Capítulo 52. La crisis.

313 38 0
                                    

*Créditos de la imagen a quien correspondan. 💕


Clarke.

—¿Quién es la princesa de mamá? — Susurré con los ojos perdidos en esos inmensos ojitos que tanto adoraba. — Tu eres la princesa de mamá.

Madi estalló en una carcajada estridente, aplaudiendo como si realmente no hubiese un acto más magnífico que decirle que era una princesa. Sus encías brillantes se mostraron frente a mí, volviéndome una hija de puta afortunada, solo por tenerla.

Sabía que ese momento en que Aden era bañado por Lexa, era el momento en el que Madi y yo compartíamos esa rutina de abrazos y besos que eran intercambiados por risas, balbuceos y babeos por parte de ella. Mi pequeña princesa estaba sentada sobre mi vientre desnudo, dándome sonrisas a boca abierta a cada palabra que soltaba.

La manera en que los niños crecían era abrumante, incluso había pasado por una especie de temor abducido por la idea de que mis bebés dejarían de serlo antes de darme cuenta. Y yo, lo único que podía hacer, era ser una espectadora fiel de cada uno de sus logros, para aplaudirlos desde un poquito más lejos. 

—¡Pañal! — El grito estridente de mi esposa casi me hizo saltar. — Clarke, un pañal.

Madi inclinó la cabeza, intentando comprender ese grito tan curioso.

—¿Pañal? — Pregunté un tanto perdida.

Con cuidado dejé a la niña sobre la cama, preocupándome de rodear todo el borde con almohadones para que no cayera. Caminé distraídamente, como ya se había hecho costumbre cada noche que estaba en casa, con mi familia; fui directo al baño de los niños, en un pantalón de pijama y en un sujetador deportivo.

Apenas entré al baño, lo primero que veo es al pequeño Aden, sonriendo abiertamente a su madre que tenía una gran mancha de no sé diablos en su blusa; por otro lado, las aguas de la bañera estaban un poco turbias y de un color que no podía identificar del todo.

—¿Qué ha pasado? — Pregunté inocentemente acercándome a ellos. — ¿Por qué tienes esa cara, amor?

—Te grité. — Lanzó en tono gélido, fulminándome con la mirada. — Me ha orinado. — Sus ojos desbordantes de enojo hicieron que una carcajada quisiera escapar. — Y se ha cagado en el agua.

Quería destrozarme, podía verlo en su carita roja de ira y en sus ojos trémulos intentando despedazarme a distancia; por otro lado, Aden seguía sonriendo, con el agua escurriendo y con los ojitos tan brillantes que parecía estar sonriendo con el alma.

—Estaba con Madi. — Me excusé dando pasos tenues hacia donde estaba ella, quitando a nuestro desnudo hijo de sus brazos. — Puedo terminar de bañarlo, así te cambias de ropa.

Me acerqué a ellos, envolviéndolos a ambos en un abrazo cálido que no hacía más que reafirmar ese amor tan tremendo que ellos me hacían sentir. Aden palmeo mi pecho con afán, lanzando una carcajada mansa que se parecía tanto a Lexa. Mi esposa, por el contrario de mi hijo, parecía dispuesta a clavarle sus dientes en mi cuello y luego escupir el trozo de carne que quedara en su boca.

—Los amo. — Susurré besando la frente de mi esposa. — No importa que mi pequeña esposa quiera matarme. — El cuerpo de Lexa tembló con anticipación, demostrando que algo no estaba del todo bien. — Y también puedo sentir que esa furia incipiente no es por lo que pasó con el niño, así que quiero saber ¿qué es lo que pasa, amor?

Ella resoplo, dando un paso atrás. — ¿Puedes cambiar el agua? — Preguntó evitando mi pregunta. —Yo envolveré a este pequeño diablo para que no se congele y luego de eso puedes terminar de lavarlo.

La Bella y la Bestia. (Clarke GiP).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora