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Me siento en la mesa de la cocina de mi padre y escondo la cabeza entre mis brazos. Hacía dos dias desde que todo se habia desmoronado, desde que lo había dejado con Alex y desde que decidí dar la espalda a mi madre, quien no se había molestado en llamarme.

Grese se sienta a mi lado y me acaricia la espalda con ternura. Esta mujer es todo ternura.

Ahogo un pequeño sollozo para que Grese no lo note, pero lo advierte y me abraza como mi postura se lo permite.

-¿Cariño?

La contesto con un pequeñi gruñido apenas inaudible.

-Ven.- Me aparta un mechón de la cara.- Vamos a hacer una tarta, ¿si?

Grese amaba la cocina, y yo amaba el chocolate y estar con ella, asi que asiento fingiendo una sonrisa y me levanto de la mesa.

Dejo que mi mente se evada y se centre simplemente en una cosa: el chocolate caliente y las galletas para preparar la tarta.

Grese empieza a sacar un montón de cazuelas y a vertir en ellas agua y una especie de polvos blancos. Lo hace todo agilmente y me sorprende, yo me hago un lio al preparar un siemple cola cao.

Me da una tableta de chocolate negro y me pide que la parta en cachos. Lo hago y lo deposito en las cazuelas hirbientes y lo remuevo con una cuchara de madera hasta que se derrite y queda un chocolate espeso que huele de maravilla.

No me había dado cuenta del tiempo que había pasado: cuarenta minutos. Y en todo ese rato no había dejado que mi mente se fuera al tema primordial ahora en mi vida.

Grese coloca cuidadosamente chocolate y vainilla encima de galletas maria, y repite esta acción hasta que tiene forma de tarta y se terminan los ingredientes. Lo cubre con papel albal y lo mete en el frigorífico para que se enfrie, pero no demasiado, no es una tarta helada.

Sonrio ante la situación y doy un abrazo a Grese. Sin ella esto sería mucho peor.

-Gracias, Grese.- hago una pausa para tomar algo de aire.- Te quiero... Mucho.

Grese me aprieta contra ella y me acaricia la melena.

-De nada pequeña, te quiero.

Me voy de la cocina y subo corriendo las escaleras para encerrarme en mi cuarto.

Me dejo caer en la cama y me permito llorar ahora en paz. Necesito expulsar toda la amargura que tengo de alguna forma. Me dolia que Alex me quisiese, y que por ello me alejara, me dolia que no me hubiese llamado, que me hubiese bloqueando en todas sus redes sociales, ahora no sabía nada de él. Excepto que seguía viviendo su vida, sin mi.

En estoa dos dias no había hablado con Lol, no es que antes lo hiciera mucho, y puede que suene egoista, pero no lo necesitaba, estaba tan cegada en mi relancion con Alex que todo mi mundo se había esfumado, ademas Lol también vivia algo parecido con Rufus; y bueno, Josh, hacia dos semanas que no quedábamos. Le veia en el instituto, y charlabamos de cosas estúpidas, el no me contaba su vida y yo a él tampoco la mia, lo único novedoso que sabía era que tenía una novia de un curso menor y que estaban muy felices.

Todo el mundo tenía sus respectivas parejas y eran felices. Y yo, bueno, yo debía olvidar estos cuatro meses, pero como yo hay mucha gente, ¿no?

No me había dado cuenta de que me había quedado dormida hasta que una musiquita molesta me despierta. Alargo el brazo y cojo mi móvil al tiempo que contesto con una voz dormida.

-Hola...
-¡Hola amiga!- Genial, es Lol.
-¿Que quieres?- Digo aún mas bajito y con voz perezosa.
-¿Estabas dormida?

No idiota, tengo voz dd marmota porque amo a las marmotas, ¡qué lista eres eh!

Lo séDonde viven las historias. Descúbrelo ahora