28. Calum

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Los arcángeles y esa endemoniada tendencia a teletransportarme sin aviso, maldije para mis adentros algo mareado por el grotesco cambio de vista. De estar en el patio de las Alden, al costado de la pérgola de madera de Brooke, pasamos a estar en un inmenso cuarto de mármol blanco que no parecía tener fin.

A nuestra derecha, una increíble y mágica cascada se dejaba ver. El agua que nacía a unos tres metros del suelo, caía con cuidado sobre lo que parecía ser un mini lago. A la orilla del mismo, en un lugar tan repleto de naturaleza que desentonaba por completo con el recinto de mármol blanco, había un niño de piel y cabellos morenos, de unos diez años.

Cuando se enderezó para verme con sus pupilas blancas, una inmensa paz se apoderó de mí. Por alguna extraña razón, no podía saber si era niño o niña, solo estaba seguro de que ese extraño ser era Dios.

Chamuel, Miguel y Gabriel se arrodillaron en su lugar para recibir en sus cabezas la caricia cariñosa de ese ser de luz que nos había estado esperando. Ver cómo tres adultos eran tratados como niños, por un niño, fue algo que me dejó algo desencajado.

A pesar de lo extraño de la situación, no dudé en arrodillarme y apoyar mi cabeza contra el suelo, pues no me sentía digno de siquiera ver a Dios. Él, con su voz omnipotente, me ordenó que me enderezara. Su voz fue firme, pero llena de amor. Algo incoherente pues se me hacía parecido a la voz de un padre o una madre.

—Soy el padre y la madre de toda la existencia, Calum, así que no estarías equivocado.

—Oh —susurré al ver que mis pensamientos ya no eran solo míos, sino que él los podía escuchar.

—Has andado muchísimo, mi chico, y has peleado con todo en tu contra. Moriste... treinta y siete veces ya. Eso es increíble. Y eso que solo estoy contando las veces que Astaroth te mató para volver a empezar el bucle de nuevo. Debes tener tantas preguntas... vamos, hazlas una por una, intentaré responderlas todas antes de tu juicio final.

Y juro en su nombre que le pregunté todo. Desde quién había creado el bucle temporal volviendo todo atrás como qué hubiese pasado de haber perdido de nuevo.

De acuerdo a sus palabras: Brooke misma, en su dolor por mi pérdida volvía a reiniciar el tiempo cada vez que yo moría. Ella sentía cómo Astaroth me mataba dentro de su sombra, es decir, su alma y el dolor era tan inmenso que amenazaba con destruir toda la creación.

—Jamás subestimes el amor de un humano, Calum, ustedes tienen el poder de cambiar absolutamente todas las piezas en el tablero si se lo proponen. Tú mismo lo demostraste esta noche al vencer por primera vez, luego de tantos intentos.

—¿Eso quiere decir que la guerra terminó? ¿Ganaron los buenos?

—No, desgraciadamente no. Lo que ustedes hicieron fue ganar una batalla, no la guerra. Para como vienen las cosas, esto durará muchos siglos humanos más. Sin embargo, no te desanimes. Brooke y tú nos brindaron conocimientos increíbles que nos jugarán a favor más adelante.

—¿Qué descubrimos con exactitud? —su sonrisa comprensiva me llenó de paz, pero me daban a entender que estaba lejos de comprender todo lo que había sucedido.

—Descubrieron cuál era el plan de los demonios. Ellos estaban matando bendecidos y ángeles porque encontraron que su sangre y esa corrupción de almas rompía los sellos que habíamos instaurado la primera vez. Me dieron el respiro que necesitaba para salir de mi letargo, pues ahora sabemos qué buscan y cómo prevenir que se abran.

—Oh, eso es bueno, sí, tiene razón. Eso es bueno —respondí avergonzado mientras pasaba la mano derecha por mis cabellos. Estaba tan nervioso que no sabía qué hacer al respecto.

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