L1 - Capítulo 13

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Si los gritos no hubiesen sido suficientemente esclarecedores, todo el metal de alrededor temblando y el leve aunque indeterminado cosquilleo en su mente habían dejado claro a todos los jóvenes mutantes de la casa lo que Erik y Charles habían hecho.

Raven se levantó de la cama, después de dar vueltas y vueltas , resoplando frustrada. Había sentido a Charles otras veces excitado, era inevitable habiendo pasado juntos la adolescencia y con un control precario de sus poderes, pero nunca había sido así.

Incluso si la mayoría solo vislumbraba los retazos de la emoción del telépata, Raven podía detectar algo mucho más fuerte. Charles no había tenido solo sexo en esa habitación. Como si la idea de su hermano teniendo sexo no fuese lo suficientemente inquietante. Y en cuanto a Erik... Lo cierto es que no quería pensar en él.

La mutante se puso una bata y bajó las escaleras hasta la cocina. Se sobresaltó un poco al ver que había alguien sentado a la mesa en la penumbra, pero Hank levantó la cabeza al instante y le sonrió de forma leve e incómoda y Raven no pudo evitar corresponder, compadeciéndose de él.

—Tampoco puedes dormir, ¿eh? —dijo con un tono ligero mientras abría la alacena para coger una lata de galletas.

—Es... bueno, es... —intentó explicar Hank, sonrojado—. ¿Es así? ¿Siempre?

Raven se cubrió la boca con una mano, mirándolo enternecido.

—Si te digo que espero que no me temo que estaría condenando a Erik y a Charles a no volver a tocarse el uno al otro. Supongo que el sexo mutante está a otro nivel.

—¿Entonces es porque son un telépata y otro mutante? ¿No es...? —siguió preguntando Hank, lleno de curiosidad, pero luego se quedó mudo de la vergüenza cuando Raven la miró como un buho, con la lata en una mano y una galleta en la otra.

—¿Me estás preguntando cómo es el sexo en general?

—¡Yo...! ¡Lo siento, no quería...! —se apresuró a decir, pero no pareció en absoluto molesta, sentándose a su lado mientras le daba un bocado a la galleta.

—No lo sé. Nunca he tenido sexo.

—¿Nunca?

Raven frunció el ceño, dejando los restos de su tentempié a un lado de la mesa.

—¿Algún problema con eso?

—¡No! Es solo que... eres una chica tan bonita que... —balbuceó mientras apartaba la mirada y Raven lo tomó la barbilla y le obligó a centrar de nuevo sus ojos en ella.

—Tú también eres un chico muy guapo, Hank.

Hank sonrió con tristeza. Parecía tan pequeño en la mano de Raven a pesar de ser mucho más alto.

—Solo estás siendo amable.

Raven atrapó sus labios, sorprendiéndolo. Hank era torpe y tímido, pero en el poco tiempo que llevaban saliendo juntos Raven había descubierto en él una gran pasión. Se había vuelto increíblemente bueno besando en muy poco tiempo.

—¿Quieres venir a mi habitación? —le ofreció Raven cuando separaron sus bocas para respirar.

—No era mi intención cuando te pregunté... —replicó angustiado pero la mutante le sonrió para tranquilizarlo.

—Lo sé, pero estoy excitada y sé que tú también lo estás —dijo mientras jugueteaba con uno de los botones de su pijama a rayas, sin dejar de mirarlo a los ojos—. No hay nada de lo que avergonzarse, Hank.

Hank se golpeó la rodilla con la mesa al levantarse, pero no le importó, solo parecía hechizado por Raven, siguiéndola hasta el segundo piso.

Raven cerró la puerta y lo empujó hasta la cama, sentándolo con la espalda semiapoyada en el cabecero. Se subió a horcajadas sobre él, enredando los dedos en su cabello corto y metiendo la lengua en su boca.

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