Capítulo 41. Bailaré con cenicienta.

494 38 5
                                    


Raven:

Era divertido ver como Clarke se daba vueltas de un lado para otro medio desesperada y medio loca en bóxer y sujetador, esa era una escena que no se veía todos los días, bueno, que no veías hasta que Lexa apareció en la vida de mi mejor amiga y la convirtió en una completa pendeja, babosa y dependiente mujer que besaba el piso bajo los pies de esa muchacha.

Clarke parecía ser una persona completamente dependiente de Lexa, quien se alteraba o dejaba de funcionar apenas su otra parte faltaba, que dejaba de existir simplemente porque no podía tomar su mano o besarla. Era tierno de muchas maneras, hasta que llegaban las 15:30 horas en la oficina, cuando ella comenzaba a proferir quejas como "Lexa me estaría dándome mimos a estas horas", "Me estoy perdiendo la siesta de mis bebés", "Me estoy perdiendo la siesta de Lexa con mis bebés" y cosas por el estilo.

—Si te vistes no me quejo. — Acoté mientras me tiraba a la cama, recibiendo su mirada de completa incredulidad. — Solo digo que las cosas son más fáciles cuando no recuerdo que tu anaconda me dio el mejor orgasmo de la vida.

Resopló con ira. — No puedes jugar conmigo el día que me voy a casar. — Gruñó como si de verdad hubiese efectuado la ofensa más grande del mundo. — Eres mi mejor amiga, deberías estarme calmando. 

—Estoy intentando distraerte. — Confesé. — Además, no entiendo el nervio. — Le tiré el almohadón para que se dejara de dar vueltas como un león enjaulado. — Ya tienen dos hijos, viven en la misma casa, tienen una perra, no es como si simplemente se pudiera deshacer eso y ya.

—¿Y si no llega, Rae? — La vi llevarse un dedo a la boca, reanudando esa mala costumbre odiosa que tenía. — ¿Si tiene nervios y no se presenta? — Le tiré el otro almohadón de mi cama en plena cara. — ¿Y si me deja plantada y huye llevándose todo lo que hemos construido?

—¿Te estás escuchando, Griffin? — La reprendí un poco contagiada con su nerviosismo. — ¡Estás hablando de Lexa! — La apunté sin importar que eso le molestara enormemente. — ¡De tú Lexa, idiota!

Clarke hizo una cara compungida, demostrando que de verdad estaba nerviosa, que tenía miedo y que no era simplemente por el momento.

—Yo...yo...yo no la merezco. — Susurró bajito, aferrando con fuerza el almohadón a su pecho, refugiándose de no sé qué mal que la acechaba. — Ella es...es...es tan hermosa, tan linda, tan...tan buena, tan...tan amorosa y yo...— Clarke se apuntó como su yo pudiese ver algo malo en ella. — Yo soy tan...

Me puse de pie con violencia, cortando de inmediato si discurso de lamentaciones, tomé su rostro con cuidado, encontrando nuestros ojos de manera inmediata y acariciando sus mejillas como si de esa manera pudiese calmar todos los demonios que la estaban atacando.

—¿Tu eres qué, Clarke? — Quería que sacara todo, que dijese lo que la atormentaba. — ¿Eres qué, Clarke?

Intentó bajar su mirada, pero no lo permití. — Soy una bestia. — Susurró tan bajito que si no estuviéramos a escasos centímetros nunca la habría oído. — Soy un fenómeno. — Sus ojitos se llenaron de lágrimas. — Rae, yo...yo...yo soy...

—Tu eres la persona con el corazón más hermoso del mundo, Griffin. — Borré con cuidado el par de lágrimas que se escaparon de sus ojos. — Clarke, deja de verte con ojos tan críticos, deja mirarte como si fueses un monstruo porque no es así. — Ella intentó protestar, pero no lo permití, simplemente la volví a sumir en un silencio inmediato. — Que seas intersexual no te hace menos humana, tampoco te hará menos mujer, ni menos merecedora de amor. Deja de pensar que mereces un castigo por ser quien eres, porque la vida te ha demostrado últimamente que no es así. — No dudé en volver a barrer con mi pulgar esas lágrimas que caían por sus mejillas. — Tienes una familia preciosa, tienes a Lexa y a tus dos pequeños, que son tan hermosos como su madre; tienes tanto, tienes a tus amigas, tienes a tus hermanos, a tus padres y a tu empresa, me tienes a mí. — Una sonrisa iluminó su rostro y también iluminó mi corazón. No dudé en abrazarla con fuerza. — Y por más que te esfuerces en decir que eres una bestia, déjame recordarte que en esa película, la bestia es el héroe y es quien tiene el corazón más hermoso del mundo.

La Bella y la Bestia. (Clarke GiP).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora