Capítulo 30

1.1K 81 8
                                    

Nota: la expectativa que tienen ustedes de éste momento me pone nerviosa. Espero que les guste aunque no me considero una buena escritora de smut.

Finalmente llegó el momento.

Jacob estaría perdiendo la maldita cabeza si supiera que Honey había tomado la decisión de tener sexo con Malakai ese mismo día. Si supiera que Malakai había salido a comprar lubricante tan pronto como Honey le dijo que iban a hacerlo, el rubio seguramente habría gritado exageradamente. Justo como Honey hizo una vez terminó de procesar lo que estaba a punto de suceder con Malakai en su apartamento.

Oh Dios.

Voy a tener sexo.

Solo un segundo después de ese pensamiento llegó el pánico.

¡Voy a tener sexo con Malakai! ¡Oh Dios mío! ¡¿Qué demonios estaba pensando?!

De repente sintió que no había suficiente tiempo para nada. Tenía que organizar su habitación. Tenía que quitar todos sus peluches de la cama. Tenía que darse una ducha urgente. Tenía que limpiarse. Tenía que…

Espera un minuto.

¿Debía prepararse antes o…? ¡Los libros nunca hablaban de eso!

¡Miércoles!

¡¿Qué tan lejos estaba la farmacia?! ¡¿Cuánto tiempo iba a tardar Malakai?! ¡¿Siquiera tenía tiempo para todo lo que debía hacer?!

El miedo y pánico se apoderaron de su corazón con tanto fervor que Honey recurrió a la única opción que tenía a pesar de que todo su buen juicio le decía que no lo hiciera. Agarró su teléfono y llamó a Jacob. Repicó dos veces antes de que el rubio atendiera.

—¿Que pasa, Honey?— preguntó Jacob, su voz inestable y respiración agitada. —Estoy en medio de algo… a-ah.

Honey ni siquiera pudo ruborizarse; así de consumido por la ansiedad se hallaba.

—Jacob, voy a tener sexo con Malakai y no tengo idea de qué hacer— chilló Honey hacía el teléfono.

Hubo un estruendo, una serie de gemidos y un sonido húmedo al otro lado del teléfono antes de que Honey pudiera oír la voz de su mejor amigo otra vez.

—¡Repite eso que acabas de decir!

Lo hizo.

Y luego escuchó a Jacob gritar.

—¡Maldita sea, Trent me debe cien dólares!— chilló Jacob. —¡Honey!

—¡¿Qué?!

—¡Métete en la ducha ahora mismo! ¡Limpia cada rincón de tu cuerpo e intenta aflojarte un poco! ¡No te sobrepases!

Agradecido con las instrucciones, Honey se metió al baño y se lanzó en la ducha con prisa. No tardó ni un minuto en desvestirse.

—¿Dónde está Malakai?

Honey se asomó al lavabo, dónde descansaba su teléfono y la llamada seguía en curso. Sin nada de vergüenza (principalmente porque su nerviosismo era mayor) continuó hablando con Jacob aún cuando se encontraba desnudo y dándose una ducha muy apresurada.

Jacob era preciso con sus instrucciones, las cuales Honey siguió al pie de la letra. Lo había hecho solo una vez antes (en una de las tantas ocasiones cuando pensó que tendría sexo) pero ya se había olvidado. Estar nervioso tampoco ayudaba su memoria o coordinación.

—¿Jacob?

—¿Qué?

—¿C-Como debería…?— Honey tenía vergüenza. —Me refiero a qué cuántos… uhm, antes de…

Chubby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora