemos que volver, mañana vendremos otra vez –avisó Susan, anclando los pies en el suelo–.

—Solo una tienda más, ¿Si?

Susan rodó los ojos y suspiró antes de asentir, agotada.

Pero el resultado no fue mejor. No comprendía por qué en el mundo mágico tenían tan mal gusto para la moda. En el mundo muggle habría bastado con ver en una o dos tiendas como mucho, pero en el mundo mágico... bueno, las mejores prendas lucían como una tela llena de jirones.

Ambas chicas volvieron a Hogwarts, la rubia con una cara tan deprimente que hasta la mismísima McGonagall se preocupó, y la pelirroja a punto de lanzar a su amiga desde la torre de astronomía por ser una exagerada.

Pero, ciertamente, era comprensible el pánico de Aloïsia, pues la realidad era que solo le quedaba una semana para encontrar el condenado vestido o tendría que ingeniarse algo con la vestimenta.

Estaba en un estúpidamente frío domingo 18 de diciembre, Hogmeade estaba abierto para los estudiantes solo durante el fin de semana, el baile era el 25 de diciembre, un domingo, un fin de semana, por lo que solo le quedaba el sábado 24 para encontrar un vestido... ¡Estaba a exactamente una semana del baile y tenía tan solo un fin de semana para encontrar un vestido!, ¡Y eso sin mencionar todos los complementos!

—Esto es culpa de George, ¿Cómo se le ocurre invitarte tan tarde? –bufó Susan–.

Era verdad, siendo exactos, George la había invitado el 12 de diciembre, dejándole tres días para encontrar la ropa ideal.

—Para ellos es tan fácil, todos usarán el mismo traje blanco y negro, solo que unos usarán mangas o colas largas, o un sombrero, o una corbata diferente, o de diferente color. En cambio nosotras siempre vamos diferentes –bufó Aloïsia–.

—Es porque ellos solo tienen esa opción para verse bien, las chicas lucen bien con todo –replicó Susan mientras entraban a la sala común–.

—¡Por Dios, lo olvidé! ¿Qué haré con mi cabello? O peor ¿Cómo me voy a maquillar? ¿Qué zapatos voy ponerme? –chilló Aloïsia en completo pánico mientras veía a su amiga de la misma forma–.

—El sábado haremos una cosa, tú busca el vestido, yo buscaré algunos accesorios para ti, el cabello lo solucionaremos luego, en el peor de los casos, le pediremos ayuda a alguna de las chicas de Beauxbatons –dijo Susan, abrazando a su amiga con un brazo para que se calmara de una vez–.

Susan era dos años menor que ella, pero en momentos como ese, lucía como la mayor.

Aloïsia terminó por dar vueltas en la cama sin parar en lugar de dormir. Estaba siendo tan exigente con un vestido que ni siquiera sabía cómo lo quería, porque si, ni siquiera sabía cómo quería su vestido, pero ninguno de los que veía le gustaban. Buscaba algo más muggle, pero que tuviera un toque mágico.

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El fin de semana llegó en un parpadeo, y Aloïsia se encontraba más decidida que nunca a encontrar ese vestido perfecto. A pesar de la aparente falta de opciones en Hogsmeade, estaba dispuesta a buscar alternativas y aprovechar al máximo el próximo fin de semana.

Después de las clases, se reunió con Susan en la Sala Común, ambas compartiendo un entusiasmo renovado para la búsqueda del vestido ideal. Planeaban hacer un plan detallado para el próximo sábado, el último día disponible antes del baile.

—Operación comando lista –dijo Susan, flameando en alto el trozo de pergamino en el que habían escrito todo–.

Ambas chicas se dirigieron a Hogsmeade con un enfoque determinado. Comenzaron por visitar una tienda que Susan recordaba haber visto. Esta vez, la campanilla sonó al entrar y el ambiente mágico del lugar hizo que Aloïsia sintiera una nueva energía, era un lugar completamente diferente a aquellas tiendas insulsas que había visto antes.

La tienda estaba llena de vestidos, túnicas y trajes de colores vibrantes y telas lujosas. La selección era mucho mejor de lo que habían encontrado hasta ahora. Aloïsia exploró cada rincón de la tienda, examinando cuidadosamente cada vestido en busca del indicado.

Finalmente, sus ojos se posaron en un vestido de un tono índigo profundo, con detalles y destellos plateados que parecían parpadear mágicamente. Aloïsia se acercó con cautela y lo tomó entre sus manos.

La tela era suave y delicada. Aloïsia entro al probador y al probárselo y verse en el espejo, supo que era el indicado. Se trataba de un vestido con mangas lo suficientemente bajas como para dejar al descubierto sus hombros y clavículas, con tirantes prácticamente transparentes para mantener todo en su lugar y un escote de corazón. Llegaba hasta el suelo y poco más, lo suficiente como para cubrir totalmente sus pies y más, pero no lo suficiente como para crear una cola que arrastrar. La parte de arriba era lo suficientemente ajustada como para resaltar, pero tampoco para exagerar, por otro lado, la falda era todo lo contrario, no tenía más capas de las que podría contar con todos los dedos de los estudiantes de Hogwarts, pero tampoco era entallada como la parte superior, era perfecta, como todo el vestido en general.

Sus ojos brillaban y su corazón se sentía cálido al ver el movimiento de la falda al dar vueltas sobre su eje. Se sentía preciosa y, se daba el atrevimiento de decir, estaba preciosa.

Aloïsia se apresuró a pagar el vestido y salió de la tienda dando pequeños saltitos de felicidad con su vestido en mano ya enfundado y metido dentro de una caja de tamaño considerable.

—¡Aloi! –gritó Susan corriendo hacia ella con una emoción avasallante– ¡Mira lo que conseguí!

Susan abrió la pequeña bolsa entre sus manos, mostrando tres cajas aterciopeladas en color negro.

—Son un collar, aretes y anillo a juego –anunció la pelirroja, sacando la caja más grande–.

Susan abrió la caja y un collar con un pequeño dije en forma de estrella, con una preciosa piedra color zafiro en medio rodeada de picos metálicos con piedrecillas incrustadas. No se trataba de una estrella cualquiera con cinco puntas, se trataba de una de ocho, muy elegante.

El anillo y los aretes eran, efectivamente, a juego, idénticos entre si. Le añadían un toque de elegancia sin opacar la belleza natural de Aloïsia.

—Me crucé a Fleur en el Cabeza de Puerco, lo odia, dicho sea de paso, dice que luce como un callejón abandonado, pero unas de sus amigas dijeron que pueden ayudarnos con el peinado y maquillaje, por lo que, la operación comando fue cumplida con éxito –festejó Susan, alzando muy en alto la bolsa en su mano como si fuera un trofeo–.

Solo quedaba esperar al baile, y le rogaba a Dios y Merlín que así fuera.

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⏰ Última actualización: Jan 07 ⏰

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Electric Love | George WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora