Capítulo 10.

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Honey estaba en el club otra vez.

Siempre lo invitaban cuando era de día, lo cuál agradecía profundamente porque su ansiedad no le permitía interactuar con más de las pocas personas que conocía allí. Malakai regresaba hoy de su viaje, pero Honey no sabía si iba a pasar por el club. Asumía que Malakai tendría asuntos más importantes que solo visitarlo.

Sin molestarse en preguntar (lo veía innecesario) Honey entró al club luego de que Mike, el guardia, le abriera la puerta. Ya era tan frecuente verlo allí que nadie preguntaba, solo le permitían la entrada luego de que les mostrara su incómoda sonrisa de confusión. Siempre que entraba había una decoración distinta, así que Honey a veces tendía a confundirse con el tema. Siempre eran cosas raras, como tonos oscuros o aparatos muy raros que él desconocía. De todos modos no pasaba tanto tiempo en el piso de abajo como para enfocarse en las decoraciones.

Jacob le esperaba como siempre, en la habitación donde se habían conocido. A veces iban a la oficina de Malakai, pero eso no ocurría con tanta frecuencia debido al respeto y autoridad que mantenía Malakai en el club. El por qué, Honey seguía sin saberlo. Aún así era comprensivo y ni hacía preguntas, solo aceptaba como eran las personas en el club.

Honey sonrió levemente cuándo Jacob le abrazó, inhalando cerca de su cuello. Según él, Honey siempre olía a dulces. Mientras el muchacho se lo atribuía a estar metido en la pastelería todos los días, Jacob decía que ese era simplemente el aroma natural de Honey. Tenía un olor bastante dulce y agradable.

—¿Viniste a ver a Malakai?— preguntó Jacob una vez se sentaron sobre una de las literas.

—¿Y-Ya llegó?— Honey estaba sorprendido y sus mejillas se volvieron rojizas. —¡N-No l-lo sabía!

Jacob soltó una risa. Ah, Honey era demasiado lindo.

—Está en su oficina ahora, pero creo que no le molestará verte.

Honey sintió sus mejias calentarse. Jacob era poco discreto con él cuando hacía sus comentarios burlones sobre la relación entre Honey y Malakai. No eran nada oficialmente, pero Jacob le hacía bromas todo el tiempo sobre lo dócil que era Malakai al estar con él.

Despidiéndose de su amigo, Honey sujetó con fuerza la bolsa llena de macarrones que había llevado para compartir con los chicos. No esperaba ver a Malakai también, así que los dulces se acabarían antes de lo esperado. Los chicos no comían mucho, pero Malakai sí. Siempre se comía hasta el último dulce de los que Honey llevara, siendo tan egoísta (de manera tierna) que no dejaba ni una migaja. Si tan solo Honey supiera que Malakai no era tan fanático de los dulces como le hacía creer.

Mientras subía las escaleras hacia la oficina, tuvo un sentimiento de nostalgia al recordar la primera vez que estuvo en aquel lugar. Lloró y se desmayó. Era bastante parecido a todas sus primeras veces.

Tocó por educación, recibiendo un gruñido afirmativo que ya sabía interpretar. Entró sin más.

Honey se sorprendió. Apenas habían pasado unas semanas, pero Honey fue testigo de que a Malakai le había crecido una ligera barba. Lejos de ser asquerosa como usualmente le parecían los hombres con bello, Malakai solo se veía más y más atractivo. Masculino, viril… Malakai era todo lo que Honey pudo haber deseado jamás. Tan guapo.

Y accidentalmente se quedó mirando más de lo necesario.

—¿Y bien? ¿Qué quieres?— pregunta Malakai sin alzar la mirada.

Honey no sabía cómo responder a ese tono que nunca escuchó dirigido hacia él. Malakai nunca le hablaba así, aunque sí lo había oido usar ese tono con otras personas.

—Ahm, t-traje dulces, señor Malakai— dijo Honey con inseguridad.

Si Honey hubiera tenido el valor de alzar la mirada, habría visto el cambio visible en el cuerpo de Malakai. Sus hombros antes tensos, ahora estaba tan relajados que parecía desplomarse sobre el asiento.

Ésta vez su voz fue tan suave (a su manera) que Honey se sonrojó.

—Honey.

—S-Señor Malakai.

Malakai dejó su escritorio para acercarse a Honey.

—Solo traje- mmphh.

Honey no pudo decir nada antes de sentir como sus labios eran cubiertos por los del hombre.

El muchacho estaba tan sorprendido que no reaccionó, permitiéndole a Malaki profundizar el beso mientras lo empujaba hacia atrás. Cuando cayeron sobre el sillón, Honey seguía tan sorprendido por el hecho de ser besado por Malaki que ni siquiera opuso resistencia cuando las manos de éste sujetaron su rostro de manera suave. Tan sorprendido estaba que sus ojos permanecían abiertos a pesar de que sabía que debía cerrarlos. Simplemente no podía hacer más que parpadear, intentando procesar lo que estaba sucediendo.

Honey admitia que ésto había estado en su imaginación algunas veces, pero nunca pensó que Malakai lo besaría tan repentinamente después de lo del auto. Ahora, mientras sus labios empezaban a moverse en respuesta a los del hombre, era seguro decir que Honey estaba demasiado asombrado para pensar.

Malakai rodeó su cintura y lo atrajo hacia su cuerpo, haciendo que un lindo jadeo saliera de Honey por reflejo. Sintiéndose pequeño y débil, Honey se limitó a corresponder el beso de la mejor manera que pudo; era torpe e inexperto, no sabía ni qué hacer en esa situación.

Sus labios se separaron por un segundo antes de que Malakai usara su lengua para delinear los brillosos labios de Honey. Con sus ojos mirándose fijamente, Honey sintió algo extraño en su estómago que se extendió hasta sus piernas. No sabía cómo sentirse. Y de repente Malakai estaba besándolo otra vez.

Ahora Honey podía sentir todo multiplicado por dos. Los labios húmedos sobre él, las calidad manos en lo bajo de su espalda y el roce de sus cuerpos eran suficiente para envolver a Honey con la presencia del hombre. Malakai lo cubría, apoderandose de todos sus pensamientos sin una sola palabra. Honey sujetó los hombros de Malakai buscando algo de soporte.

El hombre se acomodó entre las piernas de Honey, poniendo una a cada lado de su cuerpo. Honey, incapaz de resistirse, no hizo nada al ser posicionado así. Solo siguió besando a Malakai.

Luego de un rato besándose, Malakai empujó sus caderas hacía adelante y sacó un gemido del joven. Honey chilló, avergonzado de su propio cuerpo.

No fue mucho antes de que las cosas se volvieran mas subidas de tono de lo que Honey esperaba. Mientras las manos del hombre recorrían su cuerpo, con sus caderas girando de manera que Honey solo podía sentirse abrumado por aquella sensación.

—S-Señor Malakai…— jadeó Honey con el cabello alborotado. —¿Q-Qué está pasando…?

—No voy a lastimarte— susurró Malakai cerca de su oído. —Esperé mucho para hacer ésto, Honey. Quiero todo de tí… no tienes ni idea de lo mucho que ansiaba verte.

—Señor Malakai, n-no entiendo…¿U-Usted…?

—Te extrañé mucho.

—Y-Yo…

—Si quieres que me detenga, dímelo y lo haré— volvió a susurrar.

—Espera, estamos en la oficina…— chilló Honey.

—Nadie vendrá.

Y eso habría sido verdad de no ser porque la persona más entrometida de la historia (Jacob) entró sin tocar y se encontró a los dos en aquella posición.

—Malakai, ya-

—¡JACOB, LÁRGATE!— gritó Malakai con furia mientras Honey intentaba esconderse bajo el cuerpo de Malakai.

Honey estaba más que mortificado.

Con la cara cubierta de un fuerte sonrojo, Honey se llevó las manos al rostro y soltó un chillido lleno de vergüenza cuando oyó la puerta cerrarse. Estaba tan avergonzado que bien podría haberse largado a llorar si no estuviera Malakai allí.

El hombre le rodeó con sus brazos y acarició su cabello. La verdad es que no podría haber hecho nada más que llorar luego de aquel humillante momento. Malakai estaba consolandolo, pero Honey iba a sentirse avergonzado por una semana entera.

Después hablarían.

Chubby Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora