Capítulo 36.

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Se quedaron en aquel hermoso lugar durante dos semanas más antes de regresar a la ciudad.

Después de regresar y anunciarle a todos que iban a casarse, Jacob y Malcolm se tomaron su muy preciado tiempo para celebrar entre ellos antes de decidir que debían hacer una celebración junto a todos sus amigos. En realidad pasaron una semana entera desparecidos, solo para aparecer nuevamente cuando todos empezaban a creer que Jacob finalmente había matado a Malcolm con su insaciable apetito.

Jacob llegó un día a la oficina, despertando con una patada a la puerta a Honey, quien dormía tranquilamente en el sillón. El castaño ni siquiera había reaccionado del todo cuando Jacob ya estaba gritando.

—¡Mi gigante favorito!— chilló Jacob antes de lanzarse sobre Malakai, quien le esquivó justo a tiempo para que el rubio cayera al suelo.

Honey soltó una risita.

—¿Que quieres?— cuestionó Malakai sin voltearse a mirar a Jacob en el piso.

—Necesito que me prestes tu club..

—No.

—Sí.

—No.

—¿P-Para que quieres el club?

La dulce voz de Honey distrajo a los dos amigos de su pelea. Ambos voltearon a ver al menor, que se ruborizó. Se acababa de despertar, lo que le daba cierto aspecto somnoliento y desordenado que lo hacía aún más lindo de lo que ya era.

Jacob aprovechó que la ternura de Honey distrajo a Malakai para lanzarse al escritorio y agarrar lo primero que encontró. Tuvo la suerte de tener entre sus manos una muy cara pluma que Malakai tenía desde que eran adolescentes. Eso era lo suficientemente valioso para un buen y amistoso chantaje.

—¡Dame el permiso o me llevo tu pluma!— chilló Jacob, escondiéndose detrás de Honey. Obviamente Honey le protegería de cualquier daño.

Malakai rodó los ojos y soltó un suspiro exasperado. Dudó por un breve segundo antes de irse a buscar algo en los cajones de su escritorio. Pronto sacó una hoja.

—Ten.

Tanto Jacob como Honey estaban curiosos, así que ambos tomaron la hoja de papel para saber qué decía.

Era el permiso firmado de Malakai para Jacob y Malcolm celebraran su fiesta de compromiso en el club. Confundidos, los muchachos miraron a Malakai en busca de una explicación. Malakai no había explicado nada si no fuera por Honey y sus muy atrapantes ojos de cachorro. Le daría el mundo entero si se lo pedía. Honestamente no había nada que Malakai fuera capaz de negarle a Honey desde que lo conoció.

Con Honey mirándole así, Malakai no pudo evitar las palabras que salieron de su boca.

—Malcolm ya me pidió el club. Se suponía que era una sorpresa— dijo seriamente. —Ahora, si no fueras tan irritante y-

—Malakai— regañó Honey inconscientemente al oír que iba a insultar a Jacob.

El mayor suspiró.

Sin embargo no dijo nada más. Salió de la oficina luego de lanzarle una mirada malhumorada al rubio.

Ya solos, los dos amigos se dirigieron al sofá en el que Honey estaba durmiendo hace rato. Se sentaron y empezaron a hablar. Jacob no paraba de presumir su anillo, diciéndole a Honey que era todo lo que siempre había imaginado en su anillo de compromiso y que no podía estar más feliz de haberse comprometidos con Malcolm. Honey escuchó con atención, feliz por la alegría con la que su amigo se expresaba del compromiso. Podía ver qué Jacob estaba realmente entusiasmado. Más allá de sus bromas y risas, Honey podía ver una genuina ilusión y esperanza floreciendo en los bellos ojos claros de Jacob.

Chubby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora