Capítulo 51. Recuerdas cuando ...

268 39 0
                                    


Clarke.

—Señor, comprenda que necesito que ese artículo debe desaparecer. — Hablé con calma mientras apretaba el puente de mi nariz.

Lo siento, señora Griffin. — Habló con una risa apaciguando sus palabras burlescas. — Comprenda, soy un empresario, al igual que usted. — Golpearía su gordo rostro hasta que me dolieran las manos. — Esta es una página que me da demasiada atención y que me permite ganar más lectores y, por ende, no lo voy a perder.

—¡Está jugando con mi familia! — Bufé golpeando la mesa, volviendo a ese estado de semi locura que estaba a punto de desencadenarse. — Necesito que dejen de manchar el apellido de mi familia por el estúpido sentido de éxito que tiene personas distorsionadas como usted, señor Jaha.

Insultarme no hará que mi decisión cambie, señora Griffin. — Espetó con desagrado, casi masticando sus palabras con horrible hostilidad. — Lo cierto es, que usted es una de las empresarias más ricas del mundo entero, siendo seguida por ese título que dice que es la mujer estadounidense más joven en alcanzar este capital bruto en su poder. — Sabía dónde iba, él esperaba que pavoneara mi dinero y recurrir al soborno. — El hecho de que alguien como usted esté bajo una investigación por tráfico humano, es ciertamente, emocionante.

—Tengo dos hijos y una esposa. — Gruñí cada palabra, intentando controla ese instinto asesino que rugía en mi interior. — El hecho de que usted haga esa especie de anuncio, sin siquiera poner cuidado en sus palabras, afecta a mi familia. — En este momento, me estaba imaginando como rodeaba su cuello con mi mano. — Necesito que intente dejar de arruinarme, viejo resentido y mal intencionado. ¡No puedes intentar hundirme por tener más éxito que tú!

El silencio desolador desde el otro lado me hizo temer que simplemente hubiese cortado, pero no, seguía sintiendo la respiración acelerada por el otro lado. Estaba enojado, intentando controlar su maldita furia desbordante que de seguro molía su ego herido.

Disfrutaré viéndote caer, Griffin.

—Si publicas algo bajo mi nombre o con el nombre de mi franquicia, te juro que tu única oportunidad de volver a publicar algo, será en un cartel pidiendo limosnas. — Rugí con prepotencia. — Puedo destruir tu periódico de cuarta con solo mover los dedos, y no solo eso, puedo quitarte todo lo que tienes por el simple hecho de haber utilizado ilegalmente mi nombre.

 —No te atreverías.

 —Antes lo hubiese dudado, aunque fuese un segundo. — Mascullé, apretando los dientes para contener esa tentadora idea de golpearlo. — Pero ahora, te estás metiendo con la integridad de mi esposa, y eso te convierte en mi enemigo, por ende, eres una persona a la que debo destruir.

Señora Griffin, ... no es necesario alterarse. — Comenzó a balbucear, probablemente demasiado nervioso como para hilar otra idea amenazante en mi contra. — Podemos... podemos llegar a un acuerdo. Algo... algo... algo que nos beneficie a ambos.

—¡NO! — Rugí con extrema prepotencia, haciéndole saber a ese hombre que yo era más que él en cosa de poder. — Esto es lo que pasará. — Las palabras salían como rugidos bestiales carentes de humanidad. — Usted no va a sacar esa portada, usted no va a publicar nada con el nombre de mis empresas, con el nombre de mi esposa, con el nombre de mis hijos o con el mío. Si osa romperme las pelotas, prometo que antes de caer yo, lo arrojo a usted completamente despedazado al suelo. — Una risa rauda hizo que el ambiente se hiciera más tenso. — ¡Mas le vale no tocarme las pelotas!

Colgué con fuerza mi celular, casi explotando por la presión que ejercía con mi mano contra la mesa. Intenté calmar la rabia insistente que berreaba por crecer en mi interior y tomar una especie de forma monstruosa que devoraría todo lo que me rodeaba.

La Bella y la Bestia. (Clarke GiP).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora