Después de mi incidente con el alcohol en la fiesta en casa de Rufus decidí tomarme unos días de tranquilidad. Aunque fuera en vano, pues no dejaba de pensar en que Alex era el hijo de Steveen, y que una vez Alex mató a un hombre para proteger a su padre. ¿En qué entrábamos mi madre y yo en eso? No podía dejar de pensar en que estábamos en peligro, aunque esos problemas se esfumaban cuando Alex estaba conmigo, pero dejar que se evadiesen no implicaba que no estuviesen ahí.
Había decidido pasar la semana con mi padre, pese a las suplicas de mi madre. No podía estar cerca de Alex si eso implicaba pasar del tema que tanto me comía la cabeza: la muerte de un hombre a manos de mi novio.
No sabía como hablar con él del tema, ¿y si me deja al sentirse ofendido? Claramente no estaba dispuesta a dejar escapar a Alex, era muy importante para mi, puede que la persona mas importante ahora. Pero no podía dejar pasar por alto el tema, era un espina molesta que tenía que sacar.
Era viernes y este fin de semana lo pasaría con mi madre, y eso quería decir, con Alex.
Agarro mi pequeña maleta de viajes rosa chicle y meto toda mi ropa, para dejar nuevamente, la habitación vacía. Antes cuando abandonaba la casa de mi papá para irme con mi madre se me solía escapar una pequeña lágrima, pero ahora que sabía que mi novio estaba allí, esperándome, una tranquilidad y una felicidad infinita se apoderaban de mi.
Bajo las escaleras, como siempre, a tompicones haciendo que la maleta se me clave en la espalda.
-¿Vamos princesa?- Pregunta mi papá desde la puerta.
-Sí.- Asiento con algo de pena.El viaje en coche se me hace más corto de lo habitual, y en cuestión de minutos estoy enfrente de la casa de Steveen. Enfrente del BMW negro aparcado perfectamente. Sonrío.
-Pasa una buena semana papi.- Digo depositando un beso en su peluda mejilla.
-Si necesitas algo, reina, llámame.Asiento con la cabeza y bajo perezosamente del coche. Quería ver a Alex, pero estaba nerviosa. Hacía siete días que no nos veíamos y solo habíamos hablando mediante mensajes, y no muchos.
Llamo a la puerta y después de unos eternos segundo se abre dejando ver el rostro pálido de mi madre junto con un pijama largo de seda morada.
-Oh mi niña, como te he echado de menos.- Dice abrazándome con fuerza, y yo le devuelvo el abrazo sin muchas ganas.
-Hola mami.Paso y subo a mi habitación mientras mi madre se mete al salón y retoma la película que estaba viendo con Steveen, al que ignoro y no saludo.
Dejo la maleta en el suelo y me tiro en la cama nerviosa, ¿dónde estaba Alex? tampoco hago el amago de buscarle por la casa, y supongo que no había salido porque su coche estaba fuera aparcado. Paso una mano por mi cara y suspiro.
Salgo de la habitación y me meto en la de enfrente. La de Alex.
Está tumbado en la cama y tiene una aspecto relajado. Se le veía tan guapo. Me tumbo a su lado y empiezo a acariciarle el pelo rubio. Noto como hace una mueca con la nariz y deja salir un pequeño gruñido, a lo que respondo riéndome.
Sigo acariciándole el pelo para despertarle, y en cuestión de tiempo los ojos de Alex se abren vagamente y me mira, a la vez que cueva sus labios en una tierna sonrisa.
Le beso la frente y me acurruco entre sus brazos, que me pegan a él con intensidad embriagándome de su calor y su olor a colonia de hombre. Su colonia de hombre.
Noto un zarandeo en mi hombro algo molesto que me hace daño. Abro los ojos y me aparto a tientas del cuerpo que me abrazaba para darme la vuelta y encontrarme con mi madre. Con mi madre enfadada.
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