15. Calum

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Esa mañana, aún algo traumatizado por lo que había visto, seguí a aquel par tan disparejo por su recorrido hasta llegar a la nueva escuela de Brooke. Un vuelco fue directo a mi corazón cuando entre la multitud pude apreciar una cabeza pelirroja en extremo similar al de la chica de mis sueños. Sí, era consciente de que no podía ser ella pero por más imposible que pareciese, dolía.

Cuando se volteó y confirmó lo que yo ya sabía, intenté con todas mis fuerzas volver a enfocarme en mi compañera de miserias. Parecía estar relajada caminando con naturalidad por unos pasillos que no conocía, estaba buscando la primera clase de su horario.

A pesar de esa fachada increíble de seguridad, la mano crispada sobre la correa de su mochila me hizo saber que las cosas no eran siempre lo que aparentaban. Ahí iba de nuevo enemistada con la vida, pretendiendo ser fuerte e independiente cuando en verdad era una niña pequeña a la que no le vendría mal un aliado.

Reposé mis manos sobre sus hombros y estrujé un poco su pequeño cuerpo recordándole que no estaba sola. Su aura ya no se volvía oscura como antes, era verdad, mas su alma aún peligraba. Incluso me lamentaba que su hálito ya no se opacase porque ese era un claro indicio de lo que estaba por venir. Ahora solo podía presentir lo que pasaría a base de lo que ella había demostrado en ese poco tiempo que nos conocíamos. Brooke era una bomba sin cronómetro y podría estallar en cualquier momento, debía ser cuidadoso.

La primera hora de clases fue historia y aquel profesor estaba a punto de volver a matarme del aburrimiento

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La primera hora de clases fue historia y aquel profesor estaba a punto de volver a matarme del aburrimiento. ¡Qué desperdicio! Con lo interesante que podía ser la materia, ahí estaba un idiota sin amor alguno por su profesión desmotivando a todo el mundo.

—¿Así que la escuela te aburre? —La voz Chamuel me hizo saltar debido a la sorpresa, él como siempre adoraba ser inoportuno.

—¿Qué haces aquí?

—Vengo a hacer un seguimiento de ustedes dos, he visto la charla de anoche sobre el espejo. Eso fue crudo, tío. ¿Es que no tienes tacto?

—No lo hice de gusto, ¿sabes? No todos somos arcángeles que deciden cuándo tener tacto y cuándo no.

—¿Sigues ofendido porque te apuré al decir que tú ya estabas muerto y ella seguía viva? —Una carcajada borbotó desde lo más profundo de su garganta y sus ojos brillaron con diversión—. Vamos, sabes que me caes bien. De lo contrario no estaría aquí viendo cómo están los dos. Para estas alturas estoy tan preocupado por ella como lo estoy por ti. Ustedes son demasiado impredecibles, más que el promedio de los humanos con los que me he cruzado al menos.

—Pues, ¿por qué no te unes al club? Tú no eres lo que yo llamaría predecible tampoco.

—Cualidades de ser un arcángel, nunca sabes por dónde apareceré —bromeó pretendiendo buscar la forma de cómo taclearme. Cham estaba demasiado jovial, algo no andaba bien.

—¿Qué pasó? Tengo el presentimiento de que vienes a vernos más para respirar que por preocupación. ¿Qué te está ahogando?

—Demonios, una materia más y te recibes de médium. —Sus hombros se dejaron caer y por un momento su mirada se volvió seria y preocupada mostrando al fin sus verdaderas emociones—. Todo sería más sencillo si tus sentidos no estuviesen tan alertas, pero ni modo. He empezado mis sesiones de terapia y mi cabeza no deja de maquinar.

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